Investigadores descubren que antiguos sellos mesopotámicos para el comercio podrían contener las primeras pistas del sistema de escritura más antiguo del mundo
La escritura es, sin duda, una de las herramientas más poderosas en la historia de la humanidad, permitiendo la comunicación a través del tiempo y el espacio. Sin embargo, su invención, que marca la línea divisoria entre la prehistoria y la historia, sigue siendo un enigma fascinante. Un estudio reciente, publicado en la revista Antiquity, ha arrojado nueva luz sobre cómo surgió la primera escritura en el sur de Mesopotamia hace más de 5,000 años. Este estudio sugiere que los orígenes de la escritura podrían rastrearse a una antigua práctica comercial: el uso de sellos cilíndricos en transacciones comerciales. Los investigadores detrás de este trabajo, liderados por Kathryn Kelley, Mattia Cartolano y Silvia Ferrara de la Universidad de Bolonia, han identificado en estos sellos una serie de motivos que podrían haber dado lugar a los primeros signos de proto-cuneiforme.
El papel de los sellos en la administración y el comercio
Los sellos cilíndricos mesopotámicos, algunos de los cuales datan del 4400 a.C., mucho antes de la invención de la escritura, eran utilizados para dejar una marca personal o institucional en la arcilla. Estos objetos, de pequeño tamaño pero enorme importancia, se tallaban con diseños elaborados y luego se hacían rodar sobre tablillas de arcilla húmeda, dejando impresas figuras simbólicas que certificaban la autenticidad de un intercambio, la procedencia de un producto o el rol de una institución en la transacción.
Aunque estos sellos no contenían texto en el sentido que hoy conocemos, sus imágenes reflejaban una iconografía propia que podría haber evolucionado hasta convertirse en el proto-cuneiforme, la primera versión del sistema cuneiforme. En palabras de Silvia Ferrara, coautora del estudio, el salto conceptual de los símbolos preliterarios a la escritura es uno de los desarrollos más significativos en las tecnologías cognitivas humanas. Esta transición es el núcleo de la investigación reciente, que propone que la escritura surgió en parte como una respuesta a las necesidades organizativas y comerciales de las nacientes ciudades mesopotámicas.
Los investigadores del estudio analizaron detalladamente los símbolos impresos en estos sellos preliterarios, utilizados para representar bienes, personas y transacciones en los centros urbanos de la antigua Mesopotamia, en lo que hoy es el sur de Irak. Al comparar estos motivos con los signos del proto-cuneiforme, los investigadores observaron ciertas correspondencias. Así, algunos símbolos que representaban edificios, postes de caña y telas con flecos —comunes en el comercio de textiles y productos agrícolas— parecen haberse transformado en los primeros signos de la escritura.
De acuerdo con el estudio, esta relación entre los símbolos comerciales y el proto-cuneiforme apunta a que las imágenes de los sellos preliterarios actuaron como “protopictogramas” de una naciente escritura. Estos símbolos, en lugar de representar sonidos, comenzaban a ser entendidos por su significado. El diseño de una jarra, por ejemplo, podía significar tanto el objeto como la noción de comercio o almacenaje de un producto específico.
La compleja red comercial que impulsó la escritura
El desarrollo de la escritura no habría sido posible sin la existencia de un sistema comercial avanzado en la Mesopotamia de finales del cuarto milenio a.C. Durante esta época, conocida como el período de Uruk, las primeras ciudades de la región comenzaron a expandirse y a establecer redes de intercambio de productos con otros centros urbanos. Estas ciudades dependían de la agricultura intensiva, especialmente en la región fértil entre el Tigris y el Éufrates, y necesitaban un sistema eficaz para gestionar el flujo de bienes y recursos.
Fue en este contexto de creciente urbanización y complejidad administrativa cuando surgieron los sellos cilíndricos. Inicialmente, los símbolos de estos sellos permitían a los mercaderes y administradores identificar envíos de productos como lana, granos y otros bienes esenciales, además de señalar las personas o instituciones responsables. Con el tiempo, los diseños de estos sellos se fueron refinando, dando lugar a una iconografía cada vez más estandarizada y detallada. Así, de acuerdo con el estudio, los sellos sirvieron no solo como herramientas comerciales, sino como un medio de comunicación visual que, eventualmente, evolucionaría hacia un lenguaje escrito.
Los sellos como una herramienta para entender la mente antigua
El estudio no solo examina el origen de los signos escritos, sino que también brinda una ventana a la forma en que los antiguos habitantes de Mesopotamia conceptualizaban el mundo. En muchos de los sellos preliterarios estudiados, se observa una gran atención a los detalles de la vida cotidiana y los objetos de valor. Los investigadores encontraron símbolos que representaban jarras, textiles y estructuras que posiblemente representaban templos o almacenes. La repetición de estos símbolos en distintos contextos sugiere que los habitantes de esta región ya reconocían estos elementos como íconos de sus actividades comerciales y religiosas.
Uno de los ejemplos más intrigantes es el de las jarras envueltas en redes, un motivo que aparece tanto en los sellos preliterarios como en los primeros textos en proto-cuneiforme. Los investigadores creen que este símbolo podría estar relacionado con la distribución de líquidos, como el vino o el aceite, dentro de la sociedad mesopotámica. La iconografía de estos sellos era tan detallada que incluso podía diferenciar entre distintos tipos de bienes o sus métodos de almacenamiento y transporte, lo que denota un alto nivel de organización y sofisticación.
El debate sobre los orígenes de la escritura
A pesar de los hallazgos prometedores de este estudio, algunos especialistas en cuneiforme, como el antropólogo Gordon Whittaker, muestran escepticismo sobre la conexión directa entre los sellos y la escritura. Según Whittaker, algunos símbolos en los sellos pueden ser demasiado vagos o generales como para afirmar que fueron un estímulo directo para la invención de la escritura. Sin embargo, la investigadora Holly Pittman, quien propuso hace casi 30 años que los símbolos en los sellos influyeron en la escritura, se muestra satisfecha con los resultados de la investigación, ya que respalda su teoría.
Esta discusión es parte de un debate más amplio sobre la transición de una sociedad sin escritura a una sociedad alfabetizada. La escritura, según algunos expertos, no habría surgido de la nada, sino de la necesidad de una sociedad cada vez más compleja de almacenar información y formalizar transacciones. Esta transición de imágenes a símbolos escritos en un sistema que los primeros habitantes de Uruk utilizaban para comunicar ideas complejas y abstractas refleja un cambio cognitivo de gran relevancia histórica.
A medida que el proto-cuneiforme se desarrolló, se convirtió en una herramienta central para la administración y la comunicación en Mesopotamia. Su uso se extendió durante más de 2,000 años, influenciando a civilizaciones como los babilonios y los asirios. La capacidad de los signos cuneiformes para representar no solo objetos, sino también sonidos y conceptos abstractos, permitió una expansión cultural que trascendió los límites geográficos y culturales de Mesopotamia. La influencia de la escritura mesopotámica se puede rastrear en otros sistemas de escritura, y aún hoy seguimos desentrañando su legado y su impacto en la humanidad.
La investigación de Kelley, Cartolano y Ferrara no solo amplía nuestra comprensión del origen de la escritura, sino que también subraya la compleja interconexión entre comercio, tecnología y cultura en las primeras sociedades urbanas. Gracias a sus descubrimientos, estamos un paso más cerca de comprender cómo las primeras civilizaciones transformaron los símbolos en un sistema de comunicación duradero que abriría las puertas al mundo de la historia escrita.