Poema de domingo.- Soñábamos, poetas, declamadores, compositores, cantores de mí tiempo, que la palabra amotinada como espiga, podía alumbrar conciencias para que surgiera el Hombre Nuevo. Un día, Luciano (Alejandro Román Rivera, el filósofo yaqui-mayo, del Bakatete, del Bayajorit) y yo, llegamos a plantear ante el mundo, que 1980 fuese declarado El año de la Poesía, y por decreto de solidaridad, humanismo y esperanza, se estableciera en las escuelas el aprendizaje de un poema por semana para que cada niño fuese un poemario abierto…
Soñábamos los poetas de mi generación, Jesús Antonio Salgado, Rigoberto Badilla, Daniel Delgado Saldívar, Luciano, Luis Alfonso Valenzuela, Carlos Verduzco Meza, Ricardo Nieblas, María Gloria Carbajal, Eloísa Icedo, Haidée León, María Constanza Góngora, Cira Sánchez, Abrahana Rivas Noriega, Horacio Soto, José Manuel Franco, Antonio Fonseca, Carlos Alberto González Berlanga, Manuel Soto, Luis Alfonso Othón, que la poesía, la canción, era el cauce luminoso para poetizar caminos… Yo, soñador eterno, lo sigo intentando…
Bernardo Elenes Habas
La tempestad golpea
el corazón del hombre.
Dividen con sus filos
las conciencias.
Aprovechan el dolor,
la incertidumbre…
Construyen
los puentes de la ira,
para que transite
el viento podrido del futuro…
La tempestad destaza
el cadáver de la Patria,
lo esparce en los caminos,
llena con sangre
el reseco lecho de los ríos
donde dormita
un horizonte sin banderas…
La tempestad devora
el futuro de los niños,
los que tienen que arriesgar
por un capricho
la luna brillante de sus sueños…
La tempestad sacude
el alma de las barcas,
destroza el mapa de los astros,
extirpa el corazón
de la esperanza…
Navega el hombre
los mares de la historia
terriblemente solo:
sin timonel ni luz
sobre cubierta…
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