Poema de domingo.- Eran los años 70. Profundizar en los libros, hacer literatura, ser joven, era proclamar las banderas de la rebeldía y quedar sujetos a las acechanzas asesinas de Miguel Nassar Haro, director de Seguridad Federal, impulsor de la guerra sucia e implacable torturador de una generación que exponía sus ideas, las defendía y trazaba caminos de libertad.
De esos tiempos, cuando Nassar Haro visitaba frecuentemente Cajeme y se reunía con sus amigos en la licorería de Miguel Saca, por la calle No Reelección centro, son estos poemas y muchos más, que se constituían en las armas que los poetas blandíamos para combatir el autoritarismo y la arrogancia de los tiempos…
Bernardo Elenes Habas
I
Cuando las alambradas
sean al fin arrancadas
por las manos morenas
de la revolución,
abriremos los surcos,
sembraremos guitarras,
y en forma colectiva
-sin propiedad privada-.
el pueblo será dueño
del campo y su canción.
II
En las horas violentas
de fuegos y metralla,
cuando las estructuras
del mismo viento tiemblen,
y la rosa sucumba
y la espiga padezca,
quiero tener conmigo
tan solo una guitarra,
con su mira ajustada,
con su canción dispuesta,
para apretar sus cuerdas
y entonar con el pueblo
el himno combativo
de la revolución.
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