
Mañana martes se instala la sexagésima tercera legislatura de Sonora, con lo que inicia formalmente la transición institucional ordenada en las urnas por una ciudadanía más bien abúlica que omitió, en más de un 50 por ciento, su cita con las casillas electorales el pasado seis de junio.
El mandato de las urnas es, empero, irrevocable. Y la composición de la cámara lo refleja casi como un espejo: por primera vez después de 30 años exactos, tendremos una mayoría simple conformada por diputados y diputadas del partido en el (próximo) gobierno, pero con mayoría calificada al sumar a sus aliados, en este caso el PT, el PANAL y el PVEM, más el PES, que no fue en coalición con ellos, pero ya adelantó su adhesión para otorgarle el valiosísimo ‘voto 22’ que completa las dos terceras partes.
El dato aparece relevante porque es precisamente 1991, el año que llegó Manlio Fabio Beltrones a la gubernatura, la fecha que insistentemente citó Alfonso Durazo Montaño como candidato, para tomar distancia de ese y los sucesivos gobiernos estatales, calificándolos como ejemplos de lo que no hay que repetir.
La relación del poder Ejecutivo con el Legislativo es clave en la consolidación de un proyecto de gobierno, y el de Durazo tiene ese paralelismo con el de Beltrones: una tremenda fuerza política (Morena) que baja desde la presidencia de la República, pasa por el Congreso de la Unión y la cámara local e incluye a los alcaldes (as) de los municipios más poblados del estado, con excepción de Hermosillo.
Entiendo que con quien menos le gusta a Durazo que lo comparen es con Beltrones (Por alguna razón, Manlio es a Durazo lo que Calderón es a López Obrador, una especie de villano favorito) pero debo aclarar que el símil no tiene que ver con las personalidades, sino sólo con las coyunturas que derivaron en gobiernos poderosos, apoyados en mayorías calificadas en la cámara local.
El tema de esta columna es la nueva legislatura y su relación con el Ejecutivo. En el papel, como suele decirse metafóricamente, no habría ningún problema para pasar todas y cada una de las iniciativas con origen en Palacio de Gobierno, como cuchillo en mantequilla, toda vez que la oposición (y aquí incluyo a MC junto al PRI, PAN y PRD) no completan siquiera la cantidad requerida para impedir el quórum, un recurso muy utilizado por las minorías (cuando son más de 11) para impedir la instalación del pleno u obligar a clausurar la sesión cuando atisban un implacable mayoriteo.
En esta legislatura, la oposición no alcanza para el ejercicio de ese recurso. La única manera de lograr eso sería ‘jalando’ el voto desde la bancada de Morena y sus aliados, pero eso luce complicadísimo.
Con toda seguridad, a los diputados y diputadas que levantarán la mano mañana, ya les leyeron la cartilla y los conminaron a verse en el espejo de los que también mañana se irán a sus casas, muchos de ellos lamentando que su incursión en la política fue una noche de debut y despedida.
Porque Morena y sus aliados también obtuvieron 21 de 33 curules en 2018, pero tuvieron en contra una combinación que a la postre resultó letal: por un lado el poder y el colmillo de operadores políticos en un gobierno emanado de un partido distinto al suyo; por el otro, la inexperiencia, la inconsistencia político-ideológica y/o la ambición de algunos de los diputados y diputadas de su partido o de las fracciones parlamentarias aliadas.
Pase, el legislativo lector, la memoriosa lectora una mirada por los integrantes de la legislatura que se va, y no batallará mucho para encontrar los votos que durante tres años le hicieron falta a Morena para consolidar una megabancada de oposición.
En el pecado, sin embargo, llevaron la penitencia. Salvo Ernestina Castro, Raúl Castelo y María Alicia Gaytán Sánchez, el resto de los legisladores de la alianza Morena-PT-PES conocerán a partir de mañana la nostalgia por la gloria efímera.
Julio Alfonso Montes Piña, Lázaro Espinoza, Leticia Calderón, Marcia Lorena Camarena y Carlos Navarrete, del PES, quedaron fuera de la alianza con Morena en 2021 porque perdieron el registro, y los que fueron como candidatos por su partido (ahora Encuentro Solidario), tronaron como ejote. Debut y despedida.
Rodolfo Lizárraga, María Magdalena Uribe, ‘El Siri’ Salido y Filemón Ortega, del PT, tuvieron el mismo destino.
A otros (y otras) que siendo de Morena (le jugaron contras a las directrices del partido), se les negó la oportunidad de ir por la reelección o competir por un nuevo cargo y en eso tuvo mucho que ver la mano del hoy gobernador electo.
En el pecado llevaron la penitencia, y ese sería un error que difícilmente cometerán los nuevos integrantes de la coalición que encabeza Morena. Además, no tendrían necesidad de hacerlo porque ahora sí están del lado del equipo que ganó prácticamente todas las canicas.
Esta coyuntura, con todo y su paralelismo respecto a 1991, ofrece la oportunidad a Alfonso Durazo de tomar distancia respecto a su némesis y a sus formas de hacer política.
Ya lo está demostrando, primero reuniéndose con diputados y diputadas de oposición para transitar por la vía de los acuerdos, y por otro lado entrándole a la capacitación de los nuevos legisladores de su partido y sus aliados para sellar el compromiso con la 4T.
Aun así, no se espera un arranque terso de la nueva legislatura. Vienen temas muy polémicos de los que daremos cuenta en otro despacho, pero para calentar motores vayan apuntando la disputa por el reparto de comisiones y un reavivamiento por el control de la estructura administrativa del Congreso.
Al tiempo.
II
Tenemos la mejor impresión del secretario de Educación y Cultura, José Víctor Guerrero González, uno de los funcionarios que mejores resultados dio durante la administración de Claudia Pavlovich Arellano, por eso no creemos que vaya a echar en saco roto el reclamo de algunos empresarios de la construcción, que están apelando a su oficio para no quedar, literalmente, colgando de la brocha.
Resulta que hay un grupo de contratistas que trabajaron para remozar y adecuar muchos de los planteles que sirvieron como sede para los centros de votación el pasado mes de junio, empresarios a los cuales les adeudan un monto cercano a los 30 millones de pesos.
La actual administración está a menos de dos semanas de pasar la estafeta al nuevo gobierno, por lo que esos contratistas reclaman equidad en el pago ya que, sostienen, los escasos recursos para cubrir adeudos, tienen como destino a las empresas más cercanas a los afectos de algunos funcionarios.
Entre las empresas en problemas se encuentran Multiequipos y construcciones de Hermosillo, Calderas y servicios electromecánicos, y Gherard soluciones.
En cada cambio de administración se presentan casos como estos, de proveedores a los que se les prorrogan los pagos difiriéndolos para la nueva administración, pero hay casos en que la situación se torna crítica porque las empresas en cuestión comprometieron su liquidez y su supervivencia depende de esos pagos.
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