Por definición, democracia se entiende como un sistema político que defiende la soberanía del pueblo y su derecho a elegir y controlar a sus gobernantes, pero más allá de la perspectiva electoral, un estado democrático es el que promueve y permite el respeto irrestricto de los derechos y libertades de las personas, la creación de oportunidades iguales para todos, la vigencia del Estado de derecho, la formación de valores de igualdad, tolerancia y respeto.
Democracia es un término y concepto sujeto a las leyes de la dialéctica y a la interpretación de quienes por medios democráticos accedieron a posiciones de mando en el sector público, o sea, el ejercicio ciudadano de votar y elegir a sus gobernantes, no necesariamente se traduce en acciones y actuaciones oficiales acordes a lo que va concatenado a un sistema político y a un gobierno democrático.
Y lo anterior ocurre porque en el ejercicio del voto inciden muchos factores que al final del día ofrecen resultados no acordes a los mejores perfiles y propuestas, dado las recurrentes prácticas antidemocráticas que se implementan desde las nomenclaturas de partidos y de instancias de gobierno para torcer a su favor la voluntad del electorado.
Así las cosas, la democracia en México es pervertida por la impunidad que gozó el presidente Andrés Manuel López Obrador para hacer activismo diario en favor de su partido a lo largo de todo el proceso electoral; la ilegal utilización de programas de gobierno por Morena y sus candidatos; muchos millones de pesos para comprar votos; creación de partidos maruchán para dispersar votación e incluso, incidencia de grupos del crimen organizado.
Es por eso que no sería de extrañar que si bien en el sentido democrático estricto, es irrefutable el triunfo de Alfonso Durazo Montaño y es virtual gobernador electo de Sonora, su ejercicio desde la titularidad del Poder Ejecutivo de la entidad no atienda o atienda a conveniencia los principios que sustentan un ejercicio democrático de su encargo.
Ya veremos y diremos, frente al cercano riesgo de que Sonora se convierta en la región 2 de lo que se practica desde Palacio Nacional, donde el concepto democracia es simplemente utilería y la aplicación del poder político goza de la discrecionalidad de una sola persona, gracias a ese bono democrático que le otorgaron mayorías y vasallos en instancias legislativas.
Por lo pronto, las formas democráticas se cumplieron y en Sonora tenemos gobernador electo, alcaldes, diputados locales y federales electos y lo demás serán consecuencias, que con una sociedad vigilante, participativa y crítica, dichas consecuencias deberán ser buenas, si es que hay voluntad democrática de quienes gobernarán.
Muchos asegunes gravitan en la elección del domingo en Sonora. De acuerdo a datos divulgados por Morena, Durazo Montaño ganó en todos los municipios de la entidad, aunque en 49 de estos ayuntamientos perdió Morena, entre ellos Hermosillo y Puerto Peñasco, en una caprichosa distribución de triunfos y derrotas que incluyen 8 cabildos ganados por el PT; tres independientes; tres para redes sociales; 5 para el MC y 1 para el Panal, además que la Alianza va Por Sonora ganó en 2; el PRI y el PRD ganaron uno cada uno donde fueron solos y el PAN ganó 4 sin alianzas y 21 donde fueron juntos.
Como dato cultural, valga subrayar que en Bavispe, terruño de Durazo Montaño, su hermana Celia obtuvo 406 votos y perdió frente al candidato aliancista Adam Eduardo Langford, quien recibió 590 sufragios, resultado que sí responde a una lógica desde la perspectiva de los antecedentes en esa región.
Difícil de entender los aplastantes triunfos de Morena en Guaymas, Empalme, Cajeme y Navojoa, en donde en los últimos casi tres años sus administraciones fueron ejemplos de corrupción e incompetencias, nepotismo, tráfico de influencias y rústico desempeño, y aún así una mayoría de votantes haya ratificado la permanencia de militantes de ese partido.
Al menos en Hermosillo se pudo escapar o se pudo eludir ser afectados por el Síndrome de Estocolmo o también ser tomados como hijos de la mala vida o eso que dice que el que por su gusto es buey, hasta la coyunta lame, porque sólo así se entiende ese voto tan apabullante en esos municipios por quienes representan lo mismo que sus antecesores, incluso peor, como es el caso de Cajeme.
