El camino de 2024 pasa por el 2022

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Lo que siguió a la jornada electoral del domingo fue una guerra de cifras y de interpretaciones sobre los resultados, para tratar de demostrar a quién de las partes en disputa le fue mejor o peor.

Las dos grandes alianzas que midieron sus fuerzas se anotaron sendos triunfos y sufrieron severos descalabros; ninguna ganó ni perdió todo, aunque sí se movió un poco el tablero de la correlación de fuerzas en el plano nacional.

Aunque no se han terminado de contar los votos, las proyecciones estiman que Morena pierda unas 50 curules, lo cual abollaría la mayoría simple que por sí sola conquistó hace tres años, cuando alcanzó 256 diputaciones, aunque ayudados por los mecanismos de sobrerrepresentación y la suma de legisladores de otros partidos aliados.

Esta vez estaría ganando entre 190 y 203 curules, pero con sus aliados del Verde y el PT podría llegar hasta 292 asientos. La mayoría calificada, necesaria para reformas constitucionales es de 332, algo que ciertamente nunca ha tenido, pero en su momento se apoyó en diputados del PRI, PAN y MC para lograrlas.

Hoy seguirá necesitando de esos votos, aunque la campaña electoral dejó muchas heridas abiertas y eso encarecerá sin duda las negociaciones. En descargo hay que decir que a priistas, panistas y emecistas no les ha temblado mucho la mano a la hora de votar por algunas iniciativas del presidente y su partido en la actual legislatura.

¿Fue una derrota para Morena? Perder 50 diputados en una elección siempre será una derrota, pero no cambia en lo fundamental la composición de la Cámara. Fue más doloroso perder nueve alcaldías en la Ciudad de México, el corazón de la izquierda nacional, donde el resto de los partidos sólo obtenían triunfos esporádicos en dos o tres delegaciones. 

Este tema es materia de análisis en muchos espacios periodísticos, porque entre otras cosas le pega fuertemente a la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum y, colateralmente a Marcelo Ebrard, los delfines de AMLO rumbo a su propia sucesión.

Perder la mitad de la ciudad ante el ‘conservadurismo’ no es asunto menor en la perspectiva de 2024.

Pero del otro lado también hubo derrotas fuertes. El PRI fue el que resultó más dañado pues perdió ocho de las 12 gubernaturas que tenía, entre ellas la de Sonora, Michoacán, Campeche, Colima y Guerrero. 

Con todo y eso, y considerando el resultado global, es el partido del presidente el que registra una mayor pérdida de votos. Ya se ha publicitado mucho que de aquellos 30 millones obtenidos en 2018, en la elección del pasado domingo perdió 14 millones y esas no pueden ser buenas noticias para Morena, aunque intenten minimizarlo.

Hay un dato curioso: por separado, el PRI y el PAN obtuvieron 17.5 millones de votos en 2018; el PRD quizás unos dos millones, aunque fue en alianza con el PAN. 

Para esta elección, los tres partidos aliados obtuvieron 22 millones de votos, lo que significa que en términos reales la alianza no sumó significativamente más votos que hace tres años. Sin embargo, obtuvo más que Morena, que en alianza con el PT y el Verde se quedó dos millones debajo de esa cifra. 

La prueba que viene es la consulta popular para la revocación del mandato presidencial el año que entra. Es muy probable que AMLO consiga el refrendo en esa votación, pero será interesante ver cuánto crece, si es que crece, el voto opositor, porque eso perfilaría la competencia por la sucesión presidencial en 2024.

En resumen, Morena sigue muy fuerte en todo el país y el presidente también, aunque con menos margen de aceptación; la oposición no ha crecido lo suficiente, pero comienza a salir del marasmo post 2018 cuando se ganó el calificativo de ‘moralmente derrotada’. 

II

Pasada la elección y con resultados a la vista, ya se registró el primer contacto entre los dos gobernadores de Sonora: la constitucional y el electo, para abrir el proceso de entrega recepción de la administración pública estatal, en la que cada uno de ellos habrá de nombrar el equipo de profesionales para hacerse cargo.

Claudia Pavlovich Arellano manifestó estar lista para trabajar en ese proceso y que se haga de manera ordenada y transparente; Alfonso Durazo Montaño, por su parte informó que ambas partes establecerán de inmediato un grupo de trabajo para coordinar esas tareas, que son sumamente complejas, pues implica recibir toda la información de cada una de las dependencias.

Es alentador saber que este primer acuerdo se da apenas unas horas después de conocerse los resultados oficiales de la elección para gobernador, porque eso significa que el proceso electoral se desarrolló en condiciones de civilidad y transparencia, ante resultados contundentes que ahuyentaron cualquier posibilidad de conflicto poselectoral.

Durante los siguientes tres meses, ambos equipos trabajarán en el análisis de toda la información disponible en cada una de las secretarías y organismos descentralizados, afinando detalles para que la sucesión gubernamental transite por el camino de la armonía y se ponga a trabajar de inmediato.

En este proceso serán de mucha utilidad los análisis realizados por organismos como la Auditoría Superior de la Federación y la propia secretaría de Hacienda federal que en los últimos tres años han colocado a Sonora en los primeros lugares en materia de transparencia y rendición de cuentas.

Por parte del equipo de Alfonso Durazo seguramente veremos ahí a reconocidos académicos de El Colegio de Sonora y la Unison que fueron un importante apoyo desde su campaña para senador y que acumulan mucha experiencia en el aula, aunque no tanto en la administración pública.

Por parte del gobierno del estado, probablemente el equipo vuelva a ser coordinado por Pedro Ángel Contreras, quien estuvo en 2015 al frente de esos trabajos, pero del lado de quienes venían al relevo de la administración saliente. También le ayudó a Ernesto Gándara en la elaboración de su programa de gobierno que traía como propuesta en la campaña.

Con estos primeros acercamientos, la sucesión gubernamental 2021 en Sonora, ha comenzado.

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