Es peligroso, lo saben

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Si alguna desmotivación faltaba, si alguna sospecha había sobre lo riesgoso que resulta el regreso a clases presenciales este 30 de agosto, la misma titular de la SEP, Delfina Gómez se encargó de reconocer que tanto ella como el presidente Andrés Manuel López Obrador están enterados del peligro que corren las comunidades escolares por la tercera ola del Covid-19.  

El obligar a los padres firmar una carta de responsabilidad como condición a que sus hijos acudan a clases presenciales es una evidente aceptación y conocimiento sobre lo que vendrá después del 15 de septiembre a la luz de lo que ocurre en otras partes del mundo y en países que incluso disponen de un sistema educativo cuya infraestructura está en mejores condiciones que el de México.  

Y como ya es clásico en este gobierno de cobardes, procuran deslindarse sobre las consecuencias de una decisión tomada, sobre el costo en vidas y en la salud de la niñez y juventud mexicana y sus familias, ahora sujetas por un decálogo hecho con las patas y dado a conocer, en el marco de una parodia sensiblera en la mañanera de este jueves, por quien dicho sea de paso, pudiera pasar a la historia como la primera secretaria de gabinete que apenas sabe leer.  

Sabe si a la planta docente, directivos, administrativos e intendentes de los planteles también los obliguen a firmar esa carta de responsabilidad, porque al igual que sus alumnos ellos corren similares riesgos de contagiar y de contagiarse, independientemente si están vacunados o no, como lo demuestra esa variante Delta del virus que tanto dolor y muerte ha causado en México.  

Vienen tiempos difíciles

Descarada y descarnada la disposición oficial que se complemente con la advertencia, de que si se presentan contagios, de ninguna manera serán motivo para suspender actividades escolares en los planteles, además que padres de familia deberán proveer a sus hijos con cubrebocas, gel antibacterial, así como que deberán aplicar protocolos sanitarios en sus domicilios antes de enviarlos a la escuela, como tomarles la temperatura, faltando sólo que les exijan llevar oxímetros.  

Sabe en qué mundo vivan esos cretinos que se amparan en catilinarias sensibleras sobre las bondades de asistir a las aulas, pero que eluden responsabilidades sobre las consecuencias que ya se sufren en escuelas de Estados Unidos donde los contagios en escuelas se han triplicado entre menores de 12 años y en muchos casos, con síntomas graves.  

Desde un punto de vista realista, en Sonora pudieran darse condiciones para que un buen número de planteles estuvieran en condiciones de ofrecer condiciones más o menos seguras y padres de familia también en condiciones de cumplir los requerimientos materiales que exige doña Delfina e incluso firmar y asumirse como responsable de lo que le pudiera pasar a su hijo si decide enviarlo a clases presenciales, pero creemos que en la mayoría de los casos no será así.  

“Ah cabrón, debe estar gruesa esa tercera ola”, nos comentó amigo nuestro, al enterarse que si quiere enviar a su chamaco adolescente a clases presenciales, deberá firmar esa carta de responsabilidad, para decidir, que si están así las cosas, lo mantendrá bajo el esquema virtual y a distancia.  

Definitivo, regresan al aula

En efecto, López Obrador y la Delfina quieren regreso a clases llueva truene o relampaguee, pero no quieren hacerse responsables del costo de su estupidez, como si el hecho de que algunos mueran sea un sacrificio aceptable y más cuando pretenden deslindarse de dicho costo, en un contexto de insensatez, cobardía e ignorancia sin límites.  

Imposible no tener reservas ante recomendaciones, cálculos y decisiones que ha tomado López Obrador a lo largo de la pandemia con el abyecto apoyo del zar del Covid-19, Hugo López Gatell, desde su desdén sobre la peligrosidad del virus porque decía que era un simple catarro y su rechazo al uso del cubrebocas o el antibacterial, hasta sus irresponsables convocatorias a salir a comer e insistir en reuniones masivas, programadas para saciar su enfermizo ego.  

