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Se intensifica la lucha por Sonora.- El 2020 año clave para posicionar proyectos y personajes, ya que el 2021 apenas presenta 5 meses para formalizar registros, precampañas, campañas y comicios

Bernardo Elenes Habas

Los integrantes de la clase política entran, por razones de estrategia, posicionamiento y calendario, en su mayor efervescencia durante este año que abre sus luces y sus sombras.

Alfonso Durazo, AMLO lo impulsa Es decir, quienes buscarán candidaturas para cargos de representación popular en el 2021, aceleran el ritmo de sus pretensiones a partir del año recién iniciado; luchando por ser tomados en cuenta por sus partidos, aunque reconocen que no serán las siglas ni los colores, símbolos que podrá llevarlos a un eventual triunfo electoral, sino su perfil social y humano, porque la ciudadanía votará por los personajes, y más que por los pretensos, por sus proyectos.

Los partidos, pues, se constituyen en la estructura legal para aspirar al poder. Estar en las boletas electorales. Ser parte de sus plataformas de candidaturas.

Existe, por supuesto, la alternativa de la vía independiente, pero la experiencia les dice a quienes van en pos del poder público, que, al menos en Sonora, ese carril no es seguro para ser transitado.

Y se clarifica lo anterior con el ejemplo de Ricardo Bours Castelo, quien ponderaba los valores de dicho estrado ciudadano, pero al final de cuentas comprendió que era insuficiente y no le alcanzaba para su propósito de incluirse en la contienda por la gubernatura de Sonora. Por ello buscó el cobijo de Dante Delgado en Movimiento Ciudadano.

En el caso de Alfonso Durazo Montaño, protegido por AMLO (“se rayó Sonora con Durazo”, dijo el Presidente a finales del 2019), no las tiene todas consigo,Ernesto Gándara el PRI no define porque comienza a acumular un perceptible desgaste como consecuencia de su errático accionar como secretario de Seguridad Federal, lo que provoca opiniones encontradas en la Entidad en torno a su posible candidatura; puntos de vista adversos que tal vez crezcan con las campañas negras que inexorablemente se desatarán en su contra, de ser impuesto por AMLO y Morena como su candidato, considerando que se convertiría en el enemigo a vencer.

Otro factor en contra que tendría el de Bavispe, es la feroz lucha de Morena contra Morena. Situación que desgastará a dicho organismo, ya que al no alcanzar siquiera su definición ideológica porque a su interior se mezclan una serie de diferentes ambiciones políticas, siendo muy pocos los que se mantienen en la dimensión consecuente de las izquierdas, no encontraría el factor unidad en torno a un proyecto común por Sonora.

El PRI, se mantiene al acecho hasta el momento.

No se percibe la necesaria definición de su estrategia de guerra, porque no existen acuerdos entre sus hombres únicos y providenciales, quienes no han comprendido que son otros tiempos los que se viven y que no serán los grupos, ni siquiera los partidos, sino los proyectos y los candidatos que los impulsen, quienes deberán contar, y no como se hacía antes: con el visto bueno de quienes Antonio Astiazarán pretenso tradicionalmente definían amarres y se repartían el poder antes de obtenerlo, sino desde la realidad de los votos que el pueblo emita, ciudadanos que con partido o sin él, son mayoría y que podrían dar la lección de su vida a la clase política (incluyendo a Morena), rebasando encuestas y supuestas preferencias mayoritarias, y eligiendo al menos esperado de quienes hasta hoy se vienen manejando mediáticamente, no solamente en ese partido, sino en los demás.

Ciertamente, en el tricolor, a pesar de que dos de sus militantes buscan llevar la bandera de esas siglas (Ernesto Gándara y Miguel Ernesto Pompa), el mismo dirigente estatal, Ernesto de Lucas Hopkins, definió hace algunos meses que no eran sólo dos los pretensos, sino cuatro en el listado priísta. Los dos ya mencionados, más Natalia Rivera Grijalva y Rogelio Díaz Brown. Por algo lo dijo.

El PAN, al igual que Morena y el PRI, continúa manejándose con los viejos cartabones de grupos y caciques ambiciosos, librando dura batalla pública por mantener a sus preferidos (más si son familiares, amigos y compadres) en el juego perverso de la política que practican, sin tomar en cuenta a los protagonistas verdaderos de la contienda que viene: los electores, el tipo de candidato que quieren, el proyecto que anhelan.

Podría ser Antonio Astiazarán Gutiérrez, un buen abanderado, afirman militantes de dicho instituto, pero las cofradías aferradas al padrecismo, le vienen cerrando el paso.

Le saludo, lector.

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