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El reino de los sátrapas (Mensajes)

Gilberto “el mensajero” Armenta

 

La ruta política que siguen las mujeres en la actualidad es distinta a la que prevaleció antes de septiembre del 2015.

 

La forma en la que la gobernadora Claudia Pavlovich Arellano hace remembranza de lo que con ella misma sucedió en ese año y el 2014, subraya esa enorme diferencia.

 

Y es que para ella no fue nada fácil conquistar primero la candidatura de su partido el PRI, y luego la gubernatura de Sonora.

 

Mire usted y recuerde:

 

En los meses previos a la elección del candidato tricolor, las huestes priistas estaban volcadas hacia candidatos varones, por lo menos tres que en ese momento levantaban la mano.

 

Muy pocos apuntaban a la entonces senadora Claudia Pavlovich. Y como testigos fieles de eso están los eventos que ella debía encabezar casi siempre en solitario y con la cobertura de tantos medios de comunicación, que se podían contabilizar con los dedos de una mano.

 

Firmes también más de una centena de retóricas columnas políticas que la descalificaban, burdas publicaciones en redes sociales que la desvirtuaban, peyorativas frases escritas en servilletas de mesas de café que no la apoyaban, y un sinfín de acciones más que no la miraban ni siquiera como una real aspirante a la candidatura, menos como una candidata ganadora, y mucho menos…como gobernadora.

 

“Esa güerita no tiene nada que hacer” recuerda la misma Claudia Pavlovich que decían muchos, y lo hace jalando aire con sus pulmones.

 

Y luego, ya como candidata jurada, sobrevivió a esa fracasada intención que se orquestó para repetir en su contra, sin conseguirlo, aquella famosa traición del 2009 que sacó al PRI de Palacio de Gobierno en Sonora, y que esta vez proponía que el todavía senador Ernesto Gándara Camou compitiera contra ella representando a Movimiento Ciudadano, y la manipulación de los grupos de poder del PRI que le hacían el vacío en sus primeros eventos partidistas.

 

Pese a eso, la campaña electoral se desarrolló de manera ascendente para ella, y el resultado ya se conoce con pulcritud.

 

Pese a las descortesías políticas, Claudia Pavlovich Arellano fue generosa, institucional y diligente en su quehacer como candidata en plena campaña, y también como gobernadora en el absoluto ejercicio de ese poder.

 

Puertas abiertas, muestras de confianza, apretones de mano, apertura a propuestas, inclusión y reconocimiento al trabajo han sido su sello. Diálogo y consenso su marca. Sin rencores ni cobros de factura su llamado a trabajar.

 

Eso es empoderamiento femenino en su más elemental y fuerte expresión.

 

Y ella misma lo dice siempre: “No se trata de desgastarnos como mujeres por demostrar que podemos ser mejores que ellos, se trata de reclamar los mismos derechos que los hombres tienen en todo para demostrar que también podemos”.

 

Se trata, dice ella también, de creer que las mujeres pueden, de estar seguras de que pueden, de saber que pueden.

 

Y es que la lucha por la igualdad y la equidad llega a estar confundida por algunos sectores de la sociedad femenil de Sonora.

 

Suponen que esa igualdad y equidad se gana a golpes, y no es así.

 

El “feminazismo” es la parte opuesta al empoderamiento, y quienes defienden el primer punto se están convirtiendo en enemigas naturales del segundo, pero más triste aún, son el primer obstáculo para que ese empoderamiento se sostenga como un sistema social permanente, y no como uno en moda.

 

La misandria, al igual que la misoginia, también es una práctica discriminatoria y agresiva que no debe existir. La misandria las convierte a ellas en machistas, incluso en contra de su propio género.

 

La actividad empresarial de las mujeres respaldada (en la forma que sea porque no se informó cómo) por firmas internacionales como Facebook, debería ser la oportunidad ideal para resaltar ese empoderamiento, pero cuando al frente de la organización de eventos como este están las “feminazis” entonces todo se tira por la borda porque prevalece el racismo, la discriminación, la intolerancia y la incongruencia vestida de tacones.

 

En Sonora y en México y en el mundo entero las mujeres recuperan espacios, demandan y son escuchadas, proponen y ganan, levantan el puño y generan respeto. Avanzan y cada vez menos las estorban. Pero no es una revolución contra los hombres, ¡vaya, ni siquiera es una revuelta!

 

Por eso el empoderamiento que encabeza la gobernadora Claudia Pavlovich Arellano va viento en popa, generando expectativa, ganando adeptos, convenciendo y guiando al entendimiento de los hombres, acostumbrados y educados a caminar un paso frente a las mujeres, y que ahora lo retroceden ante la equidad y la igualdad que cada vez se fortalece más.

 

No es discriminar con el empoderamiento, ni sentirse superiores solo porque son mujeres. Pongan atención a esto…feminazis.

 

Gracias por la lectura, puede seguirme en @mensajero34 y

facebook.com/gilberto.armenta.16

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