Los romanos construían estructuras tan resistentes que han perdurado miles de años, pero un equipo de investigadores por fin ha descubierto su secreto mejor guardado
La ciencia ha descubierto el motivo por el que las construcciones de los antiguos romanos eran tan resistentes: el hormigón puzolánico era uno de los secretos mejor guardados de esta civilización. Este material no estaba reforzado como ocurre en las estructuras modernas, pero ni siquiera lo necesitaba.
Algunos monumentos como el Panteón están construidos con hormigón puzolánico y se han mantenido prácticamente intactos durante casi 2.000 años de antigüedad. La explicación está en los ingredientes de la mezcla con cal y puzolana, ceniza volcánica de la ciudad italiana de Pozzuoli. Los materiales reaccionan con el hormigón al mezclarse con agua y dan una fórmula más resistente.
Un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha descubierto más de 2.000 años después que el secreto de los romanos no solo estaba en los materiales, sino en la técnica para mezclarlos.
Los científicos encontraron trozos pequeños de cal en algunas construcciones con hormigón y pensaban durante años que se trataba de una mala mezcla, ahora han confirmado que era totalmente intencionado. “La idea de que la presencia de estos clastos de cal se atribuyera simplemente a un bajo control de calidad nunca me gustó”, según Admir Masic, investigador del MIT.
Los romanos dedicaron siglos a mejorar sus técnicas de construcción y aprendieron lo mejor de las civilizaciones pasadas, Masic asegura que no serían tan torpes como para fallar en la mezcla. El equipo de investigadores se dirigió al yacimiento arqueológico de Privernum en Italia para comprobar la composición del hormigón.
Modificaban las propiedades de la cal antes de mezclarla
Los científicos del MIT analizaron las muestras en un microscopio y luego con rayos X por dispersión de energía y difracción. Los resultados del estudio publicado en la revista Science Advances han sorprendido a los investigadores: los antiguos romanos no utilizaban cal viva sino cal apagada o hidróxido de calcio.
Primero calentaban la piedra caliza para producir un polvo cáustico altamente reactivo (cal viva u óxido de calcio) y la combinaban con agua para obtener cal apagada, una mezcla menos reactiva. Este era el material que se mezclaba posteriormente con la puzolana.
El análisis ha demostrado que el hormigón de los romanos podría fabricarse mezclando directamente la cal viva con la puzolana y el agua a alta temperatura. Esto podría dar como resultado los pequeños trozos de cal que se aprecian en la mayoría de las muestras de las construcciones.
El hormigón puzolánico reduce significativamente los tiempos de secado ya que se aceleran las reacciones químicas, otro de los motivos que explica la rápida construcción de estructuras para los medios de la época. A esto se suman las “propiedades curativas” del material: cuando el agua entra en una grieta, la cal se mezcla con el calcio para formar carbonato de calcio que sellará el agujero evitando que se extienda.
Este material se ha encontrado en otros yacimientos romanos de hace unos 2.000 años como la Tumba de Cecilia Metella o en diques construidos en esa época que han sobrevivido a los efectos del océano.
Fuente: computerhoy.20minutos.es