Poema de domingo.- Cuando llegaba la lluvia al viejo Cajeme, cuyas calles eran de tierra, la Zaperoa (6 de Abril), la Cuchus (Jesús García), la Tézamo (Niños Héroes), se llenaban de algarabía, porque se convertían en arroyos amplios donde bañarse en lo hondo de las avenidas, navegar barquitos de papel y modelar muñecos y carritos de lodo entre el aroma de vinorama y sueños florecidos, era la diversión de la niñez… Corrían otros tiempos, llenos de limpieza y de bondad, porque el odio y la violencia no hacían costra en las calles y en las almas…
Bernardo Elenes Habas
-la señal es precisa,
cuando el calor arrecia,
pronto llega la lluvia
–decían con voz sabia
los viejos de Cajeme.
El cielo se llenaba
de turbios nubarrones
y abría sus compuertas
inundando las calles,
arrastrando la tierra,
reclamando los cauces
de arroyos que bajaban
de los cerros vigías…
-La señal es precisa,
cuando el calor arrecia,
pronto llega la lluvia
–decían con voz grave
los viejos de mi pueblo,
y los niños de ayer
recogían ansiosos
chubascos promisorios
que cada voz tenía,
porque sabían que pronto
la lluvia llegaría,
inevitable, alegre,
para regar los sueños
sembrados en las almas…
Al descender la noche
cantarían las ranas
su horizonte de sombras,
y los niños sencillos
del color de la tierra
cumplirían su anhelo
de llenar la mañana
con muñecos de lodo,
navegando los ríos
con risa aventurera
al timón fantasioso
de barcas de papel…
-La señal es precisa,
cuando el calor arrecia,
pronto llega la lluvia…
y esas solas palabras
presagiaban diluvios
en las almas sedientas
de los niños de ayer…
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