
Me recordaba el doctor, poeta y amigo Rigoberto Badilla López, los tiempos en que nuestro Grupo Cultural Siglo XX, lanzó desde Cajeme al mundo, la proclama para que 1980 fuese reconocido como el año de la poesía. Comentaba Rigoberto: “Han pasado muchos años, muchos, sin embargo nuestra iniciativa ha rendido sus frutos: ya existe El Año Mundial de la Poesía, por lo cual debemos afirmar jubilosos, ¡misión cumplida!”…
Y, efectivamente, fue hasta 1999 cuando la UNESCO propuso (claro que no por nuestra petición) celebrar el Día Mundial de la Poesía cada 21 de marzo del calendario, durante conferencia realizada en París, con el objetivo de apoyar y fomentar ese día la diversidad lingüística mediante la creación poética, así como visibilizar aquellas lenguas que actualmente se encuentran en peligro de desaparición”.
Nuestra propuesta, decía y dice, porque el documento existe: “Los poetas Bernardo Elenes Habas y Alejandro Román Rivera Luciano, en pleno ejercicio de la profesión poética, desde Cajeme, Sonora, tierra fértil de luminosos cantos yaquis, proclamamos: que el año en curso -1980-, sea reconocido universalmente como “El año de la Poesía”, para que en todos los rincones del orbe donde vibre el corazón de un niño, se establezca en las escuelas por decreto de solidaridad, humanismo y esperanza, el aprendizaje de un poema por semana, para que cada niño sea un poemario abierto.
Cajeme, Río Yaqui, Sonora, México. Enero 1 de 1980. Cariñosamente Alejandro Román Rivera Luciano, Bernardo Elenes Habas. Testigo, Cecilia Gurrola I”.
Soñábamos, pues, como nos aconsejaba el periodista y poeta Bartolomé Delgado de León, en poetizarnos antes que politizarnos, porque ciertamente avizorábamos tiempos difíciles de frialdad y violencia, y queríamos forjar generaciones sensibles al arte, a la cultura… Todavía lo seguimos intentando…
Bernardo Elenes Habas
Que hablen los poemas.
Que desgranen sus luces
y sus sombras.
y sus distancias.
Que se vuelvan de agua,
de papel, de viento inesperado.
Que hablen los poemas.
Que sus metáforas
se abran como pétalos.
Que se fracturen los silencios
y la canción navegue
las guitarras.
Que se beban tu voz
y tus otoños.
Que siembren la parcela
de tu vientre,
con espigas de sol,
con ríos desbordados.
Que hablen los poemas.
Que trasciendan
la ira y el discurso.
Que se conviertan
-gotas de lluvia cayendo
sobre el mar-
en oraciones transparentes,
en la plegaria azul
para encontrar la eternidad
de los ojos de Dios,
que son tus ojos…
Que hablen con tu voz,
ahora y siempre,
los poemas…
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