La disputa por el poder político, incluso en su plano legal, es despiadada.
Lo escribimos apenas ayer, a propósito de la intención de la colega y amiga Leticia Cuesta, de registrarse como candidata externa de Movimiento Ciudadano, acompañando al ex priista Antonio Astiazarán en la fórmula del PAN al senado de la República.
Este solo párrafo de cuatro líneas sintetiza la capirotada que puede formarse al calor de esa disputa en la que por cierto, Leticia Cuesta, y también lo escribimos ayer, perdería más de lo que pudiera ganar, considerando el remoto e improbable caso de que el PAN alcance la primera minoría, lo cual le alcanzaría para un escaño y ese sería para Astiazarán Gutiérrez.
Ante la escasez de cuadros en Movimiento Ciudadano (a quien corresponde ese segundo lugar en la fórmula), pero sobre todo ante las escasas posibilidades de ganar en una campaña que será sumamente desgastante (usualmente en ese periodo se descuida todo: trabajo, familia, cotidianidades y se invierte tiempo, dinero y esfuerzo), hay gente interesada en impulsar la candidatura de Leticia Cuesta.
Le dicen que es un cuadro valioso, una ciudadana ejemplar, una mujer valiente y capacitada; una voz que debe llegar a la cámara alta. Y no es que todo esa sea falso, no. Pero más bien parece que la intención era enviarla de carnada a un mar infestado de tiburones que se cebarían en ella y no en los otros, que permanecerían recostados en su zona de confort, esperando resultados y plurinominales.
La respuesta llegó más rápido de lo esperado.
En redes sociales se difundió un comunicado a través de la cuenta oficial de la Asociación Civil Sonora Ciudadana, redactado en términos muy duros, sobre la separación de Leticia Cuesta de su cargo como directora ejecutiva.
Entre otras cosas subrayan que la naturaleza de la organización es incompatible con la actividad partidista y no debe participar de ello ni en lo individual ni en lo colectivo. Acusan a Leticia de no haberles notificado su decisión de aceptar el ofrecimiento de MC, de lo que se enteraron por otros medios.
Pero lo más grave, señalan que en la AC existen pendientes e incumplimientos en obligaciones institucionales y temas administrativos no aclarados, especialmente en los estados financieros, lo que es un contrasentido en una organización que abandera la lucha por la transparencia y la rendición de cuentas.
Se deslindan de cualquier negociación de Leticia con algún partido político y advierten el inicio de un procedimiento legal para revocarle los poderes como directora, y de una auditoría.
En el documento aparecen, sin firma, los nombres de Natalia López, Sergio Aguayo, Sandra Serrano, Guillermo Noriega, Mónica Escobedo y Artemiza Michel.
Dicho posicionamiento fue fijado en la cuenta de Twitter de la asociación, de donde desapareció un par de horas después, misteriosamente. Hubo señalamientos de que la propia directora tomó para sí la cuenta, cambiando la contraseña-
Minutos después, comenzó a circular un comunicado del staff de esa asociación, en la que denuncian una serie de anomalías en la relación laboral, por lo que ya han presentado una demanda en la Junta Local de Conciliación y Arbitraje.
Informan que ayer mismo se reunieron con Leticia Cuesta, quien les comunicó que estaban despedidos por pérdida de confianza.
Más tarde, Sonora Ciudadana subió a su cuenta de Twitter un comunicado del Consejo Consultivo de dicha asociación en el que desconoce el documento atribuido a la Asamblea General y sostiene que dicha asamblea fue informada de la intención de Leticia Cuesta de separarse de su cargo, lo que fue aprobado por unanimidad.
En ese documento aparecen las firmas de Juan Carlos Gutiérrez Bravo, Juan Carlos Zúñiga Quiroga, Rosario Román Pérez, Rocío Rodríguez González, Anabel Montien González y Darbé López Mendívil.
