Una de cal…

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Profundo suspiro de dolorosa satisfacción nos causó la detención del tercer animal implicado en el asesinato de nuestro amigo Tomás Rojo Valencia, al culminar la indagatoria a cargo de elementos de la Agencia Ministerial de Investigación Criminal, de la Fiscalía General de Justicia de Sonora.  

Luego de más de siete meses de los infaustos hechos que cobraron la vida al vocero de la tribu yaqui, la procuración de justicia de esta entidad aporta una de cal por las muchas que van de arena, que si bien no restituyen la vida del activista indígena, al menos la vileza perpetrada en su contra no queda impune y los autores serán castigados.  

De acuerdo al comunicado oficial, la detención de dicho sujeto se suma a seis asegurados más, entre quienes se incluye a una mujer, y por lo que les fue incautado, drogas, armas y parafernalia, obvio que son integrantes de una banda del crimen organizado que ha sentado sus reales en territorio yaqui.  

Tales indicios corroboran la percepción de que la desaparición de Tomás el 17 de mayo del año pasado, y posterior asesinato, se derivó de su obsesivo activismo en contra de la intromisión de gente extraña a la etnia en asuntos como la operación de los retenes sobre la carretera de 4 carriles; dar claridad al destino del dinero recaudado y negarse a ser parte del Plan de Justicia Yaqui impulsada por el gobierno federal, mientras dichos grupos tuvieran representantes en las mesas de trabajo.  

Claudia I. Contreras

Muy bien por los muchachitos de la fiscal Claudia Indira Contreras, quien también abona a la percepción social respecto a que en el gobierno de Alfonso Durazo Montaño se avanza en el combate a la impunidad y como de ver dan ganas, muy bueno sería que en estos días nos diera motivos para otro profundo suspiro de dolorosa satisfacción, dando a conocer la detención de los autores materiales e intelectuales del atroz asesinato de otro amigo nuestro, Abel Murrieta Gutiérrez, asesinado en la vía pública y a plena luz del día, frente a docenas de testigos, el 13 de mayo del año pasado, mientras buscaba el voto como candidato del Partido Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Cajeme.  

Para los comunes mortales resulta paradójico el que haya sido resuelto un crimen perpetrado en la penumbra, en despoblado y sin testigos como fue el caso de Rojo Valencia, mientras que el de Abel permanezca en la incógnita y que nada se sepa de algún avance en la indagatoria, que suponemos se lleva a cabo, luego del expreso compromiso de la señora fiscal para dar con los responsables de la atrocidad en contra de quien dijo era su amigo.  

Sabemos que los dos hechos aludidos son emblemáticos por el alto perfil de las víctimas y sabemos también, de acuerdo a información oficial, que la FGJE ha logrado resolver bastantes homicidios, pero son muchos más en los que prevalece la impunidad, aunque algo es algo y por eso decimos, una de cal por las que van de arena.  

Sin salirnos del rumbo, frente a la torpe operación del Plan de Justicia Yaqui y luego del posicionamiento del líder de la etnia en las regiones de Vicam y Potam, Fernando Jiménez, de nueva cuenta fue instalado el retén y cobro por el derecho de vía sobre la carretera de 4 carriles.  

Abel Murrieta

Este espacio ha insistido en la errática negociación y diálogos desde el inicio del citado esfuerzo presidencial, ya que a lo largo del proceso no han atendido factores que mantienen fracturada la unidad de la etnia, y lo peor, en lugar de atenderlos, los han recrudecidos.  

Habrá qué ver con qué salen los del INPI, porque al parecer la saliva y chorizo ya no satisfacen a importantes segmentos de la tribu, aunque hay que reconocer que es buena la estrategia de traer al titular de la SEDATU, Román Meyer Falcón, para supervisar el avance de diversas obras que se llevan a cabo en comunidades de la etnia, pero cuya conclusión y eventual operación llevará dos o tres años.  

Pero por lo pronto, la piola fue reinstalada en el punto más tradicional de todos: en plena mancha urbana de Vicam, que además de ser la cabecera de los ocho pueblos, puede decirse que sus liderazgos son los más pensantes y su guardia tradicional y tropa, más combativa, y más cerrada a posible infiltración de gente extraña.  

Mientras tanto, pasmoso el desparpajo, la ostentosa abulia y negligencia de instancias de gobierno frente al crecimiento exponencial de contagios por el Covid-19, sea variante Delta u Ómicron, a pesar de que el sábado pasado se registraron 30 mil 671 nuevos casos, superando así el récord histórico de 28 mil 953 casos registrados en el pico de la tercera ola en nuestro país.  

Se presume que por el avance del plan de vacunación, en la jornada sabatina “solo” hubo 202 decesos en todo el país, pero hay que recordar que esas cifras contagios y fallecimientos, por lo regular se quedan muy cortas.  

