El tema del agua en el Valle del Yaqui

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Bernardo Elenes Habas

El tema del agua en el Valle del Yaqui, no es ni debe ser núcleo de políticas partidistas ni de ideologías.- Es algo que trasciende más allá de cualquier ambición o interés egoísta.- La región podría ser de nuevo Granero de México, si se aceptan los retos futuros del agua.

Bernardo Elenes Habas

El tema del agua en Cajeme, en el Valle del Yaqui, no es de políticas partidistas ni se mantiene enclavado en el núcleo de ideología alguna.

Es algo que gravita más allá de cualquier ambición o interés egoísta.

Porque su horizonte real se concentra en el presente y futuro del país y sus regiones, con toda su trascendencia humana de progreso, en el que la raíz señera la constituye el ciclo maravilloso de la naturaleza que otorga el esplendor productivo sustentado en el vital líquido, o la decadencia inevitable, estrujante, marcadas por la esterilidad anunciada de futuras sequías.

Por eso vibra y vive el seguimiento puntual que le han dado desde hace más de once años a este preocupante caso, el Movimiento Ciudadano por el Agua y la Tribu Yaqui, sin flaquezas, sin retrocesos, sin doblegar banderas; hecho que no tiene precedente.

Todo empezó durante la administración gubernamental en Sonora, de Guillermo Padrés Elías (2009-2015); quien procedió, sin recato, en una acción delincuencial impulsada con la complicidad del gobierno de la República, a cargo en ese tiempo del panista Felipe Calderón Hinojosa, asociados a poderosos productores y empresarios de Hermosillo, para secuestrar el agua del Valle del Yaqui.

Definieron como arma señera para iniciar tan grave despojo, construir el Acueducto Independencia conectado a la presa El Novillo, inaugurado el 30 de marzo de 2013, buscando, ciertamente, abatir la sed de los habitantes de la capital sonorense, pero también, dolosamente, para satisfacer los proyectos de crecimiento y poderío de los capitanes del dinero de dicha población. Desatándose, así, lo que lastimosamente dividió a Sonora en una lucha de sur contra norte.

Ese acto delictivo hizo que surgiera, hace más de once años, la resistencia desde la región sur, abanderada por comunidades abandonadas y golpeadas por la soberbia política de quienes jamás exploraron otras alternativas viables para abastecimiento de agua, de las que, ciertamente, existían antecedentes positivos como impulsar la instalación de plantas desaladoras que ya alentaba muy decididamente la administración gubernamental de Armando López Nogales (1997-2003); pero que, Francisco Búrquez Valenzuela, siendo alcalde de Hermosillo, reprobó y abortó con ceguera histórica. Sin embargo, siendo Senador de la República, desde el Congreso de la Unión, se erigió en justiciero sin tacha, salvador no sólo de Sonora, sino de la Patria.

El martes 21 de agosto de 2018, el Movimiento Ciudadano por el Agua y Tribu Yaqui, refrendaron la raíz de su lucha, convocando nuevamente a quienes fueron candidatos en el pasado proceso electoral, firmando el 7 de junio el Acuerdo por una Política de Gestión de más Agua para Sonora, expresando así su decisión de apoyar este proyecto social y humano. Documento que eludieron avalar los entonces candidatos a la alcaldía de Cajeme, Rodrigo Bours Castelo, Independiente; y Miguel Ángel Salomón Montiel, MAS; ellos negaron su participación.

Ahí estuvieron puntuales, Francisco Vega López, con la representación del Alcalde Electo Sergio Pablo Mariscal Alvarado; Emeterio Ochoa Bazúa y Gustavo Almada Bórquez, quienes estarían integrados al cuerpo colegiado de Cabildo, durante la administración 2018-2021.

El compromiso sigue siendo sustantivo y tiene, ahora, la trascendencia que le confiere la decisión de lucha desde los cauces legales, por parte de aquellos que enarbolando las siglas del Movimiento Ciudadano por el Agua, sin banderías políticas, con pluralidad y responsabilidad visionaria y la Tribu Yaqui, forjando con el tiempo una continuidad de lucha valiente y firme, defendiendo un derecho natural y legal que no debe arrebatársele al Valle y al Bakatete, y que, a estas alturas, guardar silencio sería cobarde.

Por ello, el planteamiento toral del MCA y Tribu Yaqui, es que cese la operación del Acueducto Independencia, debiendo acatar el gobierno federal, en forma inmediata, lo establecido por la ley y los lineamientos judiciales.

Mientras se vive esa larga espera, la Naturaleza (lo saben bien quienes aspiran a gobernar Sonora, Ricardo Bours, Alfonso Durazo, Ernesto Gándara) comienza a enviar señales estrictas, inexorables, anunciando que el desierto volverá a ser desierto como resultado de los cambios perversos que la mano del hombre viene realizando contra su sabia distribución y funcionamiento ecológico; de tal manera que el agua asignada durante ciclos milenarios a la región y ahora secuestrada por la ignorancia servil de un ex gobernante –Padrés Elías-, empieza a dejar testimonio de hecho tan aberrante como en realidad está sucediendo, con una manifiesta y gradual sequía que ya obliga a cambiar y suprimir temporadas de siembra en el Valle.

No hay cerrazón inhumana entre quienes dan la batalla crucial por el agua. Alientan la implementación de modernas alternativas, volviendo los ojos y la esperanza al mar para que no se reparta lo que no alcanza; buscando complementar las necesidades del elemento hídrico para consumo humano donde se requiere, como en Hermosillo, Guaymas, Empalme. Pero también, sin temor de apostarle al futuro, con la casi mágica construcción del Gran Río de la Vida, capaz de conducir el vital líquido excedente de entidades del sur del país: el Plan Hidráulico del Noroeste (PLHINO).

Y, con fe en horizontes deseados, anhelan sumarse a proyectos visionarios que se acierte a promover desde el Gobierno de la República, en el sentido de lograr que el país se convierta en un espléndido productor de granos básicos como trigo, maíz, frijol, arroz, considerando que para tan noble y esencial tarea de justicia social encaminada a lograr la autosuficiencia alimentaria, el punto de partida obligado es no secuestrar el agua de las regiones, para que la vocación de extensiones agrícolas como el Valle del Yaqui, logren, de nuevo, un timbre de orgullo nacional que ya tuvo: Granero de México.

Este sueño sólo se podría volver realidad construyendo puentes hacia el futuro para aprovechar la gran fuente del mar y aceptar, también, el reto que parece imposible: abrir el caudal del Gran Río de la Vida, el PLHINO.

Le saludo, lector.

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