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¿Entre Morena y PRI, el 2021 en Sonora?.- Serán candidatos de carne y hueso quienes disputarán, ahora sí, la voz de los votos, no un color mágicamente arropado por AMLO, como sucedió durante el 2018.- El carril Independiente carece de raigambre e identificación con el pueblo

Bernardo Elenes Habas

Los partidos políticos que pretenden levantarse de la agonía que les provocó el proceso electoral del 2018, están urgidos no de recuperar la credibilidad que, quizás, nunca han tenido, como el PRI y el PAN, sino de construir ese principio. Fortalecerlo. Mostrarlo como carta de identidad legitima.

Ana-Gabriela-Guevara

Los signos de los tiempos anuncian, hasta ahora, que en Sonora, donde las ideologías no permean como tales –menos los fanatismos-, pero si el sentido de pertenencia que tradicionalmente la gente y sus comunidades han vivido como una definición práctica y de sentido común, que la lucha electoral por la gubernatura en el 2021, será entre Morena y PRI.

Al PAN no le alcanza su calidad partidaria ni su solvencia moral en Sonora, para mirar de frente a una ciudadanía agraviada por la corrupción del sexenio comandado por Guillermo Padrés (2009-2015), aún y cuando el candidato fuese Antonio Astiazarán, quien cifra su discurso en cuestiones ambientalistas –muy legítimas, por cierto-, pero la gente quiere aspectos integrales que se conviertan en bandera de bienestar de las familias en todos los ámbitos.

Al PRD, lo rebasó su propia ideología y por la derecha, cuando abandonó, en la mitad de la lucha más crucial sus principios, y sucumbió, quizás para no levantarse más, al menos en la Entidad, cayendo en los brazos del panismo.

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Al carril Independiente le falta maduración. Enseñar, no solamente la ambición de quienes acuden a él para buscar candidaturas, sino raigambre de pueblo, conectividad con las clases más desprotegidas, más abandonadas, no únicamente con las estructuras privilegiadas de la economía, la que ha sabido aprovecharse de alternativas políticas y que impele, a algunos de sus aspirantes, a seguir gozándolas.

No les bastará, pues, a los independientes, la plataforma desde la que pretenden competir en un proceso que no ha cambiado del todo en su forma y en su fondo, donde solamente se trastocaron las sempiternas siglas avasallantes, poniéndose en primer lugar Morena (desde luego que con mucho), para convertirse en el enemigo a vencer.

Y, ciertamente, Sonora no es un Estado donde se privilegien los fanatismos, de ahí que la supuesta izquierda comandada por Andrés Manuel López Obrador en el país, tendrá que esforzarse en nominar un candidato o candidata con pasado respetable, presente cierto y definición amplia de futuro, porque ya no estará AMLO en las boletas, y las campañas de todos los candidatos marcarán huella para la hora de las decisiones, alejados del tiempo ciego y de hartazgos vividos en el 2018, donde el único triunfador cierto fue el tabasqueño. Lo demás, se dio por generación espontánea.

Las premisas apuntan a que la batalla crucial y definitoria en Sonora, durante 2021, será estrictamente entre Morena y PRI, e indiscutiblemente no habrá magia avasalladora en quienes alcancen las postulaciones, para asegurar triunfos. Por el contrario, tendrá que ver mucho la propuesta, el discurso, la facilidad de los abanderados para conectar con la gente, y desde luego, la personalidad de quienes aspiran a ocupar el Palacio de Comonfort y Paliza.

Rogelio Díaz Brown

¿Tiene candidatos de valía Morena? Por supuesto. Y no se debe desdeñar a la petista Ana Gabriela Guevara, al actual secretario de Seguridad Nacional Alfonso Durazo, al diputado federal Javier Lamarque, quien remontó el abandono popular sufrido cuando fue aspirante a la gubernatura en el 2015, porque eran otros tiempos. En el proceso del año anterior demostró en su campaña a la Cámara Baja por el Distrito 6, fortaleza y suma de voluntades, saliéndose del esquema de beneficiados por la ola lópezobradorista, porque los votos logrados fueron por su nombre y apellidos.

¿En el PRI, hay aspirantes de valía y con perfil? Desde luego. Sólo que el tricolor debe alejarse del autoritarismo en la imposición de banderas. Darle oportunidad no únicamente a quienes han buscado con paciencia, tiempo y circunstancias, ser; sino contrastarlos con otros cuadros, jóvenes, carismáticos, comprometidos.

Ernesto Gándara Camou no debe de ir solo en esa lucha, porque reflejaría el viejo vicio de los hombres únicos y providenciales que dice combatir. Por el contrario, aceptar medirse con la sangre nueva del priísmo, quienes no obstante su juventud, poseen hechura y madurez para atender el llamado de Sonora. Y si lo vencen, reconocerlo con alta dignidad, sumándose.

¿Por ejemplo?

Rogelio Díaz Brown, Ernesto de Lucas, y una mujer: Natalia Rivera.

¿Candidato de unidad? Tal vez.

Pero si lo valida la ciudadanía con su voto, mejor.

Le saludo, lector.

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