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Las grandes masas de agua del planeta pierden frescura por la actividad humana y se acidifican con CO2

Pese a que México no es un gran emisor de GEI a nivel mundial, los efectos del cambio climático se resienten en el territorio nacional.

Los océanos juegan un papel muy importante en el sistema climático de la Tierra: absorben y transforman un 25 por ciento del total de CO2 producido por las actividades antropogénicas.

El aumento de CO2 atmosférico impacta directamente el funcionamiento del ciclo de carbono en los océanos y puede provocar daños irreversibles al ecosistema marino del planeta, ya que las grandes cantidades de CO2 que deberían ser absorbidas de manera natural por el fitoplancton, no se procesan adecuadamente.

Además, cerca de 30 por ciento del volumen total de ese gas de efecto invernadero (GEI) se acumula en los fondos marinos y ha elevado la acidez de los océanos en 30 por ciento, a partir de la Revolución Industrial.

De continuar esta tendencia, para el año 2050 la acidez del mar habrá aumentado 150 por ciento. Por ello, con el fin de reducir la acidificación de los océanos, México, a través de su participación en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), coadyuva a la reducción de emisiones de CO2.

Por otra parte, ante esas evidencias, científicos de distintos países proponen salvaguardar seis grandes áreas oceánicas del planeta si se quiere preservar la vida en el mar, y atender con premura el factor de mayor preocupación: el volumen de GEI acumulado en la atmósfera del siglo XVIII a la fecha, con un componente mayor: 60 por ciento de CO2, seguido del metano (CH4) con 20 por ciento; el óxido nitroso (N2O), 6 por ciento, y los halocarbonos, con 14 por ciento (PNUMA, 2002; IPCC, 2007a).

Pese a que México no es un gran emisor de GEI a nivel mundial, los efectos del cambio climático se resienten en el territorio nacional, incluidos por supuesto, los océanos y mares que bañan nuestros litorales, y que podrían intensificarse en el futuro.

Según el Panel Internacional de Cambio Climático (IPCC, 2015), el calentamiento global continuará más allá del siglo XXI, mostrando variabilidad interanual, decenal y regional; el Ártico se calentará más rápido que el resto del planeta y los continentes se calentarán más rápido que los océanos.

 

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