Poema de domingo.- Por las noches, en los años de 1920, contaba María, mi madre, las calles de Cócorit quedaban sombrías. Las familias se refugiaban temprano en sus viviendas alumbradas con lámparas de petróleo y cachimbas, donde los padres, los tíos, los abuelos desgranaban leyendas de aparecidos que los niños escuchaban con azoro, porque creían que los nahuales salían de los huertos y recorrían las viejas calles del pueblo…
Bernardo Elenes Habas
En las noches de invierno
las casonas de adobe
Las calles solitarias
se llenaban de sombras,
el viento murmuraba
desde sombríos huertos
roncas tonadas tristes
de humedad y hojarasca…
Los relámpagos breves
con cuchillos de lumbre
alumbraban nahuales,
ánimas del silencio
bebiéndose las horas.
mientras volaba incierto
el presagio sombrío
de ocultos tecolotes…
Luego asomaba el día,
la congelada aurora,
el aroma a guayabas
montada sobre el humo
de tiznadas hornillas,
el gorjeo de las aves,
el canto de los gallos,
porque el pueblo de Cócorit
con sus viejas leyendas
despertaba a la vida…
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