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En el viejo régimen todo era simulación. El presidente de la República simulaba imparcialidad y sana distancia respecto de los procesos electorales, pero por debajo de cuerdas movía los hilos de su partido, sus aliados, sus intelectuales orgánicos, sus voceros y sus operadores para incidir en las elecciones, sacando ventaja, desde luego.

Hoy eso ya no sucede. Ya no hay simulación. Ahora, sin esconder la mano, el presidente mueve los hilos de su partido, sus aliados, sus intelectuales orgánicos, sus voceros y sus operadores para incidir en los procesos electorales sacando ventaja, desde luego.

La carta con la que el presidente responde a un grupo de intelectuales a quienes llama ‘orgánicos’, pero para serlo tendrían que participar del diseño y operación de las políticas públicas del Estado, legitimando al grupo hegemónico, y eso no sucede. Sucedió en el pasado reciente, pero ya no; ahora ese papel lo desempeñan otros.

Pero bueno, ese no es el punto. El punto es que en el desplegado que firman 30 intelectuales entre los que figuran Héctor Aguilar Camín, Enrique Krauze, Jorge G. Castañeda, Ángeles Mastretta, Jesús Reyes Heroles, Javier Sicilia y otros conocidos opositores de la 4T llaman a sumar fuerzas para rescatar el papel de la Cámara de Diputados como contrapeso del Ejecutivo y “obligar al gobierno a respetar la pluralidad democrática”.

Acusan al gobierno de López Obrador de concentrar el poder del gobierno, de destruir la administración pública y las instituciones constitucionales; de despreciar las instituciones autónomas, las esferas científicas y culturales, así como el movimiento de las mujeres que luchan por la igualdad.

Desde luego, no fueron lejos por la respuesta, que les llegó desde el mismísimo presidente de la República, jefe nato del partido en el gobierno, comandante supremo de las fuerzas armadas y evidentemente, director de orquesta en el concierto de trolls y bots al servicio del poder.

La carta es reveladora no tanto porque confirma lo que el presidente repite una y otra vez en sus mañaneras respecto a sus opositores, sino porque el presidente se mete de lleno a la contienda electoral 2021 reprochando a los abajofirmantes su falta de honestidad política e intelectual pues “casi todos ellos defendieron o guardaron silencio cómplice ante los fraudes electorales de la historia reciente del país”.

Cuestiona también la idea de una alianza opositora que recupere el papel de contrapeso de la Cámara de Diputados; contrapeso que, sugiere, se lograba a punta de billetazos como los de Emilio Lozoya, que está a punto de revelar parte de esa trama.

“En fin, en 2021 el pueblo decidirá libremente sobre su destino. Y de verdad no creo que la mayoría apoye el regreso al país de la corrupción, de los potentados, de los intelectuales orgánicos, de los privilegios, de la hipocresía, de la marginación, del clasismo y del racismo”, apunta.

Como siempre, AMLO parte del supuesto de que todos esos vicios del pasado ya se acabaron desde el primero de diciembre de 2018, pero la idea de que todo prevalece y sólo cambiaron algunos personajes (potentados, corruptos, privilegiados, hipócritas, clasistas) comienza a permear incluso entre sus votantes.

Y concluye: “No cabe duda que vivimos tiempos interesantes. Sea por interés o por puro coraje, los conservadores que fingían ser liberales por fin se están quitando la máscara”.

Insisto, no hay nada nuevo en la visión dicotómica del presidente, en la que no hay más que liberales buenos y conservadores malos. Eso lo repite cada mañana. El punto es que ante la inminencia del proceso electoral, el presidente ya perfiló más claramente lo que pasará en los próximos meses.

La elección 2021 será una elección de Estado y, aunque López Obrador no aparezca en las boletas será, desde su privilegiada posición, el principal activista de la campaña de Morena. 

Eso sí, sin la simulación, la hipocresía, la corrupción de antes. Ahora será con la simulación, la hipocresía y la corrupción vigentes.

II

Y a propósito de campañas de Estado, circuló ayer con cierta profusión una captura de pantalla conteniendo una conversación entre un funcionario federal de la 4T y alguien no identificado, en la que presuntamente está por lanzarse una campaña negra contra personajes del gobierno estatal.

Aluden a ella como ‘CAPCO’ (Plataforma Digital de Contención y Acción Política Contra Oposición) y básicamente consistiría en revelar una serie de expedientes “de los principales tomadores de decisiones del gobierno del estado de Sonora”.

Los expedientes, se lee en un documento difundido por Whatsapp, fueron realizados tras una exhaustiva pesquisa y estarán compuestos por copias de escrituras de propiedades extraídas del Registro Público de la Propiedad, fotografías y “fake news” según aplique el sujeto para la estrategia.

“Queda a su discreción la filtración de dicho material, en base a sus necesidades”, se lee en la presunta tarjeta informativa.

Llama la atención el hecho de que se admita el uso de ‘fake news’ y se dé luz verde para la filtración a ‘medios clave’ de la 4T en Sonora, en base a sus necesidades.

De resultar cierta esta filtración, en los próximos días estaríamos asistiendo a la revelación de datos, verdaderos o falsos que involucrarían a personajes de la administración estatal, y todo ello orquestado desde algunas oficinas del gobierno federal en Sonora que, en caso de resultar cierto, revelaremos algunos nombres de los presuntos responsables.

III

Se tardaron pero por fin hicieron rodar la cabeza del administrador de la aduana en San Luis Río Colorado, Alejandro Aguirre, protagonista de reiterados escándalos al amparo de una presunta influencia con el secretario de Seguridad federal, Alfonso Durazo y hasta del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Este es un caso típico del ladrillo mareador, pues en cuanto llegó a ese cargo al señor se le obnubiló la mirada y se quiso comer la lumbre a puños, despojándose del más mínimo sentido de la prudencia y perdiendo de vista la línea que separa la vida pública de la privada.

Entró en conflicto con su personal, con el alcalde sanluisino, con periodistas y hasta con su familia, ventilando todo en sus propias redes sociales.

Sus contantes escándalos atrajeron la mirada de sus superiores en el centro del país y, con el cambio en la Dirección General de Aduanas motivado por las recurrentes denuncias de corrupción en varios estados del país, el nuevo titular Horacio Duarte hizo buenos los pronósticos y comenzó una purga de malos funcionarios. 

La cabeza de Alejandro Aguirre fue una de las primeras en caer.

Fiel a su estilo, el hoy ex funcionario federal escribió en su cuenta de Facebook un texto exculpatorio cargado de frustración: “Es increíble que la corrupción llegue a niveles que hasta los que se dicen o son amigos del presidente lo estén engañando. Yo  no vivo de Aduanas, me retiro para iniciar una etapa por Sonora. Mi agradecimiento siempre a los verdaderos luchadores por el cambio en México. Y a mi equipo mil gracias por su empeño y esfuerzo trabajando doce horas diarias y haciendo diferencia como nunca antes en esta aduana. Me llevo el gusto de haber conocido gentes (sic) increíbles y sólo les digo a ellos que se preparen para su futuro. Abrazo a todas y todos”.

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