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En medio de crecientes tensiones comerciales, Canadá ha lanzado una advertencia contundente a Estados Unidos: podría cortar el suministro eléctrico a varios estados si el presidente Donald Trump cumple su amenaza de imponer aranceles del 25% a productos canadienses.

El primer ministro de Ontario, Doug Ford, declaró que su provincia está preparada para utilizar “todas las herramientas a nuestra disposición” en respuesta a las medidas arancelarias propuestas por Trump. Entre estas medidas, Ford mencionó la posibilidad de interrumpir el suministro de electricidad a estados como Michigan, Nueva York y Wisconsin, que dependen en parte de la energía exportada desde Ontario.

“No podemos sentarnos y darnos la vuelta. Simplemente no lo haremos como país”, afirmó Ford, enfatizando la necesidad de proteger los intereses canadienses frente a lo que calificó como una “agresión comercial”.

Esta postura se produce después de que Trump anunciara su intención de imponer aranceles del 25% a las importaciones de Canadá y México, argumentando insuficientes acciones en el control de la inmigración ilegal y el tráfico de fentanilo. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ha calificado estas medidas como “inaceptables” y ha prometido una respuesta “decidida y enérgica” que podría incluir aranceles de represalia por valor de 37,000 millones de dólares canadienses, con potenciales incrementos hasta 110,000 millones, así como reducciones en exportaciones energéticas.

La economía canadiense podría verse gravemente afectada, dado que el 76% de sus exportaciones se dirigen a Estados Unidos. Sin embargo, las posibles represalias, como la interrupción del suministro eléctrico, también tendrían consecuencias significativas para los consumidores y empresas estadounidenses, especialmente en los estados mencionados que dependen de la energía canadiense.

Mientras tanto, la comunidad empresarial de ambos países observa con preocupación el desarrollo de esta disputa, conscientes de que una escalada podría perjudicar las economías de Canadá y Estados Unidos, afectando a consumidores y empresas a ambos lados de la frontera.

Las próximas semanas serán cruciales para determinar si ambos países pueden encontrar una solución negociada que evite una guerra comercial a gran escala y las consecuencias económicas que conllevaría.

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