De acuerdo a la precaria situación del país en todos los aspectos, el ofrecimiento del presidente Andrés Manuel López Obrador al presidente municipal de Hermosillo, Antonio Astiazarán Gutiérrez, respecto de qué sabor quiere la nieve, debiera ser generalizado a toda la ciudadanía, que sufre las consecuencias de un gobierno torpe e incapaz de atender sus demandas.
Nadie debiera deslegitimar, menos el presidente, el derecho constitucional de petición y mucho menos vomitar burlas en contra de quien tiene ese atrevimiento, que en el caso que nos ocupa es simplemente el que el gobierno federal incluya a Hermosillo en el programa nacional de infraestructura que anunció el mismo López Obrador hace unos días al reconocer que los baches son un problema muy sentido por la gente. No más, no menos.
“Y la nieve de qué la quiere”, espetó quien evidentemente responde a una intención perversa en contra de los hermosillenses, más que en contra de su autoridad municipal, ya que no se puede interpretar de otra forma su reacción frívola, superficial e insolente que anuncia adelantado rechazo a que la federación destine recursos para bacheo de vialidades capitalinas.
Por supuesto que el bacheo es tarea de los ayuntamientos, pero otra cosa es el financiamiento de dichas tareas, así como ocurre en materia de seguridad pública y otras que corresponden a esta primera instancia de gobierno y su interacción con los ciudadanos y que forman parte de los ejercicios presupuestales anuales donde concurren partidas federales, estatales y recaudación propia.
“Y la nieve de qué la quieren”, podría responder el presidente a ciudadanos sonorenses que vivimos en la incertidumbre por los altos niveles de violencia y criminalidad y que exigimos resultados de su estrategia de abrazos y no balazos, y de la misma forma podría responder a la tribu yaqui que exige se incluya en su plan de justicia la cancelación del acueducto Independencia.
A falta de respuestas en tantos rubros, todos queremos el ofrecimiento de nieve sin importar el sabor, que parafraseando al munícipe capitalino, pero que venga con respuestas concretas del gobierno para que por ejemplo se detenga la escalada inflacionaria que tiene al alza a prácticamente todos los productos de consumo popular y de servicios.
“Y la Nieve de que la quiere”, pregunta y la respuesta es que la que sea, pero que venga junto al cumplimiento de sus responsabilidades sin distingo de colores partidistas, y de pilón, que deje de decir estupideces e insultar a la inteligencia de la gente y respete la investidura de instancias de gobierno constitucionalmente electas.
El caso es que fue tan rústico el exabrupto presidencial, que no resultó para nada difícil el que Toño Astiazarán saque un muy buen provecho al poner sobre la mesa una problemática que no solo se trata de resolver el problema de los baches, si no también de la necesidad de que el gobierno federal atienda el desarrollo de los municipios y para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
A lo mejor sería bueno que el gobernador Alfonso Durazo platicara con su presidente, que se supone lo escucha, y le delineara muy bien lo que dijo al inaugurar el Fondo de Aportaciones a la Infraestructura Social: “voy a gobernar desde los municipios, porque si las cosas van bien en los municipios, van ir bien en el Estado; si las cosas no van bien en los municipios, no irán bien en el Estado”, dijo e inferimos que Hermosillo está incluido en esa reflexión.
Como sea, muy bien librado de la catilinaria presidencial salió nuestro alcalde, quien dejó ver, además de su visión de estado, experiencia y equilibrio emocional, su vagancia que solo se adquiere con una formación política plural y por su reconocido activismo de tierra, y es de esperarse, que ese manejo tan inteligente ante la insolencia, desactive las ínfulas excluyentes que emanan desde Palacio Nacional en contra de los hermosillenses.
Por lo pronto, muy buena la foto donde degusta rica nieve de pitaya, creemos, en un evidente mensaje de que más allá de las frivolidades de López Obrador, el derecho le asiste para desplegar las gestiones que sean necesarias para atender necesidades y exigencias ciudadanas de los habitantes de la jurisdicción política que gobierna.
Por otra parte, hicimos un denodado esfuerzo para dar seguimiento a los diversos posicionamientos de los grupos parlamentarios a la 63 Legislatura de Sonora, respecto al Informe de Resultados de la Cuenta Pública Estatal 2020, que les fue entregado por el auditor mayor del ISAF, Jesús Ramón Moya Grijalva, y en un apretado resumen, podemos asegurar que así como ocurre cada año, se trató simplemente de palabrería en la mayoría de los casos.
Resulta evidente la ignorancia de la mayoría de quienes integran la representación popular sonorense sobre el ya complicado tema de la fiscalización, convertido en simplada ya que se concretan en banalidades al no ocuparse en consultar toda esa documentación de respaldo que se les pone a su consideración, omisión en la que incurren sus bien pagados asesores que olvidan que se trata de un trámite de orden técnico.
Tal como ocurre cada año, no hubo debate, solo se trató de posicionamientos de las distintas bancadas sobre el mismo tema, destacando la puntual exposición del coordinador del grupo parlamentaria del PRI, Ernesto de Lucas, al resumir el esfuerzo desplegado por la anterior administración ante el ejercicio más complicado de la historia de Sonora, dados los efectos de la pandemia por el Covid-19.
Y fue cuidadoso y hasta cortés al no referirse para nada a las torpezas de la federación en materia económica, mientras que resaltó como Sonora se levantó desde el sótano hasta los primeros lugares de entre todos los estados del país en materia de transparencia y rendición de cuentas; en la implementación del nuevo sistema de justicia penal; en los niveles de aprovechamiento escolar; en generación de empleos e inversiones.
Se aventó “El Pato”, en tanto que el Kiko Munro simplemente se asumió como crítico de la anterior administración con tintes de revancha, sin importar que ese gobierno, cuyo partido el PRI, ya como aliado a lo mejor salvó el registro de su partido el PAN y con ello haber logrado esa diputación plurinominal por la que ahora cobra.
Muy bien el diputado del Panal, Fermín Trujillo, quien sin referencias directas al documento del ISAF, diseccionó las distintas vertientes y componentes de los procesos de fiscalización y de auditoría gubernamental, dejando ver o infiriendo que diputadas y diputados no saben ni papa de eso y en todo caso subrayó la importancia de cómo al paso de los años se han reducido sustancialmente las observaciones sobre irregularidades, se ha reducido al mínimo el daño patrimonial; se han incrementado las auditorías a un universo del 85 por ciento de la estructura gubernamental y en toda esa estrategia de prevención y de capacitación, en el área municipal ya son muy pocos los reprobados y se han elevado sustancialmente las altas calificaciones en el buen manejo de sus presupuestos.
De los otros, ya de plano se trató de verborrea panfletaria, de consignas y de evidentemente ignorantes que solo pasaron al pódium a tirar chorizos, que como sea, no pasará nada porque el trabajo desde el ejecutivo se realizó correctamente, tal como lo establece ese informe de resultados.
Y de regreso a las estulticias del presidente, todo indica que como dice el refranero popular, el burro hablará de orejas este nueve de noviembre próximo, cuando participe en una reunión de la ONU, ya que anunció que el tema sobre el que bordará será la corrupción por ser el principal problema que enfrentan los gobiernos del mundo, incluido el suyo, agregaríamos nosotros.
Cínico el muchacho de tan avanzada edad, como si en México y en el extranjero no se conociera la cadena de actos de corrupción que son emblema de la llamada 4T, con la participación estelar de varios integrantes de su gabinete e integrantes de su familia, sin contar esa rampante corrupción que va subyacente en toda esa caterva de inútiles que acepta cargos sin reunir el perfil para desempeñarlo.