Uno de los abajofirmantes, el colega y amigo Juan Carlos Zúñiga subió a su cuenta de Twitter lo siguiente: “No le perdonan a Leticia Cuesta su deslinde de la Comisión de Selección del Sistema Estatal Anticorrupción. Estamos viviendo las consecuencias de su oposición a la integración de los órganos del SEA”.
Como se recordará, Leticia renunció a esa comisión horas después de haber avalado con su firma la designación de los integrantes del Comité de Participación Ciudadana del SEA. Los integrantes de la comisión se enteraron de esa renuncia hasta otro día, cuando Leticia lo hizo público en algunos programas de radio.
Hasta aquí los hechos.
Ahora bien, Leticia no tiene impedimento legal alguno y sí el derecho a participar como candidata del partido o coalición que considere viable. Debe, como ya lo está haciendo, tomar distancia de la organización que dirige, para no comprometerla en sus quehaceres, aunque me temo que eso ya sucedió aunque me temo que eso ya sucedila en sus quehaceres.
oalici y, pase lo que pase, Sonora Ciudadana quedó tocada por las sombras de la duda, y señalada como una organización que podría emblematizarse, en adelante, con el clásico azadón de palo en casa del herrero. Con el candil de la calle y la oscuridad de su casa.
Insisto, la aspiración de Leticia Cuesta es válida y legítima, pero más tardó en hacerla pública que en provocar una polarización política, no tanto hacia fuera de la organización, sino hacia adentro, donde sus órganos de gobierno se encuentran ya partidos, confrontados y con las alforjas llenas de rencores para reproducir ese campo de batalla sin miramientos, que tanto cuestionaban en los partidos políticos.
Sonora Ciudadana, que había navegado con decoro sobre el a veces embravecido mar de la crítica a los gobiernos, en esta coyuntura político-electoral parece ir en la ruta de los mismos que criticaban: la opacidad, la violación de derechos humanos, la escasa rendición de cuentas y la polarización política entre sus integrantes y sus cercanos.
Porque en esta coyuntura no hay de otra: una vez ungida candidata, sus amigos, familiares, activistas y militantes que la convencieron de aceptar esa candidatura, tendrán que sumarse al apoyo de la fórmula que encabeza Antonio Astiazarán, si en ello les va la convicción de que así llevarán al senado la voz de una ciudadana. Entre esos apoyadores hay algunos colegas, cuya imparcialidad se verá comprometida con esto. Y está bien, porque finalmente tendrán la coartada perfecta para sumarse al apoyo de la opción política de sus preferencias.
Ahora bien, ¿Es correcto que la colega y amiga participe como candidata de la coalición PAN-PRD-MC? Desde mi punto de vista sí. Es una mujer inteligente y madura, y lo hace plenamente consciente de los riesgos que está asumiendo al entrar a ese campo de batalla en el que se vale todo.
Leticia, como Antonio Astiazarán una vez en campaña tendrán que sumarse, por ejemplo, al apoyo de la campaña presidencial de Ricardo Anaya, sobre quien pesan graves acusaciones de corrupción, tráfico de influencias y lavado de dinero. También a los ataques a los otros partidos y candidatos en contienda. Sin medias tintas.
Lo cierto también es que en ese campo de batalla se encuentran todos los demonios, y ya se soltaron.
Por último, coincido con quienes sostienen que la clase política tradicional no está dispuesta a abrir los espacios a ciudadanos libres, aunque tampoco creo en la pureza ideológica y la inmaculada ciudadanización de quienes participan, por cualquier medio, en la política electoral. Su opción por una u otra fuerza política descubre, necesariamente, sus afinidades.
Con el agregado de que la opción por la coalición PAN-PRD-MC obedece a una coyuntura muy específica, en la que nadie parecía dispuesto a ir como número dos de la fórmula. Y los que aspiraban, eran cartuchos bastante quemados, de manera que la colega y amiga se sacó la rifa del proverbial tigre.
En fin, esto apenas comienza.
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