Paradójico que en Hermosillo haya sido muy costoso para la señora de Puerto Peñasco sus frivolidades, sus vociferantes insultos a diestra y siniestra; que haya llamado taradas a mujeres que defienden el derecho de decidir sobre su propio cuerpo, baches y pésimo estado de la infraestructura urbana y no haya ocurrido lo mismo en otros municipios en condiciones peores y aumentadas por la escalada de violencia criminal en Cajeme o en Guaymas y Empalme donde Sergio Pablo Mariscal, Sara Valle y Francisco Javier Genesta hicieron todo lo necesario para que el electorado pasara factura.
Muchas historias se comentan mediante la comunicación oral, el aquí entre nos, el de la confianza y el que se divulga en corrillos familiares, con los que se pretende encontrar entendimiento y explicación sobre lo ocurrido el pasado domingo, donde la lógica dejó de serlo, pero que a fin de cuentas todo queda en elucubraciones que nada cambian la realidad política que se acaba de instaurar en Sonora.
La tendencia ciudadana que llevó a Antonio Astiazarán ganar en Hermosillo y derrotar a quien se publicitaba como imbatible e incluso más fuerte que Durazo, es un fenómeno que se repitió a lo largo del país, ya Morena perdió la mayoría de las capitales, ya que de las 22 disponibles solo ganó 8.
En el terreno práctico luego de la contundencia del resultado del conteo de votos, bien el que ya se hayan tendido los puentes de comunicación entre Durazo Montaño y la gobernadora Claudia Pavlovich, con miras a una transición ordenada que permita al nuevo gobierno un arranque sin demoras y con todos los hilos en mano.
A lo largo de todo el proceso electoral, la gobernadora se mantuvo estrictamente en el marco de la legalidad y dejo a partidos y candidatos los asuntos que corresponden a partidos y candidatos, a pesar de las provocaciones estúpidas como las del orate mejor conocido como el Bobo Zuatorain e incluso alusiones discursivas infamantes del mismo candidato que resultó ganador de la gubernatura.
Pero tales antecedentes no la involucraron en nada y se mantuvo en sus deberes institucionales, lo cual abona a que haya una transición sin problemas.
Habrá qué ver qué pasa en lo que sigue o sea en cómputo ya en proceso en el Instituto Estatal Electoral, en donde representantes de partidos y representaciones jurídicas tratarán de hacer valer lo que a su derecho convenga para dar trámite final a los resultados en municipios y distritos, particularmente en donde el conteo es muy cerrado, lo cual ocurre en varias de esas jurisdicciones.
Pero a fin de cuentas, tales eventualidades no afectarán los resultados ya dados a conocer a no ser de alguna excepción por ahí, en la que ni por asomo aparece la elección municipal en Hermosillo, donde ya incluso Toño Astiazarán ya presentó a su cuerpo de regidores y sindicatura, sin que tengan buen futuro los pataleos de la perdedora de la elección, así como tampoco en los casos de los distritos locales capitalinos que rescataron Alejandra López Noriega, Ely Sallard y Karina Zárate.
En donde la lucha jurídica saca chispas es en el caso del distrito 05 federal que en los números finales del PREP del INE aparece como triunfadora Kitty Gutiérrez, ya que su adversarioa de Morena, Wendy Briceño ha impugnado la validez de votos donde el sufragante marcó más de un recuadro de la boleta—PRI, PAN o PRD—cuando mientras sean partidos en alianza se puede hacer sin invalidarlo.
Con esa treta pretenden revertir un resultado adverso, sin que tengamos idea de cómo terminará ese litigio postelectoral, aunque por rumbos de la ganadora inicial, hay optimismo respecto a que a fin de cuentas prevalecerá la voluntad ciudadana a su favor.
Y para vergüenzas nadie mejor que el presidentito que padecemos los mexicanos, quien cuando menos debiera aparecer aseado en eventos públicos y no lucir desaliñado y sucio como lo hizo en la ceremonia donde recibió en Palacio Nacional a la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, a quien para acabarla de fregar le dijo presidenta y por apellido le puso Kábala.
Con calzado sucio y pantalón manchado, el presidente apareció en ese ceremonial protocolario, luego que más temprano había alardeado de su capacidad de cooptación para conseguir los espacios perdidos en la Cámara de Diputados, así como haber reconocido muy cumplidamente a bandas del narcotráfico por haber hecho una pausa de sus venganzas durante la jornada electoral. Estamos jodidos.
