Reto de la nueva Legislatura Sonorense.-

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Reto de la nueva Legislatura Sonorense.- Darle vigencia a la Ley de Fomento de la Cultura y Protección del Patrimonio Cultural del Estado, para que no se arrase como lo hizo la administración gubernamental 2015-2021, demoliendo más de 10 escuelas antiguas de Cajeme, arrebatando al Municipio más de 80 años de identidad.

Bernardo Elenes Habas

Hace tiempo dejé testimonio de lo importante que gobierno y sociedad unan esfuerzos para proteger con leyes, voluntad y decisiones, las raíces históricas de Sonora.

Lo hice a raíz de una clara señal ofrecida por la Naturaleza durante recientes lluvias –diez de agosto 2021- que remojaron y derrumbaron la marquesina del emblemático Hotel Imperial, fundado en 1931 por el ciudadano extranjero Mike Kordich.

Señalaba que proteger los edificios de valor histórico, dándole vigencia efectiva a la Ley de Fomento de la Cultura y Protección del Patrimonio Cultural del Estado de Sonora, tendría que constituirse en un compromiso del gobernador Alfonso Durazo y un reto para la nueva legislatura sonorense, reforzando y actualizando enunciados que preserven inmuebles de valor tradicional e histórico en la entidad, previendo que no se arrasen las raíces de los pueblos como se hizo con más de 10 escuelas antiguas en Cajeme, arrebatándole al Municipio más de 80 años de identidad.

Por ello, es previsible que la LXIII Legislatura, y el mismo Jefe del Ejecutivo, están obligados a proteger el rostro referencial que conforma el tejido histórico de las comunidades en el Estado.

Los diputados de Morena (evidentemente porque son mayoría), tendrán que reafirmar, sentir e impulsar la Ley de Fomento de la Cultura, para que se proteja de verdad -no simuladamente-, edificios con valor histórico en Sonora. Legislación que no se aplica, porque durante los días de julio de 2018 se procedió a destruir en Cajeme más de diez escuelas antiguas, bajo el argumento de daños estructurales como consecuencia de sismos registrados en la región.

Tendrá que reafirmarse una ley con alto sentido de responsabilidad social, cultural, histórica. Misma que deberá partir de la obligación que emana de los Gobiernos por conservar, proteger, restaurar, la heredad material de toda comunidad, esa que se constituye en referente paralelo a su nacimiento, crecimiento, desarrollo urbanístico y humano, y que se convierte en alma y acta de identidad de pasadas generaciones que deberán ser entregadas a las actuales y futuras, con el compromiso inédito de que el tiempo y las circunstancias no logren borrar la memoria de los pueblos. 

¿Cómo no recordar que posteriormente al caso del Hotel Imperial, los fuertes vientos y la lluvia que se abatió sobre la región la noche del 27 de agosto de 2021, derrumbó el edificio Empacadora del Noroeste, donde fincó sus sueños, hace 96 años, el General Álvaro Obregón, para industrializar Cajeme, teniendo clara su ubicación en el corazón del Valle del Yaqui?

Al concluir su mandato presidencial el legendario General en 1924, decidió radicar en el Valle del Yaqui, creando la Hacienda Náinari, desde donde abrió su visión de futuro para Cajeme, dando vida a la Empacadora del Noroeste (1926), empresa dedicada a enlatar productos de la región y de otras partes de Sonora, como chícharo, ejote, chile, elote, garbanzo, y al mismo tiempo acelerando la nominación de Municipio para esta comunidad asombrosa.

Los vestigios de ese tramo de la raigambre histórica de Cajeme, fueron arrasados por la Naturaleza. Ahí no quedó ni un ladrillo de lo que fue una mágica espiga emprendedora sembrada por el revolucionario, la que no llegó a florecer del todo… 

Hoy, junto con la Catedral del Sagrado Corazón de Jesús, el Centro Escolar Cajeme, el Estadio Álvaro Obregón, la Concha Acústica, las escuelas Calleja, Fernando F. Dworak. Presidente Alemán, Carmen Sánchez Corral, Rafael Campoy, entre otros edificios, fueron borrados como testimonios históricos, dejando sólo el recuerdo de un Cajeme que se pierde entre el polvo del olvido…

Le saludo, lector.

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