¿Qué encontrarán primero? ¿A Cecilia Yépiz o a la verdad?

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Cerca de ocho horas duró la comparecencia del alcalde de Nogales, Jesús Pujol Irastorza ante el Ministerio Público de la Fiscalía estatal, citado a declarar sobre el misterioso y preocupante caso de Cecilia Yépiz Reyna, ex funcionaria del ayuntamiento que preside y quien se encuentra desaparecida desde el pasado 5 de enero.
El alcalde fue citado a solicitud de los familiares de la ex funcionaria, cuya relación de amistad con el alcalde data de muchos años atrás, a tal grado de que Pujol Irastroza era visto como parte de esa familia, lo consideraban casi un hermano.
Pero hoy, Cecilia tiene más de 40 días desaparecida, y el hermetismo que han guardado las autoridades es directamente proporcional a la gravedad del caso que, según versiones extraoficiales podría involucrar al alcalde y a otros funcionarios en operaciones poco claras con valiosos terrenos del ayuntamiento.
El tema es verdaderamente serio y letalmente inoportuno para las aspiraciones políticas del alcalde que ya soñaba con la reelección y hoy pudiera estar aspirando, a lo sumo, a que no lo traten tan mal en la cárcel.
En Nogales corren muchas versiones sobre este caso, y ninguna es amable. Peor aún, todas son espeluznantes. 
De acuerdo con la versión de los hermanos de Cecilia, perdieron el contacto con ella el 5 de enero, mismo día en que encontraron su auto en el estacionamiento de una refaccionaria. Suponiendo que podría tratarse de un secuestro esperaron tres días a que sus presuntos captores se comunicaran para pedir rescate. No sucedió así.
Acudieron con el alcalde para solicitar ayuda y “él se comprometió a ayudarnos, cosa que no fue así, nada más nos dio atole con el dedo y por eso el lunes 12 de enero pusimos la denuncia ante el MP”, declaró uno de sus hermanos en rueda de prensa hace unos días.
Ingeniera de profesión, Cecilia inició su trabajo en el ayuntamiento como secretaria de Infraestructura, Desarrollo Urbano y Ecología; en 2020 fue nombrada directora de planeación (degradada, dicen sus hermanos) y en diciembre de ese año renunció al cargo. “La notamos preocupada, estresada y presionada”, dijeron en declaraciones a la prensa.
En estos más de 40 días hubo diversas acciones para exigir el esclarecimiento del caso, desde manifestaciones en palacio municipal de Nogales hasta pronunciamientos de diputadas federales en ese sentido. Nada ha pasado.
El alcalde fue citado a declarar la semana pasada pero omitió hacerlo argumentando que tenía una sesión de cabildo. Ayer acudió a declarar y, por la obvia secrecía de las investigaciones, nada se sabe al respecto.
Sin embargo, en Nogales comienza a tomar fuerza la versión de que Cecilia fue traicionada por el alcalde Jesús Pujol y dejada a su suerte en una transacción millonaria que a la postre derivaría en su desaparición.
De confirmarse esa versión, el presidente municipal estaría en serios aprietos con la justicia.
El asunto no podría llegar en peor momento. Justo cuando la pradera política se incendia por la postulación de Félix Salgado Macedonio a la gubernatura de Guerrero, pese a las reiteradas denuncias que lo señalan como presunto violador de cinco mujeres, en Sonora un alcalde de Morena es llamado a declarar sobre la desaparición de una mujer, funcionaria de un gobierno municipal de Morena.
La desaparición de Cecilia ya es un tema nacional y se inscribe en un contexto en el que a 18 días del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer se prevén fuertes movilizaciones en todo el país, que a su vez se inscriben en la coyuntura electoral.
Este caso es particularmente grave porque vendría a reflejar, para citar a un clásico, el grado de descomposición de los gobiernos; no de los neoliberales que tardaron 80 años en erosionarse, sino de los liberales y demócratas que no gastaron más de un trienio para enseñar el cobre de sus flaquezas morales para sucumbir ante el encanto de la criminalidad hecha gobierno.
Al tiempo.
II
Y como el que hace lo más, hace lo menos, ahí tienen el caso del alcalde de Caborca.
Al presidencial slogan de ‘no mentir, no robar y no traicionar al pueblo’ habría que agregarle un nuevo precepto: no aplicarse vacunas que no les tocan.
Y es que no es el primero y tampoco será el último gandalla, pero el alcalde de Caborca, Librado Macías aprovechó ayer que en Oquitoa ‘sobraron’ seis vacunas de las que se están aplicando a adultos mayores en los municipios rurales del estado, y raudo y veloz se dirigió a aquel lugar para aplicarse su dosis.
El presidente municipal de Caborca (donde no se aplicaron vacunas) apareció en una fotografía flanqueado por soldados y recibiendo la vacuna por parte de una brigadista.
Se supone que hay un estricto control sobre la aplicación de los biológicos, pero es claro que alguna ventaja debe dar el hecho de ser autoridad emanada de Morena. 
La que no se anduvo con medias tintas fue la gobernadora Claudia Pavlovich que ayer giró un oficio a los titulares de todas las dependencias estatales, ordenando que a su vez ‘bajen’ la instrucción a todo el personal a su cargo para que absolutamente nadie intente o logre ser vacunado aprovechándose de su posición como empleado gubernamental.
“Es indispensable que con el mayor compromiso ético se observe la necesidad de esperar los tiempos y condiciones para la vacunación” (de acuerdo al Plan Nacional) “quienes tenemos el honor de servir a los ciudadanos desde una oficina de gobierno somos los primeros obligados en cumplir escrupulosamente, e ir incluso más allá, pensando siempre en el ciudadano y en la importancia de no defraudar su confianza y mantener la dignidad con la que este gobierno se ha conducido por más de cinco años”, dice el oficio.
Ahí se las dejo para que saquen sus propias conclusiones.

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