Homenaje a Tomás Rojo Valencia.- Desde el Bakatete, bajará su voz sedienta de justicia.- Hoy martes 21 de junio, a las 5 de la tarde, en la plaza Lázaro Cárdenas de Ciudad Obregón, se invocará la memoria del guerrero yaqui, quien fuera secuestrado y asesinado cobardemente hace un año.
Bernardo Elenes Habas
La Tribu Yaqui, Movimiento Ciudadano por el Agua, Productores Rurales, familia y amigos de Tomás Rojo Valencia, harán trascender sus ideales de justicia.
Se invocará su férrea defensa de las tradiciones y costumbres de su raza, y esencialmente su combativo posicionamiento al que entregó sus últimos días de vida, defendiendo el caudal del Río Yaqui, el agua que Tata Lázaro (Presidente de México Lázaro Cárdenas del Rio, 1934-1940), en un acto histórico, reconoció pertenecía a la etnia la mitad del líquido.
Tomás Rojo no aceptó jamás la construcción y el funcionamiento del Acueducto Independencia, impulsado por Guillermo Padrés, siendo gobernador de Sonora (2009-2015), y prominentes empresarios y políticos de Hermosillo, no como una acción encaminada a resolver la necesidad de abastecimiento de agua a las familias, sino con la visión mercantilista de generar polos de desarrollo urbano y logros productivos agrícolas.
Fue, Rojo Valencia, junto con Adalberto Rosas López, Jaime Miranda Peláez y Filiberto Cruz Leyva, de los férreos defensores del agua que se sustrae a través de dicho Acueducto jurídicamente ilegal, en detrimento del sur de Sonora, de la Tribu y del Valle del Yaqui.
Mantenía, como ellos, la certeza de que el futuro nos había alcanzado y que el sentido común demostraba que no podía resolverse problemas de sequía en Sonora entregando el agua que no alcanza, sino abriéndose a los horizontes de la tecnología y utilizando el agua de mar a través de plantas desalinizadoras.
Y mientras Rojo Valencia mantenía esa posición, esa visión plural y justa como parte de su ideario político, social y humano, seres perversos fraguaron su final y lo secuestraron, arrancándole posteriormente la vida…
Conocí bien a Tomás. Era de una sola pieza. De ideas inquebrantables, con sentido profundo de la justicia.
Sé que estaría en esta hora haciendo sonar su tambor de Guerrero-Coyote, ante la embestida psicológica que se cierne sobre la Tribu, pretendiendo que acepte como un caso perdido el agua que le pertenece porque el Acueducto ya está funcionando y no tiene reversa. Y, precisamente, su palabra alta y clara, su discurso centelleante exigiría no despojar a las familias, a los productores, a los habitantes de los pueblos de un bien hídrico que les pertenece y que, ante la escasez de lluvias, se vuelve insuficiente para satisfacer necesidades de otras regiones, como ya está sucediendo, sino buscando las alternativas que están dando resultados en otros países como la desalinización, pero también construir el gran Río de la Vida, el Plhino (Plan Hidráulico del Noroeste), capaz de conducir desde Nayarit y Sinaloa no el agua que les pertenece sino los excedentes de sus ríos magníficos que se vierten al mar…
Cierro estas reflexiones, entregándoles un poema que escribí en Memoria de Tomás, como homenaje a su luz yoreme:
Tú no has muerto,
Tomás Rojo Valencia.
Bajas ahora enarbolando
voces de lluvia y viento
desde la sierra victoriosa.
Galopas la noche
como una llamarada.
Luchas por la justicia,
trazando una raya
en la conciencia de tu pueblo,
para que no acallen
sus tambores.
Para que no crucen
los linderos de tu río
tormentas seculares
trayendo la ignominia,
engaños… muerte…
Convocas la heredad del Tetabiakte,
el que cayó luchando
en la garganta del ardiente
Mazocoba,
el que tejió el pergamino
de agua y brisa para apagar
la lumbre de la guerra
y lo firmó en Ortiz,
pero los yoris destrozaron
su abecedario de piedra y sus raíces,
y de nuevo un huracán
de balas y herraduras
estremeció praderas,
hizo que estallara
el espejo dormido del Jiak Batwe.
Tú no has muerto, Tomás Rojo Valencia.
Aunque te calcen con guaraches nuevos
y coloquen a tu lado
un bule con agua bendita de tu río
para que no sufras sed en el camino
cuando busques, solitario,
la Casa Vieja del Itom Achai,
porque llevarás en tus manos
las espigas cardinales de la vida,
aceptarás con tu voz
tu sacrificio de Guerrero-Coyote,
oficiando tu entrega
ante la asamblea profunda de tu pueblo.
Tú no has muerto, Tomás Rojo Valencia.
Volverás iluminado al Bakatete,
a reanudar tu lucha justiciera
buscando que el agua de la lluvia
que rueda un canto líquido
brote de las manos de los dioses,
dando vida al caudal
del río milenario…
para que vuelva a ser canción
en los potreros,
devolviendo el brillo de la vida
a los ojos de los niños…
Tú no has muerto, Tomás Rojo Valencia,
te conviertes en leyenda,
en bandera de sol que envuelve los poblados,
en guerrero incansable contra el odio
y la ambición de los traidores,
los que buscan socavar Tierra Sagrada,
los que anhelan secuestrar con sus leyes
el rumor del agua y su esperanza,
los que quieren de rodillas a tu raza,
como ave de alas derrotadas…
Tú no has muerto,
el Bakatete te convierte
en leyenda y vanguardia de sus luchas…
¡Tú no has muerto, Tomás, eres antorcha
en la espesa oscuridad de los caminos!…
Le saludo, lector.