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Como la libertad de expresión, la democracia, México y Sonora no se salvarán solos, aquí de regreso a la cruda realidad junto al arranque de la primera semana laboral de este año nuevo 2022 y los hacemos con entusiasmo y muchas ganas de hacer nuestra parte, ante perspectivas que deben ser transformadas en favorables.  

Poco consuelo genera la balbuceante perorata presidencial respecto a que siguen firmes obras de infraestructura en el puerto de Guaymas y la aduana de Nogales, frente a eventuales efectos en contagios y vidas por la ya incontenible cuarta ola del Covid-19 que evidentemente se disparó por el relajamiento social de las fiestas navideñas y se recrudecerá por las de fin de año.  

Miren, con casi 11 mil contagios el primero de enero, México arrancó el año con la peor cifra de COVID-19 desde el 23 de septiembre pasado y ya para este lunes seguramente rebasamos las catastróficas 300 mil defunciones oficialmente reconocidas, aunque el INEGI establece que el estimado de fallecimientos a la fecha es de 313 mil 194 personas.  

En Sonora el rebrote es evidente y solo para que se den una idea, en el último mes 311 habitantes de este estado han fallecido a causa del maldito virus, para ya casi pegarle a los 10 mil decesos desde mediados de marzo del 2020, además de los casi 125 mil contagios acumulados.  

Vuelta a clases riesgosa

Ese sombrío panorama pareciera una realidad ajena o paralela, porque por otra parte la fiesta sigue y solo es una inquietud menor ver las largas filas de quienes acuden a hacerse pruebas rápidas para confirmar que sus malestares se deben a que se contagiaron; que nos enteremos de tremenda catarriza que afecta a grandes núcleos familiares cercanos al nuestro; que en lujosa hospedería hermosillense todo su personal resultó contagiado y ni así se suspendieron pachangas de fin de año, y así.  

Se asegura que la variante Ómicron es mucho más contagiosa que la Delta, pero que sus síntomas y efectos no son tan graves, lo cual está aún sujeto a comprobación, pero lo que sí no hay duda, es que incapacita igual y requiere de atención médica similar, incluso si se está vacunado.  

Con todos esos antecedentes tan actualizados, se entiende que oficialía Mayor del Congreso del Estado de Sonora haya decidido demorar por una semana la apertura de las instalaciones y todas las áreas del Poder Legislativo, dados los altos riesgos de contagio prevalecientes, además que son varios los empleados, funcionarios y representantes populares que presentan cuadros gripales severos.  

En contrario, no se entiende como es que ante una realidad tan evidente, se haya mantenido la decisión del reinicio de clases presenciales en dos mil 850 escuelas de educación básica, sin que tengamos la menor idea de los criterios que fundamentaron correr riesgos con cargo a miles de estudiantes, maestros y padres de familia.  

Arrancan clases en pandemia

Es de esperarse que tales criterios no tengan nada qué ver con la percepción que tiene el titular de la SEC, Aarón Grajeda Bustamante sobre la pandemia, ya que al confirmar el reinicio de clases presenciales en los citados dos mil 850 planteles, consideró que por supuesto si bien aún faltan tener listas a 222 escuelas, ese es un gran logro que requirió de una inversión de 141 millones de pesos y como cereza de esa declaración, destacó la atipicidad de la situación, porque según él “venimos saliendo de una pandemia”.  

Dicho contrasentido podría ser resultado de la ausencia del tan invocado diálogo circular en el gabinete del gobernador Alfonso Durazo Montaño, que en el caso del sector Salud, el principal protagonista es José Luis Alomía Zegarra, quien a lo mejor en la ceremonia de arranque de clases presenciales hizo el comentario correspondiente a su colega del sector educativo y particularmente aclararle que en Sonora no venimos saliendo de la pandemia.  

Es más, tan no vamos saliendo de la pandemia que la reincorporación de alrededor de 300 mil estudiantes a clases presenciales se lleva a cabo bajo condiciones sanitarias muy estrictas, filtros de revisión, aforos reducidos en las aulas, uso constante de gel antibacterial, cubrebocas y demás, con el fin de garantizar entornos seguros a quienes decidieron exponer a sus hijas e hijos a esa nueva normalidad escolar.  

Dios quiera que no se refleje en comunidades escolares lo que ya ocurre en amplios sectores de la sociedad sonorense luego de las fiestas de fin de año y que no sea a costa de la niñez y juventud sonorense ese quedar bien con una decisión tomada en Palacio Nacional, frente una realidad pandémica más severa que hace un año.  

