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“El hombre más poderoso, es aquél que es totalmente dueño de sí mismo” Aristóteles.

LO CLAROSCURO ¿Ingeniosos? ¡Vaya que sí!

Fuimos capaces de ‘mover al mundo’. En lugar de correr nuestros horarios de entrada a la chamba (de las 8am a las 7am) decidimos que el país debía moverse en sus meridianos para cambiar su hora en tiempos de verano (huso horario).

Las ocho, serían las siete. Para presentar ahorros energéticos que no se reflejan en la bolsa. En fin. El poder del hombre pudo más que la naturaleza.

Aún nos hablan de otros planetas para agradecernos la invención de la vacuna H1N1. Del químico-etílico FCH.

El perro, habla idioma ‘perro’. La tortuga en todo el planeta, habla ‘tortuga’. El humano; 7 mil idiomas existen en el planeta. En México además del español, 68 lenguas indígenas, sumadas a las extranjeras que conviven en el territorio.

Todo eso es capaz de hacer el poderoso hombre, a quien todo le fue entregado y que es capaz de sembrar en el agua y dominar las tempestades.

Excepto cuando la tierra tiembla. Pero no es por ahí.

Desde tiempos inmemorables, los gobernantes tienen muy claro que el desarrollo de una nación como la nuestra, no se sustenta en las danzas que se aprende ni en su feligresía. Tampoco en el voto de la mujer ni en los movimientos estudiantiles.

Un país emerge por su potencialidad económica. Su desarrollo y su progreso. La apuesta de cada comunidad pequeña de éste, nuestro México, se sustenta en el trabajo arduo de quienes producen en el campo; en las pequeñas industrias. Que tras cada cabeza de ganado engordado y cada mazorca de maíz cosechada, esperan que la retribución fortalezca la economía propia y la de su comunidad.

Así se planea el crecimiento futuro.

Entonces. Muchos brujos, videntes y otros futuristas hacen alarde de sus pronósticos triunfalistas para este denostado país. Pero no le atinan ni una.

Tampoco los secretarios de Estado en materia económica.

¿Cómo entenderíamos que desde hace más de 25 años, éste país no presenta signos de crecimiento? Aún y con especialistas; con Carstens en el Banco de México, con tantos y tantos ideólogos que vaticinan crecimientos iniciales para la economía mexicana arrancando el año en un 3% por encima del PIB.

Y cierran el mismo, con expectativas de 1 en el mejor de los casos. Como el cierre estimado para 2017.

Hasta el mal recordado ex presidente CSG en reciente entrevista televisiva, acotó los pormenores.

Sí, él es parte de la debacle y del saqueo en complicidad de muchos más. Pero no le juzgue de tonto. Tiene todos los atributos malos que le pueda señalar. El de estar a la altura de una negociación como el TLC, sería su virtud.

Dijo entre otras cosas que a EE.UU no le conviene dejar de lado el tratado; como tampoco a nuestro país. Pues es de redundantes beneficios a ambos el poder ser competitivos en materia de cooperación para enfrentar los retos del mercado mundial, en comparación a ir cada cual por su lado.

El caso que nos ocupa, es la falta de oficio de nuestros visionarios ecónomos, que le dan mayor enfoque a una elección política pulverizada de 2018, que a un reforzamiento necesario de políticas que privilegien el fortalecimiento del consumo interno y la imperante necesidad de recomponer la base salarial desplomada.

Con un criterio más agresivo en pos de fijar un número de crecimiento porcentual por encima del PIB, seguro el ver ese reflejo en los bolsillos de cada hogar también pensaríamos en las bondades de engrandecer la democracia y la participación ciudadana en los comicios. No al revés, como lo sugieren los políticos.

Hoy le siguen echando la culpa al no-crecimiento, por asuntos tales como “el ajuste alcista de las economías de servicios de los EE.UU” o a la “persistente debilidad de la productividad de los países emergentes”.

En otras palabras, no es culpa de México ni de su gobierno, no desarrollarse de acuerdo a un plan trazado. Ni atinarle a un pronóstico de crecimiento.

COLOFÓN: Pero ¿qué tal las ‘videncias’ del brujo mayor y de la señora que vaticinan los resultados 2018? Esas –igual que las encuestas pagadas- esas sí son ‘de adeveras’. Mejor que la liguilla de fútbol.

 

alejandrodeanda@hotmail.com

@deandaalejandro

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