En vísperas de la presentación de su segundo informe de gobierno ante Cabildo, el alcalde Maloro Acosta enfrenta la protesta encabezada por el dirigente del sindicato del Ayuntamiento, Salvador Díaz, caballito de batalla de la oposición para tupirle al presidente municipal, sin importar que en esta lanzada pasen a perjudicar a los hermosillenses, al dejarlos sin el servicio de recolección de basura.
No es la primera vez que sucede. Hace poco más de un año, cuando se registró el conflicto por las horas extra (que significaban varios millones de pesos anuales), Salvador Díaz llegó a la primera mesa de negociación acompañado de los diputados Luis Serrato y Javier Dañino, así como los regidores Elsa Velasco, César Rascón e Israel Moreno, todos del PAN, así como la regidora de MC, Rosa Elena Trujillo.
También ha sostenido reuniones con el dirigente estatal de Morena, Alfonso Durazo Montaño y el regidor de ese partido, Pedro Rivera Sinohui.
En la grilla preelectoral todo se vale, y el dirigente sindical tiene derecho a reunirse con quien quiera y cuando quiera. Buscar aliados para sacar adelante sus luchas, y a la oposición le cae de perlas su activismo, así sea por una causa perdida. Pero eso poco importa si de lo que se trata es de minar la presencia del alcalde.
Lo que sí debería importar es la afectación a los ciudadanos, pero incluso esto le conviene a esa oposición, ya que al dejar a la gente sin el servicio de recolección de basura, al primero que le endosarán la responsabilidad es precisamente al presidente municipal.
Sin embargo conviene traer a discusión algunos elementos de contexto. Hace un par de semanas, Salvador Días paralizó el servicio de recolección durante dos días. La razón: protesta por el despido de tres trabajadores que fueron requeridos por la autoridad municipal para trabajar en la limpieza de campos deportivos donde creció la maleza después de las lluvias.
Orientados por su líder, los trabajadores se rehusaron a cumplir ese requerimiento, argumentando que ellos trabajaban para la dirección de Parques y Jardines y no les correspondían esos campos. Cabe precisar que el Ayuntamiento puede requerirlos para ese trabajo. El caso es que no se presentaron a laborar durante cuatro días y causaron baja. No ocurrió así con otros cinco empleados de Sanidad y Limpia, que sí atendieron el requerimiento.
Poco tiene que ver el servicio de recolección con las áreas involucradas en este conflicto, donde se argumentan violaciones al Contrato Colectivo de Trabajo, pero hasta ahora el dirigente sindical no las ha precisado y ayer, se levantó de una mesa de negociación a los dos minutos de instalada, advirtiendo que el próximo sábado realizarán un plantón en Palacio Municipal. Ese día es la presentación del segundo informe ante Cabildo, para su aprobación.
Sus demandas comenzaron con la defensa de los despedidos, luego pasaron a violaciones al CCT y ayer argumentó que no habían salido a trabajar el tercer turno (en el servicio de recolección) por falta de unidades.
Esa es otra mentira. Ayer desde las cinco de la mañana se cubrieron las 47 rutas en la ciudad, con igual número de camiones. Una treintena de empleados se incorporaron al trabajo para no interrumpir el servicio, y algunos directivos también lo hicieron. Circuló mucho una imagen del propio director de Servicios Públicos, Luis Fernando Pérez Pumarino, en labores de tirabichi.
A los trabajadores que se incorporaron para sacar la chamba, el dirigente los amenazó con expulsarlos del sindicato y retirarles bonos de puntualidad, despensa y otras prestaciones.
A esto hay que agregarle que en los últimos días, se han descompuesto misteriosamente unas 15 unidades de recolección, aunque se tienen habilitadas las 47 que se necesitan para cubrir todas las rutas. Al inicio de esta administración, había solamente 20 unidades en servicio. Esa fue parte del problema de las horas extra, ya que las unidades tenían que ‘dobletear’ y hasta triplicar turnos y por ende, requerir más horas-hombre.
Si se recuerda, para el mes de octubre de 2015 se repararon 20 unidades que estaban fuera de circulación, con lo que se comenzó a regularizar el servicio.
De hecho, hoy están en servicio 47, pero el líder sindical no permite a los trabajadores laborar después de las 16:00 horas, negándoles el derecho a las horas extra, que representan ingresos entre 400 y 700 pesos diarios. O sea, el señor no solamente deja sin servicio de recolección a una parte importante de la ciudad, sino que también afecta a sus propios agremiados.
Fíjense nomás qué cosas pasan con estos personajes. El martes pasado, Salvador Díaz y Daniel Urías (a quien se le ubica como el jefe de facto en el sindicato, por encima del nominal Chava), estuvieron en la dirección de Recursos Humanos del Ayuntamiento, presionando para que se les otorguen plazas a algunos familiares directos, lo que ya se estaba procesando, pero un día después comienza con el boicot al servicio de recolección.
Ayer, Salvador Díaz mandó decir que estaría dispuesto a negociar siempre y cuando le dieran la cabeza de Pumarino, lo cual se ve muy difícil que ocurra.
Entre otras cosas, trascendió que los trabajadores enviados por Salvador Díaz para impedir la salida de los camiones recolectores y amedrentar a sus compañeros, terminaron en una buena fiesta en los patios de Servicios Públicos Municipales, algo que está documentado ante notario público.
Por si amanecen crudos mañana, personal de confianza y directivos volvieron a salir en los camiones de algunas rutas para hacer el trabajo de las huestes de Salvador Díaz.
II
Y ya con esta me despido porque al rato hay que salir a Magdalena de Kino, donde se instalará la sesión solemne del Congreso del Estado, para conmemorar el centenario de la promulgación de la Constitución Política de Sonora. Los tres poderes de Estado se trasladarán allá y Magdalena será este día la capital del estado.
La sesión se instalará en el Colegio Juan Fenochio, donde hace cien años se promulgó la Constitución del estado. Por cierto, en esta escuela cursó sus primeros estudios la gobernadora Claudia Pavlovich, así que seguramente se reencontrará con la nostalgia por aquellos membrilleros tiempos.
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