Cajeme, es sueño visionario de Álvaro Obregón.-

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Bernardo Elenes

Cajeme, es sueño visionario de Álvaro Obregón.- El Ayuntamiento rindió homenaje al revolucionario en el 95 aniversario de su muerte.- Fueron oradoras Matilde Lemus y Deni Gastélum.- Hace cuatro años (1 de julio de 2019), murió en Ciudad Obregón la señora María Mona Obregón, última hija sobreviviente del General. 

Bernardo Elenes Habas

Puntual, el Ayuntamiento de Cajeme, recuerda el paso de uno de sus fundadores como comunidad, el general revolucionario Álvaro Obregón Salido.

Ese testimonio alto y digno tuvo efecto ayer lunes 17 de julio, cuando se conmemoró el 95 aniversario de la muerte del ex presidente de México y uno de los preclaros fundadores de Cajeme, a donde llegó en 1924 luego de haber cumplido con su misión de conductor de la Patria, creando la Hacienda Náinari, trabajando política y socialmente para convertir en Comisaría la comunidad que tenía categoría de Congregación, forjando empresas que trascendieron su tiempo, como la Empacadora del Noroeste, y fijando los cimientos que convertirían a Cajeme en Municipio en 1927, plataforma que le abriría las alternativas desde el Valle del Yaqui en constituirse, al paso de los años, en Granero de México.

Fueron oradoras durante la ceremonia realizada ante el monumento ecuestre del General Obregón, frente a Palacio Municipal, la regidora y dirigente del Sindicato Único de Trabajadores del Ayuntamiento de Cajeme (Sutsac), Matilde Lemus Fierros, y la encargada de Despacho de la Presidencia, con la representación del alcalde Javier Lamarque, Deni Gastélum Barreras.

Ambas resaltaron los méritos del estratega militar en los campos de batalla, y después, como Presidente; la forma inteligente y enérgica de darle cauce a la institucionalización de las conquistas sociales postuladas por el Movimiento Revolucionario.

Presente en la ceremonia Héctor Obregón Ortiz, nieto del General de Mil Batallas,

asimismo las regidoras Enriqueta Rodríguez Medina y Zenaida Salido Torres, el regidor Gilberto Valdivia Merino, además el Capitán Segundo de Infantería Sadrac Betuel Oviedo Mercado, en representación del Teniente Coronel de Infantería Víctor Hugo Solís Trujillo, Comandante del 60 Batallón de Infantería; la Síndica Municipal, Josefina Leyva González; el Oficial Mayor, Jorge Alberto Ponce Salazar; el Coordinador General de Identidad y Formación Ciudadana, Fernando González Meza; la Subdirectora de Valores Cívicos, Cristina Pérez Valenzuela; Erika Parra Duarte, en representación de la Subdirectora de Educación Municipal, Silvia Marina Oliva Tarín; el Director General del Oomapasc, Luis Miguel Castro Acosta; el Director de la Central de Autobuses, Jesús Manuel Piña Soto; José Ángel Álvarez, en representación del Director de Comisarías y Delegaciones, Raúl Armenta Castro; el Secretario del Interior del Sutsac, Eliut Gutiérrez y Adalberto Anduaga, integrante del Sutsac.

En tan importantes pasajes de la historia de Cajeme, es preciso recordar que hace cuatro años (1 de julio de 2019), murió en Ciudad Obregón la señora María Mona Obregón, la última hija sobreviviente del General.

Ella nació en 1923, en el Castillo de Chapultepec, cuando su padre, Álvaro Obregón Salido, cumplía el penúltimo año como Presidente de la República.

Concluido su mandato -1924-, se regresó a Sonora. Primero a la región del Mayo y luego a fundar la Hacienda Náinari, donde estableció su hogar al lado de su esposa María Tapia Monteverde y sus hijos Álvaro, Mayo, Alba, Francisco, Mona, Cenobia, y Ariel.

Cierto, había procreado también en su primer matrimonio con Refugio Urrea en Navojoa, a Humberto, Refugio, Álvaro, todos ellos Obregón Urrea.

El General, fijó desde El Náinari, las raíces del desarrollo de Cajeme, cuando este asentamiento tenía categoría de Congregación; dándole, con su impulso, calidad de Comisaría en 1925, y dos años después, 1927, el nivel anhelado de Municipio.

Fue en la Hacienda Náinari, durante noches de profunda reflexión y el contacto con sus amigos del grupo Sonora que prevalecían en el Gobierno de la República, cuando decidió, nuevamente, regresar a la Silla del Águila, lanzando su candidatura, una vez que Plutarco Elías Calles, a la sazón Presidente, reformó la Constitución para que fuese posible su postulación.

Y lo logró. Ganando las elecciones el 1 de julio de 1928. Pero su destino estaba trazado. No ejercería el poder desde la Presidencia de la República, porque cuando celebraba su triunfo en el restaurante La Bombilla, el 17 de julio de 1928, fue asesinado a balazos, por un fanático religioso: José de León Toral.

En 2019, con la muerte de doña María Mona, mamá del Tavo Vargas, se apaga, pues, la última voz de los hijos del legendario General de Siquisiva. Ella había recibido por tradición oral el trazado humano e histórico de su padre –tenía 5 años de edad, cuando fue muerto-.

Su mamá, doña María Tapia, también vivió en El Náinari luego de la muerte de su esposo, donde vio crecer a sus hijos. Una vez lograda la familia y definidos rumbos y destinos en la vida de sus integrantes, aceptó radicar en la casa de su hija Mona en Ciudad Obregón, quien había enviudado de Octavio Vargas en 1946 y cuidaba de su único hijo, Octavio.

En ese hogar, era latente el recuerdo de Álvaro Obregón Salido. Dos mujeres, esposa e hija, reconstruían cotidianamente su vida, sus pasos, sus luchas. Lo recordaban, una niña, la otra mujer, con sus uniformes olorosos a pólvora, humo y tropel de caballos recogidos en los campos de batalla de la Patria…

Le saludo, lector.

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