Alfonso Durazo

En Sonora las cosas están de miedo, ya que del 3 al 8 de enero se registraron oficialmente tres mil 414 nuevos casos y se sigue muriendo gente, resultando incomprensible el que mantengan agendas que implican reuniones masivas y mire que en esas estadísticas no están los miles de positivos en pruebas realizadas en el sector privado.  

Las autoridades de salud del país y particularmente de Sonora, deberían de atender el criterio de la Organización Mundial de la Salud, que se resume en que es un error calificar a Ómicron como una variante leve del Covid-19, toda vez, que si bien es menos letal que la Delta –por lo pronto–su mayor capacidad de contagio representa mayor riesgo de colapso económico y saturación de unidades hospitalarias, además de desabasto de medicamentos, porque aún sin riesgo de muerte, las personas requieren atención médica y deben suspender actividades laborales, como elementales medidas para aliviarse y no contagiar a más personas.  

Algo distinto se debería de hacer, porque en el caso de Sonora ya van casi 126 mil contagios registrados oficialmente y más de nueve mil 200 fallecimientos, cifras que al parecer no cuentan porque solo así se entiende que haya disposición de aceptar que haya más de eso porque es una prioridad realizar por ejemplo el festival de Alamos, cuando es previsible que para esas fechas—los últimos 10 días de este mes—la cuarta ola estará en su primer pico.  

A pesar de lo complicado de la situación: la pandemia, la cuesta tan empinada de enero, violencia criminal imparable, ruinas financieras en el sector oficial, llama la atención el alto nivel de aceptación social del gobernador Durazo Montaño, todavía disfrutando del abultado bono democrático que recibió en la elección del año pasado, pero más importante aún, el endiablado ritmo que le ha impuesto a su trabajo de contacto ciudadano prácticamente por todos los rumbos de la entidad, sin importar días festivos, fines de semana ni asuetos de fin de año.  

Sus cotidianos anuncios sobre cosas buenas que vienen cualquiera sea la comunidad que visite, le ha redituado en una percepción alentadora entre el respetable, quienes esperamos –porque nos incluimos—que no pase mucho tiempo para ver resultados concretos y que estos se traduzcan en el mejoramiento de la calidad de vida de la gente.  

Román Meyer Falcón

Nuestro mayor anhelo, por el bien de Sonora, por el bien de todos, es que a la administración estatal no la alcance, no le impacte en mayor medida, la profunda crisis económica, sanitaria, social, de seguridad, educativa y política, que está causando la torpe conducción del presidente Andrés Manuel López Obrador.  

Que la honestidad no se convierta en solo una muletilla discursiva mientras campea la corrupción; que la austeridad no signifique por ejemplo gastar seis millones de pesos mensuales para que el presidente viva en Palacio Nacional; que el creciente y rampante poder de los militares sea restituido a los civiles; que ya no se pontifique sobre las bondades de la educación e investigación científica mientras se destruyen instituciones que la promueven; que el autoritarismo ya no avance a costa de la democracia; que el respeto a los derechos humanos sea en general, no solo para unos cuantos; que la transparencia se imponga a intentos de ocultamiento; que luego de más de tres años, haya abasto de medicamentos, ni que berrinches, fobias, complejos y taras mentales se impongan en la ejecución de políticas públicas.  

Difícil pero no imposible y más cuando sabemos que Durazo Montaño es un tipo inteligente, de fuerte carácter y arraigadas convicciones, virtudes que deberán ser el plus que pudieran evitar o al menos paliar los efectos de lo que luce como la irremediable receta que aplica López Obrador a México.  

Y cuando todo parecía estar finamente planchado y haber llegado a acuerdos de unidad en la elección de la nueva presidencia de la Unión Ganadera Regional de Sonora, todo indica que se avecina otro choque de trenes en la disputa del control de esa influyente organización de productores.  

Rubén Molina 

Desde hace semanas Juan Carlos Ochoa Valenzuela realiza lo que hasta estos días fue una plácida campaña interna como aspirante a relevar en la presidencia a Héctor Platt Martínez, quien incluso asistió a reuniones de acompañamiento con asociaciones ganaderas locales, con la asistencia además de expresidentes de gran influencia en la toma de decisiones.  

Pues para atrás los filders, porque en asamblea de la Asociación Ganadera de Etchojoa y a propuesta de 12 asociaciones ganaderas locales, se propuso competir por la presidencia de la UGRS a Rubén Molina Molina, quien por supuesto aceptó y deja la mesa puesta para que se caliente dicho proceso, toda vez que no luce como una ocurrencia, ya que como se sabe, el apellido Molina tiene mucho peso entre los rancheros organizados de Sonora.  

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