Reforma electoral: la guerra que viene

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Como se anticipó aquí la semana pasada, la reforma electoral en ciernes ya pintó de guerra el rostro de todos los actores políticos que se aprestan a dar la batalla más importante en los 23 meses que le quedan a la administración de López Obrador.

El presidente ya echó a andar la maquinaria de Estado para promover las ‘virtudes’ de su reforma; funcionarios, legisladores y militantes de Morena recorren las calles del país haciéndolo, organizando foros, informando y desde luego, contrastando posiciones con sus adversarios. Hasta la presidenta de la CNDH, Rosario Piedra Ibarra se sumó al proselitismo mediante una recomendación a la cámara de diputados para que promuevan dicha reforma.

La señora Piedra se mimetizó en el discurso del presidente y en un reduccionismo abismal acusó al INE de tener el mismo historial del IFE y de la CFE (aquella que piloteaba Manuel Bartlett como secretario de Gobernación de Miguel de la Madrid), definiéndolos como “órganos autónomos únicamente de nombre, instrumentos parciales, de sabotaje de la voluntad del pueblo, que solo han servido para el mantenimiento de vicios que por años, si no es que por siglos, han manchado nuestros procesos electorales”.

Aunque la CNDH no tiene atribuciones para conocer de temas electorales, la señora Piedra ya se subió al ring y esto da una idea del interés presidencial por sacar adelante esta reforma usando todo el aparato de Estado, como sucedió con el tema de la extensión de la permanencia en tareas de seguridad pública, de las fuerzas armadas.

Y si la oposición está pensando que puede frenar la reforma electoral en la cámara de diputados confiando en el PRI de Alito Moreno, ya pueden ir dando esta batalla por perdida.

La otra vía es la movilización social, pero la derecha no es buena en esos menesteres y hasta un ventarrón les vuela las carpas vacías como ocurrió con aquel plantó en FRENA en el Zócalo capitalino.

Los perredistas eran buenos pero ya casi todos se fueron a Morena y los que se quedaron en el Sol Azteca lucen bastante diezmados. Los priistas también tenían lo suyo cuando de movilizar se trataba, así sea con acarreos, a miles de personas, pero su actual dirigencia parece más interesada en pactar con el gobierno impunidad y protección y en hallar la maroma más convincente para justificar sus claudicaciones.

¿La sociedad civil? Pues bueno, la sociedad civil también se encuentra bastante polarizada y si de medir fuerzas se trata, eso se verá en la manifestación contra la reforma electoral que, bajo el HashTag  #ElIneNoSeToca está programada para el próximo 13 de noviembre en el Ángel de la Independencia, allá en la capital del país.

Esta marcha puede ser un indicador del ánimo opositor y de su capacidad para plantarle cara al partido oficial, pero a simple vista la pelea sigue apareciendo desigual.

Y es que en estos cuatro años, la oposición no parece haber aprendido nada y luce incapaz de articular una estrategia que combata la narrativa oficial que pertinazmente ha afianzado la idea de que todo se reduce a una lucha histórica entre liberales y conservadores.

Baste observar que en este nuevo episodio de confrontación ya saltó a la palestra la cúpula de la iglesia católica -acaso la representación más pura del conservadurismo- para meterse a la polémica al calificar como ‘regresiva’ la propuesta del presidente y considerarla ‘un agravio a la vida democrática del país’.

¿Cuántos fieles católicos se sumarán a la protesta atendiendo la convocatoria implícita del episcopado mexicano? Es difícil precisarlo, como difícil es precisar qué tan diezmada está también la iglesia católica frente a otros cultos que, por cierto, han sido claves en la construcción de la base social de Morena y del gobierno, que a su vez ha sabido alimentar su profesión de fe obradorista.

Tenemos entonces que en un plano de esta nueva batalla está la movilización social, donde el partido de Estado tiene el dinero, el poder, recursos bastos y el ‘expertise’ para llenar las plazas cuando quiera y contrastar sus movilizaciones con las de la oposición, y en otro plano, en el legislativo, la aritmética política depende nada más y nada menos que de los votos del PRI.

O sea…

II

Sonó la registradora del Repuve y ya cayeron los primeros 33 millones de pesos al ayuntamiento de Hermosillo mismos que se aplicarán en la renovación de la calle Reforma desde el bulevar Luis Encinas hasta la avenida Mendoza. La obra incluye revisión y reparación de instalaciones hidráulicas para posteriormente aplicar la carpeta asfáltica y cemento hidráulico en tres cruceros.

Son 21 cuadras las que serán renovadas y es la primera obra que se financia con los recursos obtenidos por la regularización de los autos ‘chocolate’ y, de acuerdo con el alcalde Antonio Astiazarán aún quedaría un fondo de otros 33 millones para continuar con otros proyectos.

La Reforma y la Monteverde forman uno de los pares viales que mayor carga vehicular soportan al conectar el pobladísimo norte de la ciudad con el centro. Entre la falta de mantenimiento y las torrenciales lluvias veraniegas hicieron pedazos esas vialidades. También la López del Castillo y la Olivares, otro par vial que también cruza esa parte de Hermosillo.

Eso ha provocado que miles de automovilistas que usualmente tomamos esas calles para ir y venir diariamente, hayamos optado por rodear hasta el Morelos o el Solidaridad, dos de los bulevares que fueron construidos con concreto hidráulico casi en su totalidad, hace ya muchísimos años. Y aunque también han sufrido deterioro, no es tan notable.

El problema es que los habitantes del norte nos dimos cuenta al mismo tiempo de que era mejor usar el Soli o el Morelos y el tránsito en esas vialidades se volvió insufrible sobre todo en horas pico. Hay congestionamientos viales que convierten trayectos que habitualmente se hacían en 15 o 20 minutos a lo sumo, en un estresante recorrido que puede llegar a durar 40 o hasta una hora. Los accidentes viales, consecuencia de todo esto también se han multiplicado.

La reparación de ese tramo en la Reforma puede parecer una pequeñez si se dimensiona en el universo de una ciudad seriamente deteriorada en casi todas sus vialidades, pero ayudará a descongestionar otras rutas.

Lo cierto también es que el tamaño del problema vial en Hermosillo es colosal y no hay recurso que alcance para resolverlo a cabalidad, pero es claro que lo peor sería que el ayuntamiento se quedara con los brazos cruzados esperando recursos que difícilmente van a llegar desde la federación, que ya se deslindó y pateó la bola a la cancha de los alcaldes.

El gobierno del estado adelantó que este año solicitará un crédito para apoyar a los ayuntamientos con un monto igual al que les corresponde por la regularización de los ‘carros chuecos’ y aun así los montos lucen pequeños frente a la gravedad del problema.

Se debe reconocer que frente al mismo, el alcalde Antonio Astiazarán no se ha echado a retozar -como otros-, y desde hace un par de meses trae un programa de bacheo intensivo y ya ha concluido varias obras de recarpeteo y cruceros con concreto hidráulico. Otras más están en proceso y en los próximos días arrancarán otras, como el tramo de la Olivares entre bulevar Progreso y Luz Valencia, que es un verdadero tormento para muelas y suspensiones.

También hay avances en el bulevar Enrique Mazón, donde se invirtieron más de 52 millones de pesos, el Gómez Farías donde se aplicaron 6.4 millones y en el García Morales entre Solidaridad y Quiroga, donde el ayuntamiento participa con 21 millones de pesos.

No hay otro municipio en el que se esté invirtiendo más -en cantidad y en calidad-, que en Hermosillo. Eso es un hecho.

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