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Los científicos también descubrieron que los efectos se pueden medir

Los investigadores de laboratorio LIGO-MIT han observado, por primera vez, que las fluctuaciones cuánticas, por pequeñas que sean, pueden sacudir objetos de tamaño humano y se pueden medir, según un estudio que publica Nature.

El experimento se realizó en el Observatorio de Ondas Gravitacionales con Interferómetro Láser (LIGO), cuyo cometido es detectar esas ondas, que son pequeñas ondulaciones en el tejido espacio-tiempo generadas por sucesos que generan masivas cantidades energía como la explosión de una estrella.

El LIGO está repartido en dos instalaciones, entre Washington y Luisiana, con sendos interferómetros en forma de L en un túnel de cuatro kilómetros, al final del cual cuelga un espejo de 40 kilos.

Los expertos han tomado muchas medidas para aislar estos aparatos del ruido externo, de manera que dispongan de las mejores posibilidades para detectar ondas gravitacionales.

El equipo se preguntó si LIGO podría ser lo suficientemente sensible como para detectar efectos más sutiles, como las fluctuaciones cuánticas que se producen dentro del propio interferómetro, y específicamente, el ruido cuántico -el movimiento mínimo e inherente a los objetos cuánticos-, generado entre los fotones de su láser.

El resultado fue que el ruido cuántico en los detectores de LIGO era suficiente para mover los grandes espejos, “un desplazamiento que fue predicho por la mecánica cuántica para un objeto de este tamaño, pero que nunca antes había sido medido”, destaca un comunicado del MIT.

La fluctuación cuántica de la luz del láser del interferómetro “puede causar una presión de radiación que puede golpear un objeto”, indicó Lee McCuller, del MIT.

En este caso, el objeto fue ese espejo de 40 kilos, que es mil millones de veces más pesado que los objetos de escala nanométrica en los que otros grupos han medido este efecto cuántico”, agregó.

“Lo especial de este experimento es que hemos visto efectos cuánticos en algo tan grande como un humano”, destacó Nergis Mavalvala, del Departamento de Física del MIT.

Según dijo, las personas, “en cada nanosegundo” de su existencia, son golpeadas por estas fluctuaciones cuánticas. “Pero nuestra energía térmica es demasiado grande” como para que afecten a nuestro movimiento de forma mensurable, precisó.

Fuente: elsiglodetorreon.com.mx

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