Cuando el Mago Chapulín Venció a la Gran Serpiente en Guaymas
Hace muchos años en tierras de los Yaquis, un terrible monstruo aterrorizaba al pueblo: una gigantesca serpiente de escamas tan duras que las flechas de los guerreros rebotaban sin causar daño alguno. Este temible ser había surgido con una fuerza abrumadora y tras un primer enfrentamiento en Tetabampo, los yaquis comprendieron que sus armas tradicionales no bastarían para vencerlo. Al sufrir una segunda derrota a manos de la serpiente, el pueblo se reunió bajo la ramada, buscando una solución que pudiera protegerlos de la inminente destrucción.
Los jefes de la tribu decidieron que era hora de buscar ayuda más allá de lo conocido. Confiaron en el legendario Mago Chapulín, un ser gigantesco que vivía en las vastas llanuras y había sido bendecido por los dioses con dos poderosos espolones serrados, capaces de cortar hasta lo más resistente. Para llevar su petición, comisionaron a la golondrina más veloz, quien voló incansablemente hasta llegar a la morada del Mago Chapulín. La emisaria, con gran reverencia, explicó la situación y solicitó su ayuda para salvar al pueblo yaqui de la serpiente que destruía todo a su paso. Sin vacilar, el Mago Chapulín accedió y le dijo a la golondrina: “Vuelve… yo te seguiré”.
El Mago llegó primero, viajando con una rapidez que dejó atrás a la golondrina. Se dirigió al cerro Júpare, donde afiló sus espolones en las lajas de una montaña situada al norte. Después de pronunciar palabras que ningún ser humano ha logrado descifrar, golpeó sus espolones y dio un salto prodigioso, cubriendo una distancia que un hombre solo podría recorrer tras días de marcha. Al caer del cielo, aterrizó en el campamento yaqui, donde los grandes jefes, como Penacho de Nieve, El que Lleva por Penacho a la Vía Láctea y Penacho de Chiquihuite, lo recibieron con gran júbilo. El pueblo entero se llenó de esperanza al ver la llegada del Mago.
El Mago Chapulín ordenó recolectar ramas verdes y machacarlas hasta obtener un líquido que cubrió su cuerpo como si fuese un manto protector. Luego, subió al mezquite más alto, por donde la gran serpiente pasaría, y aguardó pacientemente. Cuando la serpiente apareció, su enorme cuerpo se deslizaba con la intención de aplastar todo a su paso. Con un movimiento preciso y letal, el Mago Chapulín asestó dos potentes espuelazos, cortando la cabeza de la serpiente, que rodó hasta convertirse en lo que hoy conocemos como el Cerro Boca Abierta, en Guaymas, Sonora.
El cuerpo del monstruo, aún gigantesco e inerte, continuó rodando hacia el este, dando lugar a la formación de la montaña Go’ Ochimea, cuyo nombre significa “muerta por el Chapulín”. Tras la derrota de la gran serpiente, los yaquis vivieron una era de paz y prosperidad bajo la protección del Mago Chapulín, que se convirtió en símbolo de la fuerza y la esperanza para su pueblo. La leyenda del Cerro Boca Abierta permanece, un recordatorio eterno de la valentía y el ingenio del Mago que salvó a los Yaquis.