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Terminé de leer el interesante libro de Carlos Pascual denominado “Memorial de Cruces”, adquirido principalmente, por mi interés sobre el tema que contiene: “LA GUERRA CRISTERA” (“Libros y Más” por la avenida Miguel Alemán, publicidad gratuita solo para destacar esa enorme riqueza literaria que tenemos en la ciudad) pues deseaba ampliar más mis conocimientos sobre esta notable guerra provocada por motivos religiosos., por un lado el Gobierno Federal y por el otro los fieles católicos y parte del clero, obscureciendo una vez más al fatigado pueblo de México tras de haber terminado pocos años atrás, con la guerra de la Revolución Mexicana, estimada en más de dos millones de pérdidas de vidas,  para terminar con el nefasto porfiriato, como así se le denominó a la inacabable presencia del General Porfirio Díaz en la silla presidencial de la república, que durante 30 años permaneció en el poder nacional por las amañadas elecciones políticas donde él siempre resultaba triunfador.
Esta negra epopeya de la guerra cristera fue iniciada en el año de 1926 y duró hasta 1929, siendo presidente de la república el General Plutarco Elías Calles, personaje de origen sonorense, que se manifestó abiertamente enemigo de la Iglesia Católica, aplicando rigurosamente las leyes de la constitución, con más razón en esos momentos que la influencia socialista rusa se desparramaba por todo el mundo transmitiendo su doctrina, donde el ateísmo era una de sus principales banderas.
El Gral. Calles fue uno más de los destacados líderes militares y políticos que junto con el General Venustiano Carranza y el Gral. Álvaro Obregón se logró  el triunfo de la Revolución
En orden de la jerarquía política posrevolucionaria después del triunfo, una vez establecida la nueva Constitución de la República en 1917 – reafirmándose en esa ocasión el espíritu juarista en contra de la iglesia – siendo nombrado primero como Presidente de la República el Gral. Carranza, seguido después por el Gral. Álvaro Obregón y enseguida le tocó el turno al Gral. Plutarco Elías Calles, tiempos horrorosos de “vendettas” y traiciones políticas que sufrió nuestra nación en esa etapa posrevolucionaria.
“Desde la época en donde las Leyes de Reforma (tiempo del Presidente Benito Juárez después del triunfo de la Guerra de Reforma de 1857) se buscaba que la Iglesia católica perdiera el gran poder monetario y político que tenía, gobierno e Iglesia vivieron enfrentados. Este conflicto se agravó para 1926 al implementar el gobierno los artículos de la constitución de 1917, específicamente el 3 y el 130, de forma radical, para controlar totalmente a la Iglesia, reforzando estos principios con la llamada Ley Calles.” (Google)
Desde luego no pretendo en este escrito ahondar en más detalles sobre el tema, si no inquietarlos. Si les interesa, como pasó conmigo, en nutrirse de mayores datos pueden acudir a la Wikipedia de Google sobre esta histórica Guerra Cristera, o bien adquirir el libro citado u otro con igual tema
Solo deseo resaltar ahora, que esta guerra no fue poca cosa, pues murieron estimada mente 250,000, hombres y mujeres de ambos bandos; federales y cristeros, más toda la gente que resultaron heridas de importancia, los grandes daños morales y materiales sufridos, prácticamente tres años del cierre de templos y la interrupción de recibir los sacramentos, con un clero totalmente oculto y disminuido por la misma prohibición o limitaciones que impuso la Ley Calles, pues pública y abiertamente se prohibió el culto, además que la misma guerra impedía realizarlos.
Aunque esta guerra civil tuvo una resonancia nacional, lo más intenso sucedió en la misma capital y en los estados del centro, seguramente por las cortas distancias con relación a la ubicación del Gobierno Federa presidido por Calles, escenarios donde se combatía principalmente la guerra.
En lo personal allá en Navojoa, mi querido terruño, a mis 9 años, me tocó vivir ese gran momento histórico que provocó un escándalo mayúsculo en toda la ciudad, por la apertura de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, echando sus campanas al vuelo como anuncio de su esperadísima apertura. Estimo sería en 1939, o sea 10 años después de terminada esa dolorosa epopeya. Tal vez fue por la circunstancia especial del tiempo que tardó nuestra iglesia católica en Sonora, para re ordenarse y re acomodarse humana y materialmente, siendo el obispo de Sonora en aquel entonces, Don Juan Navarrete de histórico y memorable recuerdos.
En fin fue un acontecimiento muy interesante que sugiero conocerlo como un agregado a nuestra cultura personal y por las causas religiosas que lo originó, causando una gran resonancia mundial, que quedó marcada en los anales de su historia.
Vale pues la pena ilustrarse en el tema si hay interés en alimentarse de los sucesos sobresalientes acontecidos en otras épocas, como también solemos hacerlo sobre las historias remotas de otros pueblos y países. ! Cuestión de acrecentar cultura ¡
Yo solo quise compartir con ustedes  este interesante hecho nacional como una más de mis OCURRENCIAS, confiando que aunque sea solo mis dos o tres lectores lo lean y les sirva para alimentar su propia cultura. AMEN

 

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