Protección social para artistas.-

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Protección social para artistas.- Si el gobernador Alfonso Durazo y el Congreso del Estado se lo proponen, podría surgir la Ley Rigoberto Badilla, encaminada a atender la problemática de quienes se encuentren indefensos ante la realidad de los tiempos… 

Bernardo Elenes Habas

Inevitable eludir una realidad que lastima.

El caso del médico y poeta cajemense Rigoberto Badilla, de amplios méritos y reconocidos lauros en el campo de la literatura sonorense, dejó al descubierto la indefensión de quienes se entregan al arte, la cultura, su difusión, olvidándose de sí mismos.

Bien lo decía el poeta sonorense-sinaloense Juan Eulogio Guerra Aguiluz: “Quienes trabajamos el verso, la narrativa y la esperanza, creemos que tenemos credencial de luz y de eternidad, olvidándonos de nosotros mismos; pero de pronto nos sorprende la realidad y nos damos cuenta que no poseemos más que nuestros poemas, nuestros libros y nuestros zapatos, sin un techo y una mesa con alimento caliente para sobreponernos al invierno de la vida”.

El Locho Guerra –mi amigo inolvidable-, me lo dijo una mañana de enero en Cajeme, cuando soñábamos en construir las estructuras del Instituto Lingüístico del Noroeste, donde confluyeran las lenguas originarias de yaquis, pimas, seris, pápagos, zuaques, ocoronis, considerando que sus coordenadas referenciales se enmarcan en la región de Sonora y Sinaloa.

Pero el Locho se fue un 15 de mayo, cuando celebraba conescritores y académicos el Día del Maestro, abriendo en la planta alta la puerta de un edificio a medio construir, que daba al vacío, navegando desde entonces su guitarra para perseguir estrellas…

Y tenía mucha razón Juan Eulogio, el autor del poemario Cantos del Rumbo, dedicado a la Revolución Cubana. Los poetas, los escritores, pintores, músicos, actores, artistas en general nos entregamos por completo sin esperar nada a cambio, y sólo cuando llegan los quebrantos, las desgracias inevitables del camino, nos damos cuenta que estamos solos, abandonados en un escenario desconocido, donde la poesía, el canto, la luz del alma dejan de tener valor ante un sistema indiferente que sólo mide el tanto tienes, tanto vales…

Le sucedió a Bartolomé Delgado de León, a Santos García Wíkit, Alonso Vidal, Abigael Bohórquez, Carlos Verduzco Meza, Rogelio Arenas, y ahora a Rigoberto Badilla, con un grave problema cerebro-vascular sufrido hace algunos meses, enfermedad que lo sorprendió indefenso, sin recursos, sin trabajo, sin asistencia social, a él que ha contribuido con un perfil de alta factura dentro de la literatura a favor de Cajeme y de Sonora, pero que de pronto se dio cuenta que los sueños, las ilusiones, los triunfos encaminados a poner en alto el alma de su pueblo, son fuegos fatuos, pirotecnia deslumbrante de unas horas, porque el cantor, el juglar, el artista carece de una parcela donde materializar su realidad, profundizar raíces que revienten en espigas cargadas con frutos de seguridad y de vida digna…

El caso Badilla López, se convierte, ahora, en un movimiento encaminado a lograr la seguridad social de los creadores, los artistas, quienes trascienden los horizontes de lo subjetivo, pero que son arrollados por una realidad inaplazable, cuando las pompas de jabón llenas de colorido muestran su vida fugaz y revientan…

Por lo pronto, lo urgente es buscar las formas para que se vuelva realidad una jubilación especial para Badilla López, por los servicios prestados a instituciones médicas de la federación.

Y en lo general, ya hay gente comprometida con la poesía, la narrativa, la pintura, el teatro, la danza, música y otras maravillosas expresiones estéticas –como es el caso de la escritora Gloria del Yaqui, en Hermosillo-, trabajando una iniciativa que bien podría el gobernador del Estado, Alfonso Durazo y el parlamento local, hacer suya, cuando se la entreguen quizás a través de la directora del Instituto Sonorense de Cultura, Beatriz Aldaco, mujer comprometida con su tiempo que sabe y reconoce estos sufrimientos…

Le saludo, lector.

(Fotos: Bartolomé Delgado de León, Abigael Bohórquez, Santos García Wíkit).

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