México a la baja

Ese reto debe ser uno de los mayores que deberá de enfrentar el gobierno de Durazo Montaño, incluso superior al de la imparable violencia criminal que mantiene con el alma en un hilo a amplios sectores sociales de esta entidad, sin que se descarte fuerte golpe de timón del mandatario estatal para resolver la evidente incompetencia y fallida estrategia a cargo de María Dolores del Río.  

Lo cierto es que en términos generales se arranca el nuevo año con problemas más graves que el anterior en materia de seguridad, crisis económica, inflación, desempleo, reducción de ingresos, cierre de pequeñas y mediana empresas, en el marco de una realidad que puede resumirse en que de acuerdo al Fondo Monetario Internacional, México sale del ranking de las 15 economías más grandes del mundo y la tendencia es seguir cayendo, como resultado de la incompetente gestión federal en dicho rubro.  

Por cierto, el presidente Andrés Manuel López Obrador reinició sus intrascendentes peroratas mañaneras, dejando los asuntos serios a sus subalternos invitados y él dedicándose a sus tradicionales estulticias y a sus inconexos y pausados diálogos sobre cualquier ocurrencia.  

Por supuesto que uno de los temas fue su estatua derribada y descabezada en Atlacomulco y por su catilinaria al respecto, obvio que trae una varilla enterrada en lo más profundo de su ego y que su modestia es más falsa que un billete de ocho pesos.  

Estatua derribada

El presidente tiene la mente muy enmarañada que hasta le resulta cada vez más difícil hilar ideas y ese estado psicótico se refleja en sus políticas públicas y en su fantasioso optimismo sobre lo que ocurre en el país y en la sociedad mexicana.  

En el caso de Sonora no nos queda más que confiar en que cumplirá con sus cantaleteados compromisos y que no resultarán afectados por la ya tan avanzada crisis financiera que trae a mal traer a la economía nacional y a la de la inmensa mayoría de los mexicanos.  

Por cierto, mientras Guaymas y la gente del puerto sufre crisis histórica prácticamente en todos los rubros de la vida comunitaria, al cabildo que encabeza Karla Córdova se le ocurrió cambiar de nombre a la vialidad que comunica a la carretera de cuatro carriles a San Carlos, que aún sin nomenclatura era conocido como el bulevar Beltrones.  

A lo mejor para quienes integran ese cuerpo edilicio resultaba una prioridad el que tal vialidad pase a llamarse bulevar Teta Kawi, por encima de entrarle a las soluciones a problemática comunitaria que ha desplomada la calidad de vida de los guaymenses, pero cuando se “gobierna” con la víscera no se puede esperar otra cosa.  

Ya veremos si la decisión de ese cabildo se toma como ejemplo en otros centros urbanos de la entidad, donde parques, colonias y vialidades llevan el nombre de exgobernadores, exprimeras damas y funcionarios públicos de administraciones pasadas.  

El Toño en La Victoria

Curioso el que en la decisión edilicia no se haya valorado la argumentación que en su momento expuso el gobernador Samuel Ocaña para justificar su rechazo a que el Bulevar Solidaridad llevara su nombre, que se resume en toda una tramitología para negocios, domicilios y demás propiedades que deberán de modificar toda su papelería, recibos de pago y demás.  

Como sea, desde nuestra perspectiva estamos de acuerdo en que espacios públicos sean parte de la egoteca de miembros de la clase política por su circunstancial paso por el servicio público y en ese sentido valga reconocer el caso de Eduardo Bours Castelo, quien de plano rechazó tales homenajes y hasta ahora le han hecho caso, y vaya que es de destacarse al ser reconocido como el mejor gobernador que ha dado Sonora.  

Así las cosas, ya estamos de regreso con muchas ganas de avanzar en el cumplimiento de los buenos propósitos para este año y con novedades tan lamentables como lo es el fallecimiento de don Jorge Valencia Juillerat, exalcalde de Hermosillo, respetado empresario e iniciador en 1997, de las tres administraciones municipales consecutivas del PAN en Hermosillo hasta que en el 2006 el Borrego Gándara rompió esa racha.  

Acertado el que la administración de Antonio Astiazarán Gutiérrez haya organizado un reconocimiento oficial y quien por cierto, arrancó a tambor batiente las actividades con el banderazo de inicio de las obras de pavimentación del acceso a La Victoria.  

Y no está de más insistir en reforzar las medidas de protección para evitar el contagio por el Covid-19, no vaya a ser que por protagonismos irresponsables y frivolidades nos caiga el chauixtle y seamos la causa de dispersión del virus.  

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