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Algo de pataleo se ha hecho en redes sociales a propósito de diversas iniciativas de reforma a la legislación electoral local que pretende modificar poco más de 100 artículos, pero lo que más ruido hace es la aprobación de la segunda vuelta electoral.

El pronóstico, filias y fobias aparte, es que las propuestas pasarán sin mayor trámite, toda vez que al tratarse de una reforma a una ley -no a la Constitución- se requieren sólo la mayoría simple de 17 votos, una sumatoria que los diputados y diputadas que no pertenecen a Morena han conseguido con facilidad en otras ocasiones.

Hay quien dice que la iniciativa se puede congelar en comisiones, pero en la CRICP, que es la comisión madre, Morena tiene un solo voto; en la de Gobernación y Puntos Constitucionales, son minoría.

Y en el pleno, Morena no siempre vota en bloque. Apenas la semana pasada, ocho de los 11 diputados morenistas votaron a favor de la reorientación de recursos por más de 500 millones de pesos para atender los efectos de la contingencia por el Covid 19. Cuatro de ellos votaron en contra.

Teóricamente la bancada de Morena cuenta con 12 diputados, pero el ala dura la constituyen ocho: Ernestina Castro, Miguel Ángel Chaira, María Alicia Gaytán, Miroslava Luján, Yumiko Palomares, Norberto Ortega Torres, Raúl Castelo y Griselda Lorena Soto Almada, aunque algunos de ellos en coyunturas específicas han votado en sentido contrario a la línea de su partido.

Al final de cuentas, todo se reducirá a la aritmética política en la que suele pasar que los aliados del PT y PES se sumen al bloque opositor a Morena, como puede suceder mañana martes.

Básicamente, lo que las iniciativas contienen es: segunda vuelta electoral a partir de 2021, voto obligatorio, reducción de los tiempos de precampaña y campaña; candidaturas comunes en las que un candidato independiente pueda recibir el respaldo de dos o más partidos políticos, y algunas otras relacionadas con coaliciones, financiamiento, representatividad y administración de y en organismos electorales.

En este tema hay otros dos de fondo, muy relacionados uno con otro.

1.- Por las razones que gusten y manden, la incapacidad para mantener una coalición electoral como coalición legislativa. Con los 21 diputados de la coalición, una reforma de este tipo jamás habría pasado, como no habrían pasado otras iniciativas, ni siquiera las relativas a asuntos presupuestales, ya no digamos las de administración interna del propio Poder Legislativo, que fue donde se rompió la coalición.

2.- ¿A quién beneficia y a quien perjudica la segunda vuelta electoral, que parece ser el eje central de este proceso?

Veamos. La gran sorpresa del avasallante triunfo de la coalición ‘Juntos haremos historia’ en Sonora hizo albergar la expectativa de que tres años después, hacerse con la gubernatura y quitarle la paleta a un niño eran una y la misma cosa.

Pero se les atravesó la ‘real politik’, las ambiciones, la guerra interna, las flaquezas individuales de hombres y mujeres que jamás se imaginaron en el ejercicio del poder; las incompetencias e improvisaciones de los gobiernos locales para administrar la nueva realidad de la súper centralización de los recursos federales que los dejó en la pobreza y nomás viendo pasar miles de millones hacia programas clientelares.

Y por si fuera poco llegó la emergencia por el coronavirus y la crisis petrolera, cuyos impactos no hemos terminado de ver, pero ya han marcado tendencias a la baja, muy serias en los índices de aceptación y popularidad del gobierno federal y de su principal figura, Andrés Manuel López Obrador.

En Sonora, aunque Morena y su más seguro candidato a la gubernatura, Alfonso Durazo Montaño mantienen la delantera, no hay manera de que su triunfo esté fincado en más del 50 por ciento de los votos; eso lo llevaría a una segunda vuelta en la que se enfrentaría al candidato que hubiera ocupado el segundo lugar.

¿Y quién sería ese candidato? Todas las encuestas indican que el competidor más cercano de Alfonso Durazo es Ernesto Gándara, y si el diablo no mete la cola, en una eventual contienda entre ambos, en segunda vuelta, ¿hacia dónde se inclinarían los votos de indecisos y de otras fuerzas menores, pero que suman puntos?

¿A quién apoyaría Ana Gabriela Guevara, si es que ésta compitiera en la primera vuelta por el PT? ¿A Alfonso Durazo, a quien le endosan todos los ataques que ha recibido, o a un candidato que se le opusiera?

¿A quién apoyaría Ricardo Bours si compite en la primera vuelta como independiente? ¿A quién el PES, que sin registro, ya está tejiendo una alianza llamativa en el noroeste del estado, la región del desierto de Altar hasta San Luis Río Colorado, con el PAN?

Son, desde luego, escenarios. Y como tales, hipotéticos. Pero explicarían el nerviosismo en una fracción de Morena que ya está anticipando una nueva e inexorable mayoriteada en el Congreso.

Algunos de sus activistas en redes sociales han desgarrado sus vestiduras en estos días previendo esa mayoriteada, pero jamás voltearán a ver el espejo de la autocrítica para reconocer que no supieron mantener la coalición electoral como coalición legislativa, y ese es el origen de sus males.

Para citar a un clásico: “porque Dios puede cambiar el porvenir, mas no el pasado”.

Y en ese pasado de rupturas, pleitos internos, improvisaciones y falta de claridad que apenas data de 2018, se encontraba la oportunidad histórica de probar que se podían hacer mejores cosas. Hoy, todo parece indicar que al menos en Sonora, eso tendrá que posponerse.

Pero bueno, no todos aprenden tan rápido. Ahí tienen el caso de la alcaldesa de Navojoa, Rosario Quintero Borbón, que hace un par de días hizo un escándalo al llegar echando el caballo encima a los empleados de la Sedesson que acudieron a llevar despensas a la población más pobre de aquella localidad.

La señora Quintero, que ya tuvo un desencuentro (por interpósitas personas) con la propia coordinadora parlamentaria de Morena, Ernestina Castro cuando ésta se apersonó en la Perla del Mayo a entregar apoyos a damnificados por las lluvias del año pasado, sigue considerando que esa región del mayo es su feudo particular y allí nadie se mete.

La alcaldesa de Navojoa cuestionó airadamente a los empleados estatales, reclamando que las despensas eran muy pocas. Llegó de muy mal pelo y desde luego que en Palacio de gobierno tomaron nota del desplante.

Pero bueno, tampoco se puede esperar mucho de la señora, empecinada en pelear con el gobierno estatal, si en Hermosillo hay quienes, desde su militancia en Morena, se le van a la yugular a la alcaldesa que preside un gobierno de su propio partido.

No es un tema menor. El conflicto interno y la vocación belicosa producto de largos años en la oposición y la incapacidad para entender que ya son gobierno, han contribuido en muy buena medida a que se presenten situaciones como las que mañana martes veremos en el Congreso del Estado.

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