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El desarrollo de resistencia a los antibióticos es un proceso natural e inevitable. Es así porque los microorganismos son seres vivos que a lo largo de su evolución han desarrollado estrategias que les permitan explorar nuevos nichos y sobrevivir. Los antibióticos no son invención de los humanos, están presentes desde años antes de que los humanos empezaran a poblar el planeta. Los microorganismos durante siglos se han enfrentado con compuestos diversos, de los que hoy derivamos nuestros actuales antibióticos, y por consecuencia pueden actualmente tener resistencia de entrada, es decir, pueden defenderse y convertirse en súper bacterias.

En un contexto histórico, el conocimiento de la asociación entre enfermedad e infecciones llevó inicialmente al descubrimiento y producción de vacunas. Alexander Fleming adelantándose a su época enfatizó que el uso indiscriminado de la penicilina llevaría a un rápido desarrollo de resistencia. Pronto se reconoció la producción de penicilinasa, enzima de la que se han descrito más de 100 tipos y que inactiva a la penicilina. Empezaba así una carrera perdida desde el inicio donde el volumen de la producción industrial de moléculas con efecto antibiótico, lo mismo que la diseminación de los determinantes de la resistencia entre bacterias. Hoy la gran mayoría de los procesos infecciosos se resuelven con cursos cortos de tratamiento, pero es cada vez más frecuente encontrar en nuestra práctica y en los reportes científicos ejemplos de una amplia resistencia a los antibióticos. La situación tiene tal gravedad que la OMS la ha calificado como emergencia mundial y ha llamado a sus estados miembros a tomar medidas para mitigar su explosivo desarrollo y a estimular la búsqueda y diseño de nuevas antimicrobianos. En diferentes foros de análisis económico y de política global se describe la situación como potencialmente catastrófica. En su plan de acción contra el crecimiento de la resistencia la OMS esboza las actividades a diferentes niveles, que incluyen: generar y compartir información epidemiológica; aplicación de medidas de prevención de infecciones; optimizar el uso de antibióticos a través del desarrollo de políticas nacionales y globales sobre el consumo y producción de antibióticos; restricciones sobre el consumo de antibióticos como promotores del crecimiento en ganado, y un uso razonado para el consumo humano. Es evidente que se tienen que implementar acciones drásticas, porque de no hacerlo pronto viviremos en la época pos antibióticos.

No es difícil imaginar lo que podríamos enfrentar si no tuviéramos antibióticos útiles en la actualidad. Las más pequeñas laceraciones resultarían amenazas mortales en caso de infección. Con una población de mayor edad, pacientes críticamente enfermos, pacientes con inmunosupresión, entre otros, serían presa de infecciones. Los efectos de la resistencia antimicrobiana son medibles como aumento en costos de tratamiento, mayor tiempo de estancia hospitalaria, aumento de la mortalidad y morbilidad por microorganismos comunes. En tanto que en el ámbito clínico más próximo, la resistencia antimicrobiana contribuye a la falla en el tratamiento, dificulta la aplicación de guías, limitando el tratamiento, y conduce al uso de antibióticos menos efectivos, o con efectos secundarios poco estudiados. Un obstáculo importante en algunas economías medias es la falta de información específica y con la resolución adecuada para dimensionar la magnitud de las infecciones por microorganismos resistentes adquiridos en la comunidad. Es importante destacar que el mayor consumo de antibióticos se da fuera de la medicina, en el sector agroindustrial. Este sector, al ser el principal consumidor de antibióticos, es también el principal generador de resistencia. Cabe destacar que hay una clara relación entre el uso pecuario y la resistencia, es por tanto imperioso desarrollar políticas que limiten la generación de resistencia a antibióticos usados en la clínica. Para aumentar la vida útil de los antibióticos se deberá limitar su uso en la agricultura y establecer programas de educación y regulación vigorosa, así como estimular el diagnóstico temprano y el uso racional de antibióticos. La resistencia es un fenómeno inevitable, pero no debe constituir una sentencia. De particular importancia es la educación de la población general, incluyendo al personal de salud, sobre el uso apropiado de antibióticos, de no hacerlo pronto estaríamos viviendo un apocalipsis antibiótico.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

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