Sobre aviso (a veces) no hay engaño

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Esta no me la platicaron porque yo estuve ahí reporteando la nota. Fue en un lujoso hotel de San Carlos y era el mes de noviembre de 2010.

Recién había cumplido un año de haber sido electo gobernador del estado, cuando Guillermo Padrés reunió a su gabinete legal y ampliado y a un pequeño ejército cercano a los 400 funcionarios y funcionarias que llegaron en 2009 a inaugurar la alternancia en Sonora, después de ininiterrumpidos gobiernos del PRI.

En ese momento hasta yo pensé que el gobernador hablaba en serio. Apelando a lo mejor de la doctrina panista sobre moral, ética, honestidad, bien común y demás, les dio a los allí presentes la regañada de su vida.

No era para menos. Apenas tenían un año de haber ganado las elecciones y ya eran legión los que, habiendo llegado con una mano atrás y otra adelante, con un piojo tridimensional encima y no traían ni tabaco en sus bolsillos, se convirtieron pronto en la comidilla de toda sobremesa, especialmente en la muy perspicaz y comunicativa sociedad hermosillense.

Y es que era muy evidente lo que ocurría. En menos de un año, muchos de los nuevos funcionarios sufrieron la metamorfosis de lo que suele conocerse como ‘Las 4 C’: cambiaron de Casa, Carro, Comida y hasta de Cul… tura. 

En una pantalla gigante, el gobernador Padrés proyectó unas imágenes de la telenovela que en ese entonces encabezaba los ratings de Televisa, un churro titulado ‘El Premio Mayor’, cuyo personaje central era un pobre diablo que le pegó al ‘gordo’ de la lotería nacional y súbitamente comenzó a darse vida de millonario, aunque lo guarro jamás pudo quitárselo.

Con ese personaje, Guillermo Padrés comparó “a más de cincuenta que estoy viendo” –dijo– y así diciendo los llamó a la cordura, a la humildad, a evitar el canibalismo y la soberbia y a privilegiar el proyecto del llamado Nuevo Sonora antes que el interés personal. 

Fue más allá: les advirtió que no se sorprendieran si se quedaban sin chamba por ese tipo de conductas, ya que no quería pasar por la vergüenza de regresarle el poder a los priistas por culpa de los malos funcionarios panistas; que no quería ser recordado como un gobernador de debut y despedida, les subrayó.

La historia suele ser, sin embargo, despiadada, y más si le ayudas un poco.

Porque la arenga de Guillermo Padrés en aquel entonces y ya vista en retrospectiva, se asemejaba mucho a la fábula genial de Samaniego, aquella en la que el cangrejo más anciano convocó a una reunión urgente para decretar que, en adelante, las mamás cangrejos habrían de enseñar a las nuevas generaciones a caminar para adelante.

“Lo diré sin rodeos. Debemos dejar de caminar para atrás. Todos nos usan como ejemplo negativo y hablan de nosotros como si fuéramos unos retrógrados”, dice la fábula.

“Para nosotros hay poca esperanza, pues ya es muy difícil cambiar, pero la nueva generación será más fácil”, dijo el cangrejo anciano.

Y así lo  hicieron las mamás cangrejo, intentando de mil formas enseñar a sus cangrejitos a no caminar más para atrás.

“Un día sucedió algo curioso: uno de los cangrejitos se dio cuenta de que sus mamás les enseñaban a caminar para adelante pero ellas mismas y los demás cangrejos mayores continuaban caminando para atrás, y muy rápido”. 

El consejo del cangrejo anciano quedó en la nada y la moraleja de la fábula es que “no se puede pedir a los demás que hagan lo que nosotros no hacemos”.

Cualquier semejanza con el padrecismo es, más que una coincidencia, un oscuro pasaje de esa historia en la que el mismísimo gobernador y varios de sus principales funcionarios fueron encarcelados por corruptos.

