Claudia cosecha lo sembrado.- La negativa de los alcaldes electos de Morena a no presentarse en un acto sin raíces democráticas, fue una reacción digna contra los agravios recientes de la Ley 288.- Golpear, luego sobar, premisa del sistema durante décadas
Bernardo Elenes Habas
La reacción de los 18 alcalde
s electos de la coalición Juntos haremos historia, apuntalada por Morena en Sonora, no puede interpretarse como un germen de revanchismo o prepotencia, al negarse a asistir al Encuentro con alcaldes electosconvocado por la gobernadora Claudia Pavlovich Arellano, el jueves 23.
Más bien, se trata de una legítima reacción sustentada en la congruencia y dignidad, ante el atropello inesperado de que fueron objeto con la aprobación de la Ley 288 hace unos días –albazo legislativo, le llamaron en su momento los dirigentes de Morena-, lo que se interpretó como un reacomodo de estrategias por parte del Gobierno del Estado, su mayoría activa en el Congreso y las débiles estructuras que quedaron en pie de su partido, PRI, luego de la derrota abrumadora y sus señales históricas, mismas que no han sido interpretadas correctamente por un segmento de poder que, inexplicablemente, busca enfrentar con retorcimie
ntos legales, una realidad inobjetable.
Comenté, en este mismo espacio hace algunos días, que Claudia Pavlovich sabía, de antemano, el terreno minado que pisaba y las consecuencias que le provocaban a su administración y a su carrera política, la iniciativa de reformas que desembocaron en la llamada “LeyVeto”.
Pero, con inexplicable desesperación, la Gobernadora se jugó el reto. A pesar de que pusieron en sus manos las viables contradicciones que tal hecho arrojaría, ya que su equipo de colaboradores y diputados proclives, habían examinado, quirúrgicamente, los sucesos por venir.
Entre esas contingencias estaban, precisamente, las reacciones inmediatas y a futuro de los contrapesos políticos del otrora poderoso PRI, situación que pudo, pero no quiso, la señora
Gobernadora, manejar por los cauces correctos, despreciando la alternativa de haber consultado previamente a partidos y ciudadanía, sin atropellar inteligencias.
A pesar de esos antecedentes, hoy se extraña del posicionamiento de los morenistas, quienes, sencillamente, están dando una lección de alta dignidad, social, política y humana, en tiempo y forma. Y, pues, Claudia Pavlovich no encuentra asideras populares ni puntos de apoyo con raigambre, porque comienza a cosechar lo sembrado: sólo mirando su espejo y el de los suyos, no el del pueblo de Sonora.
Cierto, ya no son tiempos de campaña, y supuestamente no se admiten beligerancias. Pero ese ha sido el gran error de quienes juegan a la política de conveniencias, pretendiendo darle 
un valor pasajero y mágico a los procesos electorales, de tal manera que al concluir éstos, se adoptan nuevos rostros y comportamientos. Cuando en realidad, los compromisos y proyectos difundidos durante los días de proselitismo, deben considerarse categóricamente como la semilla social y política sembrada, que, en su momento, tendrá que cuidarse y hacerla fructificar en espiga plural y colectiva, desde la tierra pródiga de los ejercicios de gobierno.
Creo que, siendo justos, no debe causar extrañeza el desaire de los alcaldes electos de Morena, al no haber asistido a un acto carente de compromisos profundos y republicanos. Encaminado a mostrar no las fortalezas de la democracia, sino el escenario de la simulación. Atendiendo los viejos cartabones de un sistema político hoy en ruinas, mismos que funcionaron con eficiencia autoritaria durante décadas: primero golpear, luego sobar.
Le saludo, lector.
