Los organismos de seguridad social resuelven los problemas de asignación y compra mediante modelos internos de servicio (primer, segundo y tercer nivel de atención) a los cuales proveen presupuestos programados es decir, las unidades no reciben dinero sino personal, medicamentos, maquinaria, equipo y otros insumos y deben cumplir con metas de servicio. Reciben “en especie” la cantidad destinada. ¿Menos mal, No?
La función de compra está subsumida en los mecanismos de programación y sólo por excepción un paciente es atendido por agentes privados u otros organismos públicos, y siempre bajo decisión del organismo (subrogación de servicios). El mapa de cómo fluyen los recursos públicos es muy complejo, sobre todo cuando a salud se refiere. Una clínica u hospital estatal puede recibir recursos del gobierno federal vía Secretaría de Salud, del gobierno estatal (vía Secretaría de Salud del estado) y de los pacientes. También, se tiene el modelo de asignación y compra de los propios pacientes, quienes disponen de recursos propios para pagar servicios finales, los cuales demandan predominantemente de proveedores privados. El proceso llega a ser tan complejo, que recientemente vimos que un estudio publicado por “Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad” en donde se dejó de gastar ¡104 mil 191 millones de pesos! Del presupuesto asignado a salud. Resulta asombroso, primero por la cantidad señalada, y segundo, por la precariedad que atraviesa el sistema de salud actual en todo el país. Según la Cuenta Pública 2023, se asignaron: 209 mil 861.1 millones de pesos para el sistema de salud, y se dejó de gastar 104 mil 191 millones: 49.7 por ciento del presupuesto asignado. ¡¿Cómo así?! ¿Qué lo provocó? ¿Descuido? ¿No saben cómo hacerlo? ¿O saben perfectamente como NO hacerlo? Sabemos de antemano que hay sectores en donde no se debería dejar de gastar, y precisamente la salud, es uno de ellos. Vamos, si en los hospitales por mencionar un ejemplo, tienen las farmacias “temblando” ¿Dónde está la insuficiencia? ¿No se realizó el pedido? ¿No se les dio respuesta a las farmacias para surtirlas? ¿Se justificó con la documentación correspondiente? ¡¿Entonces?! Alguien o algo sin duda están fallando, de eso no tenemos duda y como este, abundan muchos ejemplos más. El financiamiento a la atención primaria es un reto especial porque en México las poblaciones rurales y alejadas son con frecuencia, muy pobres y en las ciudades la oferta de servicios se concentra en zonas más densamente pobladas y de mayor ingreso. La atención primaria a la salud debe tener una base territorial, pues requiere garantizar el acceso de las personas, e incluye acciones preventivas y comunitarias, una de las bases del ahora llamado IMSS Bienestar, y bien por él, solo que esperemos que funcione como se lee en papel. Aún para países desarrollados, la distancia es una barrera importante en el acceso a la atención primaria y en menor grado a la atención hospitalaria, esto es un problema que ha padecido desde hace años nuestro estado, en donde los hospitales más grandes como los de Hermosillo, o Ciudad Obregón, concentran lo de todos los municipios restantes, en cuanto a enfermedades complejas o de gravedad y todo eso, cuando se aceptan los pacientes ya que por lo general, sus camas siempre están con sobrecupo.
Un aspecto relacionado con la oferta de atención primaria es el costo de expansión, que es elevado en los modelos públicos debido a que requiere de inversiones inmobiliarias y de un equipo de apoyo de varias personas para la operación de un consultorio por determinado número de habitantes. Con un crecimiento estimado en la población a atender del orden de millones de personas cada año, la expansión de la oferta del sector público está siendo insuficiente. Y si a esto le sumamos que se deja de gastar gran parte del presupuesto designado a salud, empeora por mucho la salud de millones de mexicanos. ¿Se resolverá? Veremos.
Dr. César Álvarez Pacheco
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Huatabampo, Sonora