De alianzas y virus

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Luego de la aprobación del PAN-Sonora a alianzas con otros partidos políticos, la mesa queda puesta para la disputa por la gubernatura entre Ernesto Gándara Camou, Alfonso Durazo, Ricardo Bours Castelo y eventualmente, si cubre los requisitos para ir como independiente y la autoridad electoral lo permite, Petra Santos Ortiz

Los del PRI, el PAN y los del PRD pausaron agravios del pasado, para que con “El Borrego” como abanderado, privilegiar la imperiosa necesidad de cerrarle la puerta a la incompetencia, a la corrupción, al populismo ramplón y al cascajo que representa el aristócrata y saltimbanquis favorecido por el dedo presidencial de MORENA, en tanto que en el MC se impusieron criterios que apuestan a negar las ventajas de alianzas partidistas en procesos electorales. 

Menudean las críticas y cuestionamientos a la veleidosa conducta de buena parte de la clase política, que en función de intereses, pugnas, ambiciones y aspiraciones no satisfechas, se mudan de partido como de calzones, en un contexto de pragmatismo que se ha exacerbado en estos tiempos, donde la congruencia ideológica brilla por su ausencia y es suplida por conveniencias personales y ansias revanchistas. 

En términos de congruencia ideológica y militancia partidista, el único que podría estar en condiciones de tirar la primera piedra sin congojas es Gándara Camou, a quien se sumaría Santos Ortiz si es que cumple su propósito de ir por la vía independiente, destacando que en el caso de “El Borrego”, su renuncia al PRI fue de orden estratégico y acertada planeación para hacer confluir a priistas, panistas y perredistas en un proyecto unificador ajeno a siglas de partidos. 

Petra Santos

En MORENA siguen cachando de dulce, de chile y de manteca y distinto a la alianza Unidad por Sonora, recogen detritos –Resultado de la descomposición de una masa sólida en partículas—y rebabas en donde ahí si se cambian de chaleco y de calzones los oportunistas en turno, a cambio de sobrevivir como siglas, como es el caso del Verde y del Panal, del PT y el PES, bajo la perspectiva de que creen se repetirá el accidente electoral del 2018 y que la ciudadanía volverá a ser engañada. 

En el caso del MC, de llamar la atención el que se insista en desdeñar alianzas e ir solos, panorama que se complica aún más luego de que la base de ese partido en Sonora, María Dolores del Río emprendiera graciosa huida a MORENA, para sumarse a la incongruencia que campea en ese partido, en donde dicho sea de paso, departirá con esa camada de padrecistas que la obligaron a exiliarse en la Ciudad de México y posteriormente a renunciar al PAN. 

Como compensación a dicha pérdida, se consideró la posibilidad de que Antonio Astiazarán se sumara a Bours Castelo, pero no fue así ya que en un largo proceso de reflexión, el guaymense decidió mantenerse en la línea de la alianza pactada por el PAN en torno a Gándara Camou, lo cual es una magnífica noticia y pésima para los morenistas que en su fuero interno ansiaban una suma de esa calidad. 

Por cierto, las lapidarias críticas de padrecistas en contra de la alianza PRI-PAN-PRD, es la mejor muestra de que esa es la mejor alternativa para evitar el asalto al gobierno del Estado por un partido donde han encontrado las puertas abiertas y desde donde creen que serán reivindicadas sus fechorías por obra y gracia de un Durazo Montaño arropado de cascajos de esa naturaleza y otros partidos. 

Ricardo Bours

Desde cualquier punto de vista, muy superior luce la asociación entre panistas, priistas y perredistas frente a la adhesión a MORENA de un partido verde que deja de lado que el gobierno de López Obrador y la 4T son abiertamente y confesos antiecologistas; un panal con apenas registro estatal que a costa del PRI ha obtenido posiciones; un PES confesional obligado a competir solo, pero de facto aliado a los morenistas. 

Además, está el perfil de cada uno de los abanderados, con diferencias en donde el mejor librado sin duda es “El Borrego”, quedando pendiente evaluar cómo afectaría la Petra Santos como candidata independiente a Durazo Montaño, a quien sin duda se la tiene guardada. 

En fin, es inminente pues que se de a conocer el documento donde aparezcan las firmas de Ernesto de Lucas, Ernesto Munro y Joel Ramírez y dar cauce a la unción de su precandidato a la gubernatura, que en el caso de Bours Castelo ya amarró el viernes con su registro formal, en tanto que Durazo amarró desde que fue dedeado por el presidente en octubre pasado. 

Por lo demás, simplemente con un ánimo comparativo, acudimos a los registros sobre los efectos que tuvo en México la pandemia de la Influenza H1N1 en el 2009, para de esa forma tener referencias distintivas respecto a lo que pasó, pasa y seguirá pasando con el Covid-19. 