Ya ven la sarta de estulticias que vomitó en contra de sus odiados conservadores a quienes adjudicó el rechazo del regreso a clases presenciales, cuando como se sabe, los principales promotores para dicho reinicio son propietarios de escuelas particulares, empresarios de la educación, que desde una perspectiva de clase deben ser conservadores y que deben ser los más felices por esa decisión.  

Sabe cuántas muertes hayan ocasionado las torpezas del presidente y su disléxica interacción con la realidad, de un virus que ya ha contagiado a más de tres millones de mexicanos y a matado a casi 300 mil, de acuerdo a cifras conservadoras, y todo indica que va por más, porque ya puso en la mira a la población más vulnerable en términos de la situación actual del Plan Nacional de Vacunación, porque el sector infantil y juvenil está fuera de los esquemas de recepción del biológico.  

Enrique Clausen y Pepe Alomía

En Sonora y para efectos de gobierno, el tema de regreso a clases presenciales en las actuales condiciones de pandemia, es transexenal y se infiere que si bien la formalidad institucional impone como responsable de esa decisión a la administración de Claudia Pavlovich, quienes deberán atender las consecuencias son quienes asumirán sus encargos a partir del 13 de septiembre.  

A la gobernadora Pavlovich y al titular de la SEC, Víctor Guerrero les toca hacer lo que haya que hacer para propiciar las mejores condiciones en infraestructura escolar, y al de Salud, Enrique Clausen, mantener los protocolos sanitarios que haya lugar, en estrecha participación con los equipos de Alvaro BracamonteJosé Luis Alomía, quienes como titulares de educación y de salud, como han sido perfilados, deben ser desde ya factores importantes en la toma de decisiones, al ser quienes deberán atender los efectos de esa movilidad a más tardar a mediados del próximo mes.  

Percibimos que tanto en la SEC como en Salud se está actuando ante lo irremediable que todo su esfuerzo está basado hacer lo que les corresponde, con la esperanza de que en la próxima quincena, impere la responsabilidad social con el cumplimiento de protocolos sanitarios y el avance de la vacunación, se contenga la tercera ola y mejoren las condiciones de riesgo.  

En fin, lo cierto y de acuerdo a la situación actual, resulta evidente que el presidente, su titular de educación y de salud saben que el regreso a clases presenciales es peligroso y por eso su pretendido deslinde de responsabilidades, ya que sería igual que al comprar un boleto para viajar en un avión destartalado, se nos pidiera firmar algo similar.  

Víctor Guerrero y Alvaro Bracamonte

Por lo demás, si Usted ya tenía su guardadito de dólares y confiaba que el presidente convenció a la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris de abrir la frontera terrestre entre ambos países, en su plática telefónica de hace un par de días, pues vale más que calme sus ansias de fayuquero, porque  

Alejandro Mayorkas, titular del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, indicó que se mantendrá parcialmente cerrada por lo menos dos meses más, es decir, hasta octubre próximo.  

O sea, no le fue tan bien al presidente luego de sus intemperancias declarativas recientes en contra del gobierno de Joe Biden, esas que se guardó muy bien cuando sus abyectas genuflexiones ante Trump y tampoco hubo buenos resultados de los esfuerzos diplomáticos del canciller Marcelo Ebrard y obviamente el gobierno gringo no cree que no es suficiente el intenso plan de vacunación que se estuvo realizando en municipios fronterizos.  

En todo caso, ante la actitud rejega del gobierno del otro lado, pues que se anime a implementar una política espejo en materia sanitaria y también limite el tránsito fronterizo de norte a sur, solo para asuntos esenciales, para cuando menos tener esa satisfacción.  

Mayorcas y Ebrard

Malas noticias para comunidades fronterizas mexicanas con su dolarizada economía, pero más malas para el comercio y sector económico del otro lado, donde pasarán otros dos meses de desolación y seguramente más empresas y comercios se irán a la quiebra.  

Ya van 17 meses de restricciones a causa de la pandemia y la única forma de ir a gringolandia es en avión, ya que, de acuerdo a expertos, esa es la mejor forma para contener la movilidad del virus, además que para el ingreso se exige prueba Covid-19 negativa de no más de 72 horas o certificado de vacunación de al menos una aplicación.  

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