Adalberto Rosas, su liderazgo social pervive.-

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Bernardo Elenes

Adalberto Rosas, su liderazgo social pervive.- Hasta el final de su vida mantuvo férrea lucha contra el Acueducto Independencia, al que llamaba monumento a la corrupción.- Un día se propuso ser alcalde de Cajeme en 1979, y el pueblo le dio su voto.- Se cumplen seis años de su muerte.

Bernardo Elenes Habas

Adalberto Rosas López jamás permitió que doblegaran sus principios sociales.

Era obstinado en sus luchas. Se propuso ser alcalde de Cajeme en 1979, y contra viento y marea, convenció a la ciudadanía con una campaña a ras de tierra, casa por casa, mirando a los ojos a hombres y mujeres, a obreros y campesinos, entregando sus tarjetitas azules que anunciaban el cambio. Y lo logró.

Esa obstinación la mantuvo, también, al inicio del año 2010, cuando el entonces gobernador Guillermo Padrés con su “Sonora Sí”, utilizando la necesidad de agua para calmar la sed de las familias de Hermosillo, inició la construcción del Acueducto Independencia para secuestrar el agua que le corresponde al Valle del Yaqui y a los ocho pueblos yoremes, para entregarla a ambiciosos desarrolladores urbanos de la ciudad capital y a prominentes agricultores.

Hoy, cuando se pretende cerrar el tema social y moral del agua a través de programas que avalan la ilegalidad del Acueducto (mismo que Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano pidió en Vícam Pueblo, al presidente Andrés Manuel López Obrador cerrar, para que a través de ese propósito justiciero se ampliara la visión para la obtención de mayor líquido capaz de satisfacer las regiones sedientas de Sonora utilizando la tecnología de la desalación de agua de mar), indudablemente que estaría Adalberto Rosas, al lado de la tribu yaqui, junto con Tomás Rojo, Jaime Miranda Peláez, Kili Cruz, Mario Luna, Martha Luz Parada, Alberto Vizcarra, haciendo sonar los tambores yoris y yoremes, hasta lograr hacer llover a la justicia, desbordar ríos y arroyos, exigiendo respeto a la memoria de Tata Lázaro en su heredad magnánima.

De esa medida era la hechura de Adalberto Rosas, quien cumple hoy 25 de enero, seis años de muerto.

En Cajeme, Adalberto destruyó el estigma priísta de los hombres únicos y providenciales, cuando derrotó, en elecciones por la alcaldía 1979-1982, a don Francisco Obregón Tapia.

Militaba en ese tiempo en el Partido Acción Nacional, al que renunció posteriormente, cuando dicho instituto comenzó a decaer en sus principios, porque en realidad, Adalberto era un ciudadano del mundo, y su ideología la sustentaba en la justicia y la libertad.

(Al cadáver del PAN lo retomó, 24 años después, Jesús Félix Holguín. Y pese a la oposición del caciquismo que también prevalece en el tejido del blanquiazul, lo resucitó, y Chuy se convirtió en el segundo alcalde de Cajeme surgido de las siglas azules en el trienio 2003-2006). 

Rosas López fue crítico implacable de un sistema en decadencia, contra el que arremetió desde muchos frentes; siendo sus últimas luchas contra el saqueo de las aguas pertenecientes al Valle del Yaqui por el Gobierno estatal de Guillermo Padrés, y quedando al final como uno de los poco combatientes legítimos de esa batalla, porque algunos de sus otrora compañeros de contienda, sucumbieron al canto de las sirenas e hipotecaron sus conciencias por cargos públicos y otras migajas.

El 25 de enero de 2017, a los 75 años de edad, murió Adalberto, el sobrino del inolvidable líder campesino Machi López. El esposo de Betina Mazón. El consistente guía político que logró sumar a su administración municipal, otro trienio más en Pablo Ávila, pero el retorcimiento de leyes y la sumisión de la legislatura en turno del Congreso del Estado, convirtió en humo ese triunfo; al igual que su victoria por la gubernatura ante el priísta Rodolfo Félix Valdés, en 1985. El que propició gran parte de la actual estructura del ITSON, universidad de la que fue patrono. El que recibió la presea de Ciudadano Distinguido de Cajeme durante la administración de Rogelio Díaz Brown, en 2012. 

Retó al sistema en días de tormentas políticas y avasallamiento oficial. Cuando posturas rebeldes y de señalamientos frontales como las que él mantenía, podían costar la vida. Cuando la información era susceptible de tergiversarse, sin que hubiese manera de demostrar la verdad, no como sucede ahora con las redes sociales, que superan en tiempo y velocidad a muchos medios informativos. 

Reinventó la resistencia civil. Habló siempre con claridad, y en su lenguaje franco, a veces salpicado de ironía, estaba implícito el sentimiento de rebeldía que le nacía desde sus raíces campesinas.

Le saludo, lector.

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