La transición del poder, entre la nostalgia y la euforia

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En el Congreso del Estado la delgada línea entre la nostalgia del poder que se diluye y la euforia por ejercerlo a plenitud lo contiene todo: el deber cumplido y las asignaturas pendientes; el recuento y el balance, el espaldarazo y las sonrisas panorámicas, el ‘sí se pudo, sí se pudo’ que hubiera querido ser más intenso, pero pues pandemia y poca gente.

Con los brazos sobre una valla metálica, el ex secretario de Gobierno Miguel Ernesto Pompa Corella bromea con que no lo dejaron pasar. La parafernalia del poder está del otro lado de la valla, donde él estuvo casi seis años pero ya no; a partir de este día, sirve a otros.

Un fuerte contingente policiaco y militar tiene prácticamente tomada la sede del Poder Legislativo desde las primeras horas de la mañana y ya en la noche mantiene un estricto control de los accesos.

Al lado de ‘El Potrillo’, otros personeros del gobierno que termina también están detrás de las vallas: Ivonne Andrade, coordinadora de Comunicación Social, María Elena Verduzco, de Radio Sonora; Jorge ‘El Yogui’ Durán Puente, secretario Particular de la gobernadora…

La sonrisa debajo del cubrebocas se les nota en los ojos, pero es una sonrisa con el aire melancólico del adiós, que contrasta con las carcajadas, los gritos, los redobles de tambores que tocan los muchachos de una banda que se vino en marcha desde Palacio de Gobierno poniéndole el toque festivo, que a su vez contrasta con la solemnidad combativa de las consignas que un grupo allí presenta corea a voz en cuello: ‘Ayotzinapa vive/la lucha sigue-sigue-sigue’.

Del otro lado de las vallas que delimitan el adiós y la despedida, Edgar ‘El Güero’ Sallard controla el acceso al recinto donde se ubicó a reporteras y reporteros. Es el nuevo titular de lo que será el Sistema de Estatal de Comunicación Social y anda de un lado a otro atendiéndoles, saludando, intercambiando impresiones entre el nido de grillos. 

Conoce bien a los más nuevos porque fue el responsable de prensa durante la campaña, y también a los más viejos porque hace treinta años él mismo era su fuente de información durante el movimiento universitario contra la Ley 4. 

Pasa de las once de la noche y en las afueras del Congreso hay menos gente de la que habitualmente suele acudir a este ritual sexenal. La pandemia también le resta intensidad a la política. Hay un contingente del Movimiento 30 de julio. Derechohabientes del Isssteson, jubilados y pensionados que reclaman sus pagos y que llegaron para celebrar el triunfo de la cuarta transformación en Sonora, depositando en ello la esperanza por la justicia que reclaman.

Pero la protesta es más bien simbólica. Entre la nostalgia de unos y la euforia de otros se ve que la transición fue bien ‘planchada’ y hay un pacto de no agresión, al menos por ahora. 

Nada que ver con las dos sucesiones anteriores.

A Eduardo Bours le cayó encima la tragedia de la Guardería ABC tres meses antes de su relevo y una multitud vociferante lo apabulló a mentadas; de Guillermo Padrés ni se diga: abandonó el Congreso por el estacionamiento trasero del edificio, donde lo esperaba una Suburban que arrancó a toda prisa entre airados reclamos.

Esta vez la transición fue lo más cercano al terciopelo de los acuerdos. Protocolos de entrada y salida, una pequeña multitud más celebratoria que agresiva. Tampoco hubo los contingentes que usualmente protagonizan una guerra de porras a favor y en contra de los principales protagonistas del relevo sexenal.

Por protocolos sanitarios, el espacio reservado para el público en el salón de plenos fue ocupado solo por invitados especiales: el ex gobernador Samuel Ocaña, los gobernadores de Baja California y Baja California Sur, de Nayarit, de Sinaloa. Titulares del Poder Judicial y la Fiscalía estatal; los dirigentes nacionales de Morena y el PT, Mario Delgado y Alberto Anaya; Luis Donaldo Colosio Riojas, Ana Gabriela Guevara, Jorge Taddei,. Militares de alto rango, funcionarios estatales y federales. 51 por todas cuentas.

Alfonso Durazo llegó pasadas de las 00:00 horas acompañado de su esposa y sus hijos, recorrió brevemente las vallas saludando gente y entró presuroso al recinto legislativo. Allí lo esperaba Jacobo Mendoza, presidente del Congreso, ex dirigente estatal de Morena y el encargado de tomarle la protesta después de los protocolos reglamentarios.

El ‘Sí, protesto’ rubricó mucho más que una campaña electoral. Coronó la lucha de décadas desde una izquierda que solo pudo llegar a condición de renunciar a sus atavismos más recalcitrantes y sumar, en un movimiento político-social amplio y plural a distintas fuerzas que integran una amalgama que va de un extremo a otro del espectro ideológico, con un sentido más pragmático y un objetivo central que el propio Durazo Montaño dejó claro desde el inicio de su campaña: poner fin a la hegemonía de los grupos de poder que en los últimos 30 años lo han usufructuado.

Atrás quedó una campaña por momentos ríspida y anoche quedó atrás también el protocolo. Sigue lo más difícil: cumplir las expectativas de los sonorenses que llevaron a Durazo Montaño a la gubernatura y le dieron a su vez una mayoría legislativa contundente para sacar adelante su proyecto de gobierno. 

La ventaja de Durazo sobre Ernesto Gándara, el candidato de la alianza PRI-PAN-PRD fue inobjetable: casi 150 mil votos de diferencia que, sin embargo fueron obtenidos en el contexto de una participación ciudadana menor a la registrada hace seis años. 

Eso significa muchas cosas, pero una de ellas es que las campañas no despertaron el entusiasmo esperado; tampoco se incorporaron nuevos votos de manera significativa, sino que el fenómeno más interesante fue la migración del voto desde el PRI y el PAN hacia Morena y sus aliados, lo que tiene una doble lectura: por un lado el desencanto hacia esas opciones que este año fueron en alianza (incluyendo al PRD), y por el otro un voto de confianza hacia esa fuerza emergente que es Morena.

Alfonso Durazo Montaño es ya el gobernador constitucional del estado de Sonora, y lo es en condiciones políticas inmejorables para el ejercicio del poder: una sólida legitimidad emanada de las urnas, una mayoría legislativa afín a su proyecto y un equipo personalmente ‘palomeado’ por él para acompañarlo en esta empresa.

No tienen, como él mismo lo ha dicho, derecho a fallarle a los sonorenses.

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