María Dolores del Río

A la luz del persistente desdén criminal del gobierno de México frente a la peor tragedia de nuestra historia, como dicen los clásicos, las comparaciones siempre son odiosas y ayuda mucho para determinarlas, la pestilente diarrea verbal que padecen en Palacio Nacional, con huellas que por lo regular llevan a los panteones. 

Miren, el 23 de abril del 2009 se declaró la emergencia por la propagación del virus cuya zona cero se determinó fue en una granja de puercos en comunidad veracruzana y tal declaratoria derivó en el cierre absoluto de toda actividad no esencial en todo el país que concluyó el 11 mayo. 

Es que a partir del 17 de marzo anterior, ya se tenía un registro de mil 300 contagios y 20 fallecidos, por lo que las autoridades de salud determinaron medidas de prevención, que como se sabe, fueron objeto de burlas de parte de Andrés Manuel López Obrador en febrero de este año, cuando tanto él como el subsecretario de salud, Hugo López Gatell, aseguraban que el Covid-19 era mucho menos grave. 

“Está demostrado que no es cierto lo que se ha manejado sobre lo peligroso de ese virus comparado con la Influenza H1N1”, decían, en el marco de un cronograma declarativo, que contrario a su desdén, ha mandado a la tumba a 113 mil 704 personas y contagiado a un millón 247 mil 436, millones más hospitalizados y ha causado grave deterioro a la economía de millones de familias mexicanas. 

Antonio Astiazarán

Al término de la emergencia, contrastan esas cifras con los 67 mil 395 contagios de influenza y 398 decesos registrados por la OMS en México para mediados de mayo del 2009, que como dato adicional, en Sonora hubo dos mil 877 casos y 11 fallecimientos, con registros anuales subsecuentes atenuados por la vacuna, que puso bajo control la expansión de ese virus.  

Son múltiples las expresiones desdeñosas desde principios de este año de parte del presidente y de López Gatell, que marcaron la ruta para avanzar en la actual catástrofe, a pesar de sobrados indicios que se presentaban alrededor del mundo, tanto en el rubro sanitario como en el económico. 

Primero sobrados de confianza por la presunta fuerza moral presidencial y a la ancestral fortaleza del llamado pueblo bueno, así como la solidez y sanidad de las finanzas nacionales, fantasías que dejaron en la indefensión a los mexicanos ante el impecable virus, todo complementado con criminales recomendaciones o ausencia y desdén de otras resumido todo en un concepto libertario que deja al voluntarismo el contagiarse y/o morir. 

El mortal, criminal e irresponsable cronograma declarativo presidencial se resume en su apuesta a salvaguardar el entorno económico ya paridad peso-dólar; a evitar la saturación hospitalaria y propiciar la saturación de funerarias y cementerios. “Estamos preparados para enfrentar el coronavirus”. “No es algo terrible, fatal. Ni siquiera es equivalente a la influenza”, dijo el presidente y así sentenció a muerte a tantas y a tantos. 

Irresponsabilidad criminal

Luego vendrían aquellas como “Ha resistido nuestra economía, sobre todo el peso, aguantó esta primera etapa de ‘propaganda’ sobre el coronavirus”; “Miren, lo del coronavirus, eso de que no se puede uno abrazar; hay que abrazarse, no pasa nada”, además de acusar a “politiqueros” de propagar información falsa sobre la peligrosidad del virus. 

Luego vendrían perversiones y supercherías como cuando mordisqueó sensualmente a una pequeña o sacar estampitas religiosas para protección, con el ridículo “detente, enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo”, mientras insistía en continuar con sus mítines y a convocar a comidas en restaurantes en familia; en negarse al uso de cubrebocas y el gel antibacterial, e invitar a no desgastarse en el tema del Covid-19 por no valer la pena. 

Como cereza del pastel está esa criminal confesión totalmente ajena al dolor y drama que ya se vivía en México: “la pandemia nos viene como anillo al dedo para consolidar los propósitos de la cuarta transformación” y a principios de junio, correspondió a López Gatell exponer uno más de sus pronósticos desdeñosos y fallidos, al descartar que se presentara un escenario catastrófico de 60 mil decesos y lo máximo que calculaba ya eran de 30 mil a 35 mil víctimas mortales

Ni perdón ni olvido

La suma de todo ese cúmulo de dislates –pendejadas, dirían en Yécora—deja el fatal saldo de todos conocido, quedando el pendiente de determinar, cuántas vidas se habrían salvado si los López hubieran actuado con responsabilidad y con elemental humanidad y empatía. 

Y todavía falta, porque contrario a lo que se supondría, ahora resulta que el manejo de la añorada vacunación corresponderá exclusivamente al gobierno federal, dejando fuera a los esfuerzos que podrían desplegar de manera coordinada los gobiernos de los estados y el sector privado, en el marco de un patrimonialismo estúpido de quienes en dicha asignatura seguramente sumarán otro fracaso. 

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