Lamarque ante un gran reto en Cajeme.- Darle definición y rumbo a un Municipio cuya mayoría ciudadana confió en él.- Hace 24 años venció al PRI y abrió nuevas expectativas para la comunidad.- Ahora, tendrá los astros alineados.
Bernardo Elenes Habas
Dentro de dos meses y medio, Javier Lamarque estará rindiendo protesta como el Presidente Municipal número 54 de Cajeme.
Lo había hecho ya hace 24 años.
Recuerdo, era un caluroso 16 de septiembre de 1997, en el teatro del ITSON, ceremonia a la que di cobertura como reportero de Diario del Yaqui, donde laboré por muchos años.
El recinto lucía repleto. Ahí se encontraba como testigo de honor de la ceremonia de entronización de un alcalde que había roto, desde las filas de la izquierda abanderado por el PRD, la cadena de triunfos del PRI, el gobernador Manlio Fabio Beltrones. Asimismo, los ex alcaldes del Municipio.
(Otro cajemense, Adalberto Rosas López, le había endilgado también una histórica derrota al Revolucionario Institucional en 1979, pero éste desde las filas del PAN, aunque su ideología era de pueblo).
Entre la lista de invitados a la toma de protesta de Lamarque Cano, figuraba Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, a la sazón jefe de gobierno del DF, quien llegó al evento cuando ya había iniciado, generándose un paréntesis para informar sobre su presencia, lo que provocó un atronador aplauso de bienvenida.
Después del ceremonial republicano, alrededor de las 13:00 horas, con un sol despiadado cayendo sobre la ciudad, se inició la marcha de la unidad propiciada por el nuevo gobierno, hacia Palacio Municipal.
Javier había vencido en las elecciones de 1997, con 62 mil 566 votos al priísta Ernesto Vargas Gaytán, quien acumuló 32 mil 668 sufragios, en un proceso intenso, parecido al que protagonizó Adalberto Rosas en 1979, contra don Francisco Obregón Tapia.
Y en la antigua Sala de Cabildo, dio inicio la primera sesión, con la presencia de los 12 regidores del PRD, Miguel Ángel Salomón Montiel, Jesús García López, Genoveva Castro Aragón, René Noriega Gómez, Graciela de la Rocha López Córdoba, Margarita Figueroa Navarro, Noé Alejandro Ibarra, Rubén Ruiz Montes, Martín Duarte Carrizoza, Reynaldo Millán Cota (El Diablo), Leonor Maldonado Lem, María Elena Barreras Mendivil.
Cinco regidores del PRI, bancada integrada por Ángel Carrillo Cohen, Manuel Montaño Gutiérrez, Leonarda Ramos Herrera, Raúl Acosta Tapia, Nicolás Campas Romero, El PAN, hacía presencia con cuatro ediles: Ricardo Parada Laborín, Cristina Hernández de Elorduy, Jesús Meza Lizárraga, y por primera vez se integraba un miembro de la Tribu Yaqui al cuerpo edilicio: Jesús Manuel Moroyoqui Ramírez.
(Los reporteros de la fuente, ya entrada la administración, le hacíamos bromas al alcalde Lamarque por la fuerte actitud crítica de la regidora Hernández de Elorduy, coreándole la antigua tonadilla de: “Doña Cristina me quiere gobernar,/ y yo le sigo le sigo la corriente,/ porque no quiero que diga la gente/ que doña Cristina me quiere gobernar”).
La estructura de gobierno que inauguró el proyecto de Lamarque Cano, se conformaba con Ascensión López Durán, quien tuvo a su cargo la secretaría del Ayuntamiento; Síndico, Carlos García Gámez; Secretario de Desarrollo Urbano, Joel Navarro López; Oomapas, Joaquín Morata González; Planeación y Finanzas, Patricia Patiño Fierro; Seguridad Pública, primero Gustavo Borbón de Anda, luego Abel Murrieta Gutiérrez y finalmente Jorge Luis Cuén Quintero; Cultura, Enrique Espinoza Pinales; DIF, Manuel Gallegos Zazueta; Educación, Rosa Elia Castro; Obras y Servicios Públicos, José Luis Pablos Montes; Desarrollo Urbano, Ramón Méndez Sáenz, entre otros funcionarios de primer nivel.
La ciudadanía avaló en su tiempo y apoyó la administración de Javier Lamarque, por su empeño constructor fortaleciendo la infraestructura urbana, pero también abriendo y dándole vida a proyectos de inversión extranjera generadores de empleo.
Esa aprobación popular se vio reflejada a 24 años de distancia en las recientes elecciones del 6 de junio, cuando Javier logra convertirse en alcalde por segunda ocasión, lo que marca un claro significado en la narrativa popular: que la ciudadanía tiene memoria histórica y reconoce o reprueba, el trazado, las obras y el progreso que los alcaldes le han traído a Cajeme.
Sin duda Lamarque Cano tiene ante sí un gran reto, darle definición y rumbo a un municipio cuya mayoría ciudadana confió en él.
Le saludo, lector.