El pasaje de aquel lujoso hotel en San Carlos y la fábula de Samaniego vinieron a la memoria porque ayer, el gobernador electo Alfonso Durazo Montaño, con mucha mayor previsión que Padrés, lanzó severas advertencias a sus eventuales colaboradores y a quienes le acompañaron en la batalla electoral.

En un discurso muy similar al de Guillermo Padrés, Durazo advirtió en un evento con morenistas de Cajeme, pero con destino a los de todo el estado, lo siguiente: 

“No quiero luego decir que no lo dije. Ofrecimos gobiernos humildes; ofrecimos en campaña que trabajaríamos para la gente y yo espero que nadie que se incorpore al gobierno en alguno de sus niveles envanezcan en el camino; espero que nadie que llegue honesto se vuelva corrupto; que nadie que llegó sencillo y humilde se vuelva arrogante, que se suba a un ladrillo, porque a ese lo vamos a empujar y a bajarlo a empujones”, dijo.

Y Agregó: “tenemos que gobernar apegados a los principios de la 4T. No debemos de permitir una sola rata en el gobierno; yo no voy a permitir una sola rata en mi gobierno, y si se nos cuela alguno, va pa’ fuera”, advirtió, tajante.

No pretendo con esto, Dios me libre (y nos libre), establecer alguna similitud entre Guillermo Padrés y Alfonso Durazo que vaya más allá de la curiosa coincidencia en el discurso anticorrupción y el llamado a conducirse bajo los preceptos de honestidad que, en el caso del primero ya vimos a donde fueron a parar.

Lo que sí resulta claro es que si el gobernador electo está advirtiendo desde ahora que les va a hacer manicure con hachuela a los que lleguen con intenciones aviesas, es que quizás ya las haya detectado. Y si no lo ha hecho, pues sobre aviso no hay engaño.

Porque si otra cosa queda clara, es que muchos de aquellos 400 que estuvieron en el lujoso hotel de San Carlos en 2010, con el correr de los años se fueron acercando a Morena y no son pocos los que han escalado posiciones legislativas y de gobierno, en cualquier nivel, en el proyecto de López Obrador.

Otros tantos de aquellos -incluso varios que pisaron la cárcel-, sin figurar mucho trabajaron en los últimos años para el proyecto de la cuarta transformación y están que se relamen los bigotes para regresar por lo que dejaron.

¿Nombres?

La memoriosa lectora, el grillísimo lector los tienen más ubicados que quien esto escribe, así que pueden ayudar a confeccionar una lista muy completa, citándolos al pie de esta columna y confirmando si es que ya aprendieron a caminar para adelante, o siguen, como los cangrejos de Samaniego, caminando siempre para atrás.

Yo por mi parte, solo cumplo con refrescar la memoria, confiando en que Durazo no es Padrés (que por cierto no empujó a nadie del ladrillo en sus seis años de gobierno), y que hará buenos los pronósticos y la metafórica advertencia del mismísimo presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, autor de esa frase sobre el manicure con hachuela.

Que así sea.

II

Y a propósito de políticas anticorrupción, vayan desde aquí los mejores deseos para que nuestro amigo Odracir Espinoza se recupere pronto, ya que pasó a ser parte de la estadística de infectados con el maldito coronavirus.

El fiscal anticorrupción se encuentra en estos momentos evaluando una oferta de trabajo que trasciende no solo las fronteras de Sonora, sino de México, y en cuanto podamos conversar con él les daremos más detalles.

Odracir termina el periodo para el que fue electo por el Congreso del Estado el próximo 12 de septiembre y tiene posibilidades de ser ratificado en el cargo, ya que esa facultad recae en la Fiscal General del estado, Claudia Indira Contreras. Es el mismo caso para el fiscal de delitos electorales, Daniel Núñez, que si bien fueron electos por el Congreso, a raíz de reformas legales posteriores, ahora ya ni siquiera interviene el Poder Ejecutivo, sino que es la Fiscal estatal quien decide si continúan o no.

Luego les pasamos más datos.

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