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Antes de cualquier cosa, debo agradecer en todo lo que vale, y profundamente conmovido, las muestras de solidaridad y apoyo frente a un episodio que ciertamente corresponde a los gajes del oficio periodístico, pero que no deja de ser preocupante en un contexto nacional que ha registrado una escalada de violencia y muerte contra hombres y mujeres que hemos elegido esta profesión.

 

Los datos sobre la estela de sangre que ha dejado el crimen organizado a lo largo y ancho del país son de sobra conocidos, como también es conocido que, de acuerdo con datos de prestigiadas organizaciones de defensa de los derechos de los periodistas, la mayor cantidad de amenazas y agresiones a colegas, proviene de funcionarios públicos y no de grupos criminales.

 

No está de más, entonces, dejar constancia de las amenazas recibidas ayer en el transcurso del día ya través de terceros, de parte del efímero encargado de despacho en la dirección de Inspección y Vigilancia del Ayuntamiento de Hermosillo, Alejandro Moreno Esquer.

 

En el despacho del pasado martes 25 de septiembre, informé de las causas que provocaron el cese fulminante de dicho ex funcionario, citando tres versiones: una de ellas hablaba de que fue pillado por sus superiores en negociaciones poco claras con dueños de dos casinos y varios antros en Hermosillo, para obtener ganancias con la autorización de anuencias municipales para venta de alcohol.

 

También, y eso me lo corroboró hoy un funcionario municipal, se registró un episodio en el que Moreno Esquer amenazó al secretario del Ayuntamiento, Alfredo Gómez, que fue quien lo despidió, con agarrarlo a golpes.

 

La versión tiene sustento no sólo por la confiabilidad de la fuente, sino por los antecedentes del señor Moreno Esquer, que ya una vez protagonizó en sesión pública del Instituto Estatal Electoral una agresión artera contra su homólogo del PAN, Pedro Pablo Chirinos, hoy fiscal especial para delitos electorales. En ese entonces Moreno Esquer fungía como representante del PT en el organismo.

 

Pues bien, ayer por la mañana un colega me comunicó que el señor Moreno me andaba buscando; que “estaba muy emputado por la columna y donde te encuentre te va a agarrar a putazos”.

 

Le hice ver que esa información la publicaron otros colegas ese mismo día y al día siguiente, pero la respuesta fue “A ti nomás te anda buscando”.

 

Desestimé el asunto, pues como dije antes, no es la primera vez que recibo esta clase de mensajes.

 

Un par de horas más tarde, mientras comía con mi esposa, recibí una llamada de otro colega. Me repitió casi exactamente la misma historia y la misma amenaza.

 

Ahí ya me preocupé y como una primera forma de protección publiqué los hechos, para dejar constancia de los mismos y reservándome el derecho de echar mano de los recursos legales correspondientes, frente a la eventualidad de que este sujeto intente agredirme a mí o a mi familia.

 

No es el estilo ni la intención del autor de esta columna “tirarse al piso” frente a acontecimientos de esta naturaleza, pero esta vez, considerando la evidente peligrosidad del sujeto en cuestión, no queda más opción que hacerlo público y acudir a las instancias de protección correspondientes.

 

Tras un par de horas de difundir en redes sociales estos acontecimientos, el señor Moreno Esquer publicó el siguiente texto en su cuenta de Twitter: “En atención a que redes sociales (sic) circula que el suscrito amenazó al periodista @Chaposoto, manifiesto que es totalmente falso. Por tanto desde este momento me deslindo de cualquier acto presente o futuro sobre el tema”.

 

También, anunció que este viernes ofrecería una rueda de prensa para exponer su versión sobre los hechos, a las diez de la mañana en la plaza Bicentenario. Allá estaremos.

 

Este lamentable episodio se presenta en momentos en que el ambiente político está suficientemente enrarecido, sobre todo al interior de la coalición “Juntos haremos historia” a la que pertenece el señor Moreno Esquer, como militante del Partido del Trabajo.

 

Contradicciones internas han llevado a esa fuerza política a realizar varios ajustes en sus dirigencias y estructuras, destacando la salida de Jaime Moreno Berry, el sempiterno líder estatal de ese partido y padre Moreno Esquer, de su cargo como comisionado nacional en Sonora, donde hoy lo sustituye la diputada federal Ana Gabriela Guevara.

 

Desde fuera, sin embargo, Moreno Berry ha presionado a la dirigencia de Morena y a sus funcionarios electos para obtener espacios en gobiernos municipales y en el Congreso del Estado. Uno de esos cargos es el que ocupó su hijo, con tan mala suerte que apenas duró en él seis días.

 

Ahora bien, lo verdaderamente preocupante, más que este caso en particular, es el distanciamiento cada vez más notable, entre el discurso que abanderó la coalición Juntos haremos historia durante la campaña, y la praxis de algunos de sus cuadros, que están llevando al deterioro acelerado del llamado bono democrático, y a una decepción adelantada frente a esa praxis que representa más de lo mismo, o peor.

 

Los dirigentes y figuras principales de esa coalición, Alberto Anaya, Ana Gabriela Guevara, Jacobo Mendoza, Alfonso Durazo, entre otros, deberían tomar nota de lo que sucede en Sonora con uno de sus cercanos, que no puede ir por la vida repartiendo madrazos contra quienes supone sus adversarios políticos o contra sus críticos.

 

Por otro lado, organizaciones estatales y nacionales de protección a periodistas han tomado nota de este asunto, y este viernes habremos de acudir algunos colegas a la Fiscalía General de Justicia para hacer la denuncia correspondiente y dejar constancia de los hechos.

 

Asumo que los periodistas no vivimos en un régimen de excepción ni de privilegios, pero asumo también que por la naturaleza de nuestro trabajo eventualmente tocamos fibras sensibles de personajes públicos, algunos, como es el caso de Moreno Esquer, intolerantes y viscerales; sin el mínimo bagaje conceptual sobre el ejercicio de la política y el servicio público.

 

Y frente a ellos, no queda sino tomar las previsiones correspondientes.

 

Lamento haber ocupado este espacio para el abordaje de un tema personal, que en sentido amplio no lo es, en tanto se enmarca en un caso más de amenazas a las libertades, particularmente la libertad de expresión y la de prensa, en una coyuntura especialmente crítica.

 

Personalmente, espero que todo haya sido un exabrupto de este personaje, producto de su ofuscación por haber perdido un trabajo en el que apenas duró seis días, pero en todo caso, no la debería emprender contra un periodista, sino hacer un examen autocrítico que lo lleve a evaluar qué fue lo que pasó y dónde están las verdaderas responsabilidades de su efímero paso por la administración municipal que encabeza Célida López.

 

Por lo pronto, aquí la dejamos, esperando que el asunto no pase a mayores.

 

De nuevo, a todas y todos los que hicieron públicas sus muestras de apoyo, mi gratitud por siempre.

 

También me puedes seguir en Twitter @Chaposoto

 

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