Parque Infantil Ostimuri, 50 años.-

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Bernardo Elenes Habas

Parque Infantil Ostimuri, 50 años.- Crónicas para la historia (No. 168).- Su raíz se extiende a más de 80 años, con el Parque Norberto Rivera Olvera que funcionó en el área de lo que hoy es el teatro del ITSON y la plaza Benito Juárez, creado en la administración de Manuel Escamilla (1932-1935).

Bernardo Elenes Habas

Hoy -9 de diciembre- se cumplen 50 años de la inauguración del Parque Infantil Ostimuri, creado durante la administración municipal de Javier Bours Almada (1967-1970).

Su ubicación , la parte sur de la laguna del Náinari.

Le correspondió ponerlo en marcha a Rubén Meza Henry, regidor que sustituyó a don Javier en la alcaldía, al solicitar separarse del cargo durante su último año de ejercicio, para buscar una diputación federal, logrando su cometido.

El parque, ciertamente ha llenado de fantasías y emociones desbordadas a varias generaciones de cajemenses, niñas y niños hoy adultos y hasta abuelos, que al regresar a las instalaciones llevando a sus hijos o nietos de la mano, viajan también en el tiempo, convirtiéndose en testigos del devenir de la comunidad.

El vocablo Ostimuri ha sido, desde siempre, un misterio para las familias. Sin embargo el acucioso historiador regional, Oscar Sánchez Márquez, encontró entre sus investigaciones que dicha palabra proviene de la lengua pápago, de tal manera que Ostimuri significa “El lugar de los hombres inquietos y bravos”.

Debo hacer referencia a que la raíz primigenia del espacio de recreación infantil de la comunidad, proviene de hace más de 80 años, porque originalmente funcionó en el área ocupada hoy por el Teatro del ITSON y la plaza Benito Juárez, al sureste de la ciudad, con el nombre de Parque Infantil Norberto Rivera Olvera.

Refiere el cronista Miguel Mexía Alvarado, en su libro Cajeme de Ayer, que fue el alcalde Manuel M. Escamilla (1932-1935), quien buscando la protección de los habitantes de la naciente ciudad, quienes sufrían los embates de terribles tolvaneras durante el verano, ya que la parte sur estaba despoblada, procedió a la siembra de una cortina de miles de árboles (pinos regionales, en su mayoría), que muchas generaciones de los 50 recuerdan en el área de lo que hoy es el boulevar Rodolfo Elías Calles, desde la Sinaloa hasta la Michoacán. “Para regar los citados arbolitos se instaló una bomba en la desembocadura de la Sinaloa, más o menos donde se levanta hoy el Teatro del ITSON. Por razón natural la cercanía del agua daba oportunidad a que los árboles que fueron sembrados desde la Sinaloa hasta la Chihuahua fueran los más frondosos; y fue así como esta área era la preferida de la gente que allí se daba cita, de preferencia los domingos para gozar de la sombra y natural ambiente agradable que los árboles proporcionaban. Era el lugar que las muchachas y los muchachos de aquellos años preferían para pasar sus ratos de esparcimiento, pues allí mismo fue construida una cancha deportiva, la cual, a parte de su debido uso, se utilizaba también para verificar en ella otros eventos y bailes”.

Se instalaron en la sombreada área algunos negocios que vendían comida y aguas frescas. Se creó un golfito que disfrutaban jóvenes y adultos y surgió el parque infantil, con algunos juegos mecánicos como el inolvidable “pastel”, sillas voladoras, columpios y una alberca. El principal atractivo lo constituía un “mirador” acondicionado con un telescopio, localizado en lo alto del tinaco construido en el entronque de la calle Sinaloa y la 200.

Ahí maduraron las ilusiones de miles de niños que chapoteaban en la alberca y subían a los juegos mecánicos llenando de alborozo el ambiente también infantil de la ciudad y del Municipio que cumplían 5 años de edad…

Niños de barrio en su mayoría, visitaban cotidianamente el parque. Pequeños trabajadores que esperaban en ese espacio el momento en que la rotativa del periódico vespertino “Última Hora”, ubicado por la calle Sinaloa, entre 6 de Abril y 200, imprimiera los ejemplares que se distribuirían por las calles de la ciudad.

El Parque Norberto Rivera Olvera, con más de 80 años diluidos entre la niebla del tiempo, es la semilla llena de magia y de luz, del ahora cincuentón Ostimuri.

Cierto, como solía expresar el maestro del periodismo y de la vida, Jesús Corral Ruiz: “Se hace viejo el tiempo”…

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