Bernardo Elenes Habas
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Anhelo que hablen las urnas en Cajeme.- Me mantengo observando la forma en que partidos y agrupamientos eligen candidatos.- Seguiré con respeto sus campañas, analizaré propuestas, y el 6 de junio sabré con certeza a quién entregaré mi voto y mi confianza.- Gane o pierda mi sufragio, estaré satisfecho si el triunfo limpio es para la democracia.

Bernardo Elenes Habas

Como cajemense, espero que hablen las urnas en el proceso electoral del 6 de junio.

No aguardo magia, ni las viejas fórmulas alquimistas que solían saturar con insolencia el transcurrir de los comicios, en otros tiempos.

Me mantengo, por lo pronto, observando la forma en que los partidos, sus agrupamientos, eligen candidatos, y la experiencia que apliquen para resolver las turbulencias formadas por sus militantes, aunado a la intromisión de grupos de poder que desafían las reglas de la democracia y junto con ello, desprecian la inteligencia y dignidad de los electores.

Luego que esas guerras internas saturadas de odio y ambiciones que propicia la política en el corazón de seres, siglas y colores, sean rebasadas, analizaré el perfil de hombres y mujeres que muestran disposición para llegar a Palacio Municipal en septiembre, y conducir por tres años los destinos de Cajeme.

Pero además de revisar con todo respeto la trayectoria de los pretensos, su trazado humano, social y político en el contexto comunitario, escucharé y leeré sus propuestas buscando saber cuáles serán sus compromisos para enfrentar desde el primer día de su presencia en Palacio, los problemas cuyas heridas no dejan de sangrar en el organismo vivo que se llama Cajeme:

Como la violencia, el azote de salud representado por la pandemia, la carencia de empleos y cierre de empresas, consecuencia de los desajustes propiciados por tan terrible enfermedad y la fallida forma en que ha sido atendida por el gobierno federal, junto con la ausencia de programas de apoyo verdaderos –no dádivas, sino préstamos efectivos-, a micro, pequeños y medianos empresarios. La desintegración familiar que es llaga que nadie enfrenta junto a la drogadicción devastadora. Pero también, la definición pública que realicen sobre la defensa del agua del Valle del Yaqui, líquido secuestrado desde la administración de Guillermo Padrés, a través del ilegal acueducto Independencia.

Pondré sobre mi mesa de trabajo los ejes de acción que impulsará el futuro presidente o presidenta, para resolver la problemática educativa. Los compromisos de fondo que contraiga con el arte, la cultura, su promoción y difusión en sus diferentes manifestaciones; la atención que se confiera a los jóvenes, la solidaridad y apertura de programas para las mujeres y su bienestar, sobre todo tratándose de jefas de familia; y, algo muy importante: el cuidado de la infraestructura urbana, sus calles, redes de agua potable y drenaje, para que Ciudad Obregón deje de ser una “muchacha bonita, pero sucia y greñuda”, como alguna vez dijera Samuel Ocaña, en sus tiempos de gobernante.

Me fijaré si ellas o ellos están dispuestos a defender contra todo y contra todos, los beneficios presupuestales que le corresponden al Municipio, sin doblegarse ni someterse a niveles superiores de gobierno, con mano firme, voz segura, actitud inquebrantable.

Cuando llegue el día de la verdad -6 de junio-, me cercioraré de que se garanticen los protocolos sanitarios encaminados a evitar posibles contagios de coronavirus a la hora de sufragar; llevando ya, sin improvisaciones, grabado en mi conciencia, el nombre del candidato a quien entregaré mi voto y mi confianza, sin importar siglas y colores, porque tengo la certeza de que en el paisaje electoral deberá prevalecer el ser humano por encima de partidos, cofradías, grupos de poder. Lo mismo haré con quienes aspiran a la gubernatura, diputaciones locales y la federal.

Esperaré por la noche o al día siguiente los resultados. Me sentiré satisfecho si ganan mis votados.

Y si no es así, siempre y cuando sean palpables las evidencias de limpieza y transparencia en los comicios, asumiré con fortaleza cívica la derrota, llevando en mente que, después de todo, el triunfo es para la democracia.

Le saludo, lector.

Bernardo Elenes Habas
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