Hay un hilo que nos hermana a esa fauna extraña y marginal que fuimos, que de alguna manera seguimos siendo, soplando sobre las cenizas del recuerdo y descubriendo de nuevo el fuego inapagable de aquellos días y noches de amor y de guerra, que diría Galeano.
La vida nos fue llevando por caminos que nos distanciaron físicamente, pero nunca demasiado como para que nos venciera el olvido.
Hoy lo comprobamos, de manera dolorosa, la más dolorosa posible. La muerte nos reunió de nuevo, y aquí estamos, escarbando en la memoria, reencontrando pedazos de aquella vida post adolescente, anécdotas que dibujan sonrisas o desatan la carrilla, el bullying que le llaman ahora y que en aquellos días era parte de la formación política.
Nos tocó hacer volantes y nos pudo haber tocado hacer un desplegado, un manifiesto o una carta abierta a la comunidad universitaria o ‘al pueblo en general’ pero nunca estuvo en nuestras tareas ni en los acuerdos de asamblea en una reunión estudiantil o de la Comisión Coordinadora del Comité Pro Casa de Estudiantes, hacer una esquela.
Mucho menos, una esquela para alguno, alguna de quienes conformamos ese grupo de jóvenes ochenteros que cohabitamos ese proyecto de casa de estudiante para que los aspirantes de escasos recursos tuvieron un espacio donde vivir y una razón por la cual luchar.
No nos había tocado eso; tampoco nos había tocado un año como el que hoy estamos viviendo donde la muerte agazapada está al acecho y nos tiene aquí, tratando de esquivarla hasta donde nos sea posible .
Lo que si nos tocó fue conocerte, Ramón, incluso antes de ser parte de la casa y ya se veía en ti el entusiasmo para sumarte a las causas que entonces ya se enarbolaban.
Después formalizaste tu ingreso y te sumaste de lleno a las tareas en Garmendia 133 y desde luego en la ‘Uni’, desde la escuela de sociología donde cursaste esa carrera y donde hace muy poco eras parte de su profesorado.
Corrosivo, inquieto, aferrado, muy aferrado, socarrón, creativo y terco hasta el final, así fuiste y ahora aquí nos tienes sin poder digerir lo que pasó, aun cuando tú y esas bromitas tan propias, resuman todo esto en una estruendosa carcajada .
Te queremos despedir desde aquí, desde este mural de amigos que creaste y en donde nomás los recuerdos quedan y no hay mejor de forma de hacerlo que al viejo estilo de aquellos rabiosos desplegados que un día también suscribiste .
Que te vaya bonito, pinchi Jorquera.
Los abajo Firmantes
Angélica Meza Acuña
Rosario Félix Valdez
José Antonio Barragán León
David Murillo Cárdenas
Mariano Ceceña Zacaría
Fernando Murillo Platt
Efraín Valenzuela Buitimea
Nereo López
Elio Llánez
Felipe Caro Ramos
Saúl Bujanda
Jesús Alapizco
Laura Vázquez
Livia Espinoza
Guadalupe Tapia
Ariel Silva
Martín Alcaraz
Martín Díaz
Carmen Vega
Maria Auxiliadora Moreno
Miguel Ángel Valenzuela
Sandra Esquer Castro
Javier Tapia Hernández
Luis Enrique Ortiz
Tomas Hernández Flores
Martín Vélez de la Rocha
Miguel Ángel Avilés y Arturo Soto, por la Comisión Redactora
Réquiem para Ramón Jorquera, de José Antonio Barragán
Pinche Ramón, nunca se te quitó lo ocurrente
Si bien sabías que no hay peor tristeza
Que la de los amigos cuando pierden
A un ser querido
Entonces es cuando uno quisiera dar vuelta atrás
Para recobrar todo el tiempo que se fue
Y es en vano
No hay nada que reclamarte
Los tuyos te extrañarán muy hondo
Hasta exprimir su corazón adolorido
¿Cómo se te ocurrió irte cuando nos habíamos reencontrado?
¡Y más en estas fechas tan significativas
En que el espíritu está con la guardia baja!
Ni hablar, Ramón Jorquera
Cuando la vela se apaga no hay mucho que alegar
Ramón Jorquera, ve con Dios.
O con Marx, o con Bordieu o con quien a ti te dé la gana.