¿DERROTAR AL GRINCH QUE TODOS LLEVAMOS DENTRO?

Por

HSME

16 diciembre, 2018

817

Capturadepantalla2024-04-26alas192343

PrevencionEmbarazo

Lactanciapornostros4

Capturadepantalla2023-02-13alas213814

Capturadepantalla2023-02-13alas214531

Capturadepantalla2022-09-12alas043937

Capturadepantalla2023-02-13alas215907

Capturadepantalla2023-02-13alas220711

El Grinch es un personaje de ficción (un duende), creado en 1957 por Theodor Seuss Geisel (Estados Unidos, 1904-1991). De acuerdo a la enciclopedia más democrática (wikipedia), el Grinch es considerado un símbolo de la Navidad, como una parodia de lo que el moderno mercantilismo de la fiesta produce. El personaje hace referencia al consumismo predominante y la preocupación sólo por sí mismo, alejado completamente del mundo donde viven las personas, al final su corazón vuelve a latir dejando de lado su odio, convirtiéndose en el icono de la navidad. Fuera del periodo navideño el término “Grinch” suele ser sinónimo de grouchy (“gruñón”).

El año pasado, hacía una reflexión ad hoc en éste sitio web. Hoy que la leo de nuevo, sigo pensando exactamente lo mismo, pero se los confieso; no sé si porque estoy ahora, un año más viejo, emerge con mayor facilidad, a diferencia de antes, una neblina nihilista que me atrapa. Y parece que no nomás a mí. Hoy, reviso un mensaje que un querido camarada comparte a través de una de las redes sociales. Lo transcribo tal cual: “Este es el primer diciembre de mi vida que estoy en huelga de adornos navideños. No sé si me da gusto o tristeza. Si es sabio o idiota. Si es depresión o realismo“. No sé que me dio más congoja, si su lectura, o el ver que estaba lleno de “likes”.

Para muchas de las denominaciones cristianas, el día de hoy, se celebra el tercer domingo del tiempo de Adviento, el domingo “Gaudete“, domingo de la alegría. El motivo para éste estado de ánimo, es el alborozo por la cercanía de la fiesta navideña (y lo que significa). Pero si éste tiempo expresa las transformaciones que necesitamos para apropiarnos de lo que la navidad representa, ¿cómo no ser un Grinch? cuando:

• La unión familiar, factor etiológico de muchos de nuestros problemas como sociedad es una entelequia(1,2)

• La respuesta ante los sismos de septiembre del año pasado, mostraba que la generosidad de los mexicanos es verdaderamente conmovedora(3), cuando un inusitado y complejo fenómeno migratorio, ocurrido precisamente en los días cercanos a la navidad, hizo que pusiéramos en tela de duda (al menos en las redes sociales), la bonhomía de muchos de nuestros compatriotas(4).

• Ya nadie cree, en nada y en nadie(5-7).

• Si le preguntásemos éste día a Juan el bautista que hacer ante la cercanía de la natividad y nos respondiera lo que dijo en su tiempo (¿distinto al nuestro?), a muchos de nosotros no nos quedaría más remedio que bajar la cabeza avergonzados(8).

No quiero ser un Grinch que se roba la navidad, quiero, necesito seguir creyendo en la humanidad; quiero, también como el Grinch, llegar a la conclusión de Charles Dickens: “Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año“.

¿Que es una utopía?

Asumamos en el peor de los casos que es así; y si así es, le robaré las palabras a Eduardo Galeano: “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para avanzar.”

Y ya situados en ésta tesitura, traer a colación (again), a Serrat, el indispensable:

¡Ay! Utopía,

cabalgadura

que nos vuelve gigantes en miniatura.

¡Ay! ¡Ay, Utopía,

dulce como el pan nuestro

de cada día!

¡Ay! Utopía,

incorregible

que no tiene bastante con lo posible.

¡Ay! ¡Ay, Utopía

que levanta huracanes