El bono democrático no dura por siempre

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Difícilmente la curiosa lectora, el suspicaz lector encontrará en la nueva clase gobernante, alguno comportamiento que se diferencie sustancialmente de aquellas prácticas que lenta pero inexorablemente fueron erosionando la credibilidad del PRI hasta arrebatarle la presidencia del país después de 70 años.

Al PAN, fundado en 1939 le costó 61 años hacerse con el poder presidencial y ocupó solo 12 para perderlo.

Morena fue un fenómeno espectacular en 2018. Con solo 5 años de fundado, ganó la presidencia de la República y lo hizo con el mayor margen en la historia moderna, después de la larga noche del partido casi único.

Vale decir que no surgió por generación espontánea, no nació de la nada. Al contrario, Morena llegó a ser lo que hoy es, gracias a que supo recoger una vasta tradición de lucha del pueblo mexicano por la democratización de la vida pública, incluyendo las épicas jornadas de 1988 que por primera vez pusieron a la izquierda, hasta entonces marginal en la antesala del poder presidencial.

Para solaz de unos y despecho de otros, Morena es la coronación de un largo y extraño proceso de decantación de la izquierda mexicana y al mismo tiempo, de sumatorias no menos raras, donde en aras del pragmatismo electoral que requirió la victoria de 2018, se incorporaron tirios y troyanos. 

En Morena convive una parte de la más lúcida y consecuente militancia y una parte de lo más representativo del oportunismo político; una parte del izquierdismo más radical (al menos de discurso) y una parte del conservadurismo confesional más rancio. Una parte del ‘democratismo’ que todo lo quiere resolver plebiscitariamente y una parte del caudillismo que tiene expresiones bizarras al llegar a comparar al presidente con el mismísimo Jesucristo (Attolini) y más aún, concluir que el hijo de Dios es si acaso un co estelar porque no llenó tantas veces el Zócalo (Estefanía Veloz).

Paradójicamente, eso que nutrió el ‘sprint’ que le faltó a la izquierda desde 1988 para llegar a la meta, y que 30 años más tarde fuera clave para la victoria, es al mismo tiempo el óxido que va minando su consistencia y el vértigo que trae mareados a más de cuatro en su rápido ascenso al proverbial ladrillo.

El convulsionado proceso interno que estamos viendo por estos días tiene en parte su origen en todo esto. El agandalle de candidaturas (que empezó con Félix Salgado y aún no termina en los estados) son apenas la parte más visible de un conflicto interno cuyas dimensiones son aún insospechadas, pero que de entrada ya hicieron retroceder varios puntos a Morena como ‘marca’ en el país, y a varios de sus candidatos.

Hace apenas unos meses, Morena tenía prácticamente aseguradas 13 de las 15 gubernaturas en disputa este año, según algunas encuestas. Hoy, esas mismas encuestas indican que el número de ‘seguras’ se ha reducido a ocho y en otras cinco la ventaja se ha acortado hasta el umbral del empate técnico, Sonora incluida.

¿Representa esto el fin de la llamada 4T? Definitivamente no. El proyecto de nación de Andrés Manuel López Obrador no es sexenal, está concebido como una lanzada de largo aliento y además, tiene mucho poder y mucho dinero.

La oposición por su parte, no ha logrado articular una alternativa viable, creíble y despojada de las sombras de un pasado que la gente castigó en las urnas abrumadoramente en 2018. Hasta hoy, la oposición no representa tanto peligro para la 4T como sus propios conflictos internos y el desgaste natural en el ejercicio de gobierno.

El sonsonete de los otros datos para negar lo evidente ha dejado de ser gracioso de la misma manera como el anillo de la pandemia ya gangrenó el presidencial dedo donde supuestamente había quedado a la medida. 

Más de 300 mil muertos por Covid19, más de 12 millones de mexicanos que se quedaron sin ingreso el último año, cientos de miles de pequeñas y medianas empresas cerradas; desempleo galopante, inflación a la alza (no reflejada en los datos oficiales, pero sí en los anaqueles de los supermercados); gasolinazos mal disfrazados y masacres un día sí y otro también, o la corrupción que persiste en la tramitología diaria ya no pueden ser ocultados con la gracejada de los ‘otros datos’, porque el ciudadano los ve y los siente.

