
Traigo sol en las manos, lluvia en mis ojos tristes; ríos que se desbordan en las selvas de asfalto, y silencio, silencio de crepúsculos grises, de tardes fracturadas, de lastimados cantos. Así me trajo el viento desde valles lejanos, tatuó en mi voz de humo una oración eterna, desgranó sus espigas con la emoción de un salmo, y hubo paz en mi sangre…se volvió mi alma buena… Así me trajo el viento con aullidos insomnes, lavó mi piel oscura con el agua del tiempo, me bautizó poeta, sencillamente hombre… Hoy comienzo de nuevo, reconstruyo el sendero, una fogata cierta ilumina mi vida, traigo sol en las manos, en el pecho… luceros.
Bernardo Elenes Habas
Caen mis gotas de sol,
sobre un mar de silencios.
Mis oraciones líquidas
con raíces de viento,
dibujan en las sombras
un horizonte incierto.
Caen mis gotas de sol,
fogatas en el tiempo.
Yo te pido, Señor,
no clausures la luz,
no apagues los luceros;
pon en los ojos vivos
de los adolescentes,
nobleza, paz, bondad,
un paisaje de anhelos.
Yo te pido, Señor,
forjes al Hombre Nuevo,
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el que sepa soñar,
repartir sus praderas,
desbordad sus ternuras,
entregar sus veneros.
Yo te pido, Señor,
cuando el fragor inquieta,
tu simiente de paz,
de buenas voluntades,
y en un pacto de amor
¡que se acaben las guerras!
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