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Los gobiernos en México se han convertido en expertos administradores de escándalos y no de oportunidades, y entre escándalo y escándalo ya no se distingue el peligro de terminar en la cárcel o del punto en picada en que va nuestro país como sociedad.

No aprendemos o como dice el dicho “Ven la tormenta y no se hincan”. Ahí está lo sucedido este último fin de semana vacacional:

ÔÇó La captura del ex gobernador de Veracruz Javier Duarte, y

ÔÇó El “Splash de la Educación” del Secretario de Educación y Cultura en balnearios y espacios de recreación familiar.

El primero es consecuencia de pensar que no hay brazo de justicia que alcance a un gobernador con todo el poder, con todo el dinero necesario y todas las alianzas; Javier Duarte pensó como otros que no había poder humano que lo llevara a donde hoy está.

El segundo puede ir peligrosamente por el mismo camino, seguramente como cientos de funcionarios en todo el país, pensando “eso no me pasará a mí, eso le pasó nada más a ellos”; “yo no iré a la cárcel porque yo no hago nada malo”.

Y nos preguntamos ¿La simulación no es delito? No, no lo es, pero la deshonestidad sí. Y ser honesto debería ser hoy por hoy la lección obligada y prioritaria en cada aula de las miles de escuelas públicas o privadas en nuestro país.

Grave es que ni la búsqueda y captura de ex gobernadores -como nunca antes en la historia habíamos visto los mexicanos- detenga a funcionarios para evitar tentaciones como el uso deshonesto de recursos públicos para promoción personal, rayando incluso en el insulto al ciudadano, aprovechando espacios de convivencia familiar.

Inflables gigantes que hicieron referencia al apodo del Secretario de Educación en Sonora en balnearios y lugares de esparcimiento no son el problema; tampoco una legítima aspiración, sino las formas y el uso de recursos públicos con un fin prioritario que por supuesto no es la educación.

Apostar por la educación en serio es apostar en las aulas, ahí debemos direccionar cada peso, así sean centavos o millones.

Pero confiados en la impunidad y en la cada vez más experta administración de escándalos se ha perdido la capacidad de asombro, se ha perdido el miedo y el respeto a todo.

Un México de gobernantes prófugos o presos por corrupción (después de que ya dejaron sus puestos ¡claro!) Maestros que están en marchas, bloqueos y manifestaciones; pero no en las aulas educando. Jóvenes que se divierten promoviendo la violencia; presuntos violadores que se vuelven famosos por conseguir un amparo…impunidad, impunidad y más impunidad.

He ahí la razón de un Gobierno Federal rebasado e incapaz ya siquiera para seguir administrando escándalos; y una sociedad que se queja de todo pero no asume ninguna responsabilidad. Una sociedad perdida en la ‘pluralidad’, nadie en particular es responsable, todos lo son.

La rutina del escándalo es una gruesa venda que no nos permite profundizar en los motivos y consecuencias.

De nada servirán 2 o 3 o más cambios de partido en el gobierno si no hay un cambio en el sistema, un sistema político diseñado en México para que otro, es decir el gobierno, haga lo que nosotros mismos no queremos hacer como ciudadanos.

Muchos “Splash de la educación” nos seguirán salpicando de lo mismo y tantos “Duartes” como sea necesario irán a la cárcel si permitimos que nos sigan moviendo con el cascabel del escándalo en el que se han hecho expertos los políticos, funcionarios y gobernantes.

Si los actuales funcionarios no quieren aprender a pesar de lo que ven porque lo sienten muy lejos en las pantallas de sus televisores, a las nuevas generaciones sí hay que infundirles asombro y temor ante las consecuencias de sus actos.

Pudiéramos estar ante una generación perdida, pero no por ello todas están condenadas. Como en el campo, no todas las temporadas son iguales.

Que los malos paguen y los buenos sigan sembrando para tener buena cosecha.

Agradezco sus comentarios y retroalimentación a través del correo electrónico davidfigueroao@me.com; y en redes sociales: Twitter @DavidFigueroaO /Fb David Figueroa O.

Reseña: David Figueroa Ortega es empresario, Ex Cónsul de México en Los Ángeles y San José California; Ex Diputado Federal; Ex Alcalde de Agua Prieta; Ex Dirigente del PAN en Sonora.

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