Mi hijo menor tiene meses batallando infructuosamente para conseguir una cita en la SCT para realizarse un examen médico, requerido para el trámite de su licencia como piloto. No hay manera de conseguir esa cita porque el sistema no lo permite.

Fue personalmente a la delegación en Baja California (vive en Tijuana) y fue tratado con arrogancia. La respuesta que le dieron es que debe seguir intentándolo hasta que el sistema le arroje un resultado positivo. 

Eso sí, la señorita que lo atendió, sutilmente le sugirió que si quería dejarse de problemas, buscara a una gestora amiga suya (que casualmente iba llegando a donde se encontraban). Efectivamente, la gestora (vulgo ‘coyote’ o Canis Latrans en su nombre científico) le dijo que podría tener la cita al día siguiente, sólo con desembolsar la simbólica cantidad de dos mil pesitos. El examen médico tiene un costo menor (mil 500).

Así funcionaba antes, así funciona ahora. Cualquiera que busque renovar su pasaporte en la SRE se encontrará con una situación similar. Es el microcosmos que contiene el cosmos. Golondrinas que sí hacen verano. Corrupción de antes y de hoy que no se ahuyenta agitando un pañuelito blanco.

Dirán que es un caso menor y tendrán razón, pero no quiero imaginar lo que sucede en otros ámbitos como las licitaciones y concursos de obras millonarias (las pocas que hay, pues la inmensa mayoría de los contratos son por adjudicación directa).

En lo político sucede lo mismo. Todas las prácticas del viejo PRI, incluido el dedazo, en nepotismo y las cuotas para los cuates están más vivos que nunca y de ello dan cuenta los propios militantes de Morena, como lo estamos viendo en estos días.

II

En otro tema, en el electoral, a Morena en Sonora se le está enredando la piola con sus campañas. Sucede que llevan un candidato común a la gubernatura con el PANAL, el PT y el VERDE, pero van solos en todos los ayuntamientos. 

Hasta hoy su candidato a la gubernatura no ha tenido tantos problemas, pero deberán resolver el asunto a la hora de las campañas locales, pues sus aliados tendrán candidatos propios que enfrentarán a los de Morena en el ámbito municipal. Este es un tema interesante que valdrá la pena ver cómo lo abordan. En algunos municipios, están tratando de convencer a sus aliados para que no postulen candidatos, negociando con ellos regidurías y otras posiciones. También al viejo estilo.

III

Mientras tanto, en el IEE la austeridad republicana está haciendo mella. Al parecer también les tronó el sistema para el registro de candidaturas y los partidos están teniendo más problemas que un ciudadano queriendo sacar cita para renovar su pasaporte. 

Aquí sí el daño es parejo, pues los candidatos de todos los partidos políticos están resultando afectados y temen que si no se resuelve el asunto en las próximas 48 horas, puede estallarles en la cara pues el jueves se vence el plazo para sus registros.

Y es que, considerando que ese trámite deben hacerlo incluso los candidatos a regidores y síndicos en los 72 ayuntamientos, de todos los partidos, las solicitudes se cuentan por miles y eso fue lo que hizo que al IEE se le cayera el sistema, presumiblemente ‘patito’. El jueves veremos en qué para todo esto.

IV

Subió el tono de su discurso ‘El Borrego’ Gándara. Quizás hastiado de poner la otra mejilla para que Alfonso Durazo le esté surtiendo a cada rato, en los últimos días le ha revirado con dos buenos ganchos de izquierda.

Primero lo señaló en cadena nacional como un secretario de Seguridad que no hizo nada por resolver su encargo, el que abandonó para venirse como candidato, y ayer retomó su propuesta de que todos los candidatos hagan pública su declaración de no daño patrimonial porque, dijo, no deben ser candidatos nadie que haya dejado cuentas pendientes con el erario en su paso por el servicio público, o que tengan expedientes abiertos, que estén siendo investigados por presuntos delitos.

El tema caló, porque aparece un día después de que versiones periodísticas involucraran al propio Durazo Montaño en una investigación de la DEA por presuntos vínculos con el crimen organizado. 

Tales versiones fueron desmentidas el mismo día por el vocero de Durazo, Edgar Hiram Sallard, pero palo dado ni quien lo